¿Qué pensaría Alejandro Magno de nuestros líderes?
Llegamos a la segunda semana en el Festival de Mérida y turno para la pieza de Luis Luque, en la que Félix Gómez se mete en la piel del rey macedonio
Llegamos a la segunda semana en el Festival de Mérida y turno para la pieza de Luis Luque, en la que Félix Gómez se mete en la piel del rey macedonio
Sabemos que cambió la política de su tiempo e introdujo nuevas técnicas de guerra aún hoy válidas. Que su poder fue de Occidente a Oriente. Rey de Macedonia, gran rey de Media y Persia y faraón de la Dinastía Macedónica de Egipto. Con su veterano ejército conquistó aquello que se le puso por delante. Y sin imposiciones, muy importante, sin despojar a los pueblos de su identidad. También, que su nacimiento fue el fruto de la unión entre Filipo II –a quien sucedió en el trono– y Olimpia de Epiro. Su educación, tutelada por un tal Aristóteles. Y, hasta que su anhelada tumba diga lo contrario, que murió en Babilonia. Pero, quién es Alejandro Magno? Félix Gómez lo tiene claro: «No lo vamos a saber nunca».
Hasta nosotros ha llegado lo que siglos después de su muerte los historiadores quisieron dejarnos de legado y retrato de uno de los hombres que inspiró de Julio César a Napoléon. «El mito», comenta Gómez, «pero no sabemos quién fue ese niño que soñaba en la cama, o lo que pensaba el adolescente de 16 años en sus momentos de soledad. Ese hombre desapareció y ahora a mí me toca rescatarlo».
No lo dice el actor que se subirá a las tablas de Mérida para hacer de Alejandro –que también–, sino todo un experto en la figura. «Es mi héroe desde la infancia. Imagino que a partir de alguna clase de Historia me enganchó y empecé a comprar libros sobre él. Me enamoré del personaje», explica. Ahora le ha llegado su momento, el de hacer «uno de los papeles de mi vida». Pocos podían entender la obra como Gómez y por eso Luis Luque, director del montaje, le dio el papel principal. Pese a que ello le cueste algún que otro «problema», bromea el actor: «La trama a veces cambia la realidad que nos ha llegado. He entrado en conflicto con la historia y Luis me tenía que recordar que aquí también hay parte de ficción. Pero es muy bonito porque lo tengo tan presente que a la hora de ponerlo en el escenario lo veo todo, hay momentos que parecen que los he vivido».
Y Luque no se esconde ante el hecho: «Cuando le presenté “Alejandro Magno”, sabía más que yo». Aunque la impronta del director no deja de estar presente, como apunta el protagonista: «Fue una figura muy moderna en su pensamiento y Luis hace mucho hincapié ahí». Es «parte de nuestra vida –en palabras de Luque–. Quiso conquistar el mundo, y al tiempo que extendía la cultura y respetaba las tradiciones, porque Alejandro fue un hombre contradictorio en sí mismo. Su ansia de guerra contrastaba con la paz que quería instaurar en los pueblos que tomaba. Unos ideales más contemporáneos que las mentes de muchos de los líderes del siglo XXI.
Pequeñas conquistas
En Mérida se verá a un hombre en su campaña en la India, donde tendrá que rendirse a la justicia o la venganza. «Lo que sí parece claro es que Alejandro se parecía demasiado a nosotros y a nuestro conflicto de hombres y mujeres. Ahora las fronteras son otras, pero nuestro anhelo de traspasarlas es idéntico al del rey macedonio.Y como él, todos, en pequeña o gran medida buscamo un cachito de gloria y triunfo en nuestras pequeñas conquistas cotidianas, como, por ejemplo, al construir una simple estantería», concluye con humor.