«Mujeres y criados»: Un Lope con oficio

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Incomprensiblemente, no está teniendo la difusión que merece, desde su primer estreno en el Teatro Español, el montaje que la Fundación Siglo de Oro ha hecho de esta comedia, recientemente descubierta por el filólogo Alejandro Reidy, que lleva la firma de uno de los genios de nuestras letras de todos los tiempos: Lope de Vega. No quiero ni pensar qué hubieran hecho los británicos si hubiesen descubierto una nueva obra de Shakespeare. Cierto es que Mujeres y criados no es lo mejor del Fénix, pero no es tampoco, ni mucho menos, una pieza despreciable. Quizá la mayor dificultad que tiene la obra para enganchar al público es que Lope, siempre claro en su verso, se vuelve aquí excesivamente claro también en la construcción del equívoco, de tal manera que presenta el conflicto en su totalidad demasiado pronto a los ojos del espectador, que, como consecuencia, sabe ya prácticamente desde la primera escena como se va a desarrollar toda la trama. No obstante, la pieza tiene muchos de los apabullantes golpes de ingenio del escritor madrileño, brillantes en algunos diálogos de los criados, rebosantes de humor, y en otros de índole amorosa que sostienen los galanes y sus pretendidas. Por si fuera poco, la obra pertenece a ese grupo de «comedias de secretarios», al estilo de El perro del hortelano, en las que un asistente de un noble supera los prejuicios de clase para triunfar en el amor con alguien de clase más elevada; y esto le confiere una pátina de modernidad que no tienen otros textos menos transgresores socialmente. Rodrigo Arribas ha adaptado la producción original a la sencillez escenográfica que exige el Corral Cervantes para ofrecer un espectáculo muy correcto, al que le falta un poco de ritmo y de chispa, pero que discurre por los cauces de una compañía con mucho oficio ya, en la que destacan los trabajos interpretativos de Montse Díez, José Ramón Iglesias, Alejandra Mayo, Julio Hidalgo o Jesús Fuente.