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Ricardo Castella: «Los cuarentones ahora preparan triatlones e ironmanes»

Ricardo Castella / Actor. Protagoniza «La curva de la felicidad» en el Teatro Quevedo junto a Antonio Vico, Jesús Cisneros y Josu Ormaetxe
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Protagoniza «La curva de la felicidad» en el Teatro Quevedo junto a Antonio Vico, Jesús Cisneros y Josu Ormaetxe
Catorce temporadas lleva «La curva de la felicidad» en escena, la comedia de Eduardo Galán y Pedro Gómez. Esta vez protagonizada por Ricardo Castella, en el papel de Quino, estará en el Teatro Quevedo hasta el 5 de marzo. Quino, guionista de televisión en plena crisis de los cuarenta, es abandonado por su mujer «por gordo y por calvo». La venta del piso le provoca angustia, todo le recuerda a ella, con la que querría volver. Obligado a venderlo, intenta impedirlo, pero su personalidad frágil e insegura le hace firmar documentos con personajes con los que se irán creando una serie de conflictos y enredos que muestran, en clave de comedia, una reflexión sobre cómo ven y cómo llevan las relaciones con las mujeres unos tipos de cuarenta.
–¿Cuál es el secreto para llevar catorce años con esta obra?
–La clave principal es que es muy divertida y el público se ríe mucho. Además, cuenta una historia. La densidad de bromas es muy grande, llevan tiempo puliéndolas y ajustándolas. La gente goza viendo a cuatro hombres en una casa diciéndose cosas en distintas situaciones cuando no son observados.
–¿La crisis de los 40 es real, un mito, una leyenda urbana?
–Eso se ha movido mucho, antiguamente a los cuarenta estabas en el trecho final, pero ahora la vida se ha alargado y la crisis ha pasado a los 50 e, incluso, los 60.
–¿Esa curva es fruto del descuido?
–Antes era así, ahora a esta edad se ponen a prepararse triatlones, maratones, ironmanes, nadar y montar en bici. Quieren hacer en un día el deporte que no han hecho en su vida. La gente está ahora a los 40 en mejor forma que nunca.
–¿La rutina mata la pareja?
–Eso es un peligro, ya no tienes que gustarle y te dejas llevar. El aburrimiento mata la relación. Aquí, ella tiene una aventura, pero es que el personaje es muy flojito, cansino, todo el día escribiendo, en sus cosas, y si no haces caso...
–¿Hombre y mujer buscan lo mismo en la pareja?
–Depende de cada hombre y mujer. Ahora los papeles están menos claros que antes, más difuminados. Lo normal es buscar un compañero para compartir cosas y eso es igual para los dos.
–Pero a la hora de separase, ¿son por los mismos motivos?
–En la obra se habla mucho de eso, pero yo no creo en esas diferencias. Se manejan muchos tópicos al respecto y hay casos y casos.
–¿Lo deja por gordo y calvo?
–Eso dice, pero, en general, una mujer no dejaría a un hombre por estos motivos, o no se lo diría. Siempre hay algo más.
–¿Es más profunda?
–Menos superficial que el hombre en este sentido, se fija menos en la apariencia. Seguro que hay motivos más importantes.
–¿Quién demuestra aquí ser el sexo débil?
–Uno de los lemas de la función es ese, quién dijo que el hombre era el sexo fuerte. Aquí se demuestra que dependen bastante de las mujeres. Se organizan según están o no en pareja y esto dirige sus vidas. No dan sensación de ser el sexo fuerte. Hay una dependencia psíquica muy grande, este personaje reconoce no ser nada sin ella.
–¿No es bueno que el hombre esté solo?
–Si hablamos del protagonista, está fatal. Tratan de convencerlo de lo bueno de su libertad, pero se queja, no le vale porque no tiene a quien quiere. Que un hombre reconozca esto conecta a la gente con la función. No desea estar solo y lo expresa.
–La complicidad con el público es importante.
–Como las separaciones son usuales, se identifica. Todos hemos vivido desamores y relaciones que han terminado antes de lo esperado, nos hemos sentido dejados y abandonados, y en eso te reconoces. Lo que pasa es que se queda colgado de la situación y no avanza, permanece en el lamento y la queja de forma patética.
–Este papel ha sido representado por actores de peso, ¿cómo se ve en él?
–Sí, por Pablo Carbonell, Pedro Reyes, el «Monaguillo»... Mi objetivo fundamental es no ser recordado como el peor Quino de la función, que pasado el tiempo no digan ¡qué malo era! A ver si somos capaces de estar otros catorce años.

El lector

«Fui lector compulsivo de Prensa en papel durante los tres años que trabajé en el programa la ‘‘Noche Hache’’ porque era sobre actualidad y política nacional y necesitaba estar al tanto de todos los detalles. Después de esto, aunque en mi casa siguen siendo muy de diarios impresos, yo me he pasado a internet y redes sociales. Otro tipo de “recomendadores” de noticias por varios canales. No entro en secciones concretas, pero mis lecturas habituales son las noticias de Política y, lo que me toca, que es Cultura. Además, estoy suscrito a varios perfiles de noticias de Ciencia».