Teatro

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"Sansón y Dalila", entre refugiados de guerra

La obra estará desde el jueves en el Festival de Mérida, con récord de ventas, un elenco de lujo y más de 300 figurantes.

Durante el ensayo de «Sansón y Dalila», el Teatro Romano de Mérida acogió a 400 personas: además de los actores, participan en la ópera como figurantes personas de asociaciones por la inclusión social. Foto: Jero Morales
Durante el ensayo de «Sansón y Dalila», el Teatro Romano de Mérida acogió a 400 personas: además de los actores, participan en la ópera como figurantes personas de asociaciones por la inclusión social. Foto: Jero Moraleslarazon

La obra estará desde el jueves en el Festival de Mérida, con récord de ventas, un elenco de lujo y más de 300 figurantes.

«Creo que hemos configurado una programación muy diversa, abarcando distintas artes escénicas como la ópera, el teatro de texto o la danza, para satisfacer todo tipo de gustos», afirma orgulloso Jesús Cimarro, director desde 2012 de un festival que «no se pone límites, topes ni techos» y que sigue expandiéndose en actividades, en fechas de representación, en escenarios y, lo que es más importante para las distintas administraciones que confluyen en el patronato, en venta de entradas. Para muestra un botón: una semana antes de que dé comienzo esta edición, se han vendido ya cerca de 40.000 localidades, una cifra que excede en 6.000 la del año pasado por estas fechas, y que entonces parecía ya imbatible. Tal afluencia de público –el espectáculo con mayor número de representaciones rondará, previsiblemente, los 30.000 espectadores– sorprende más si tenemos en cuenta que todas las propuestas son estrenos y, por tanto, no cuentan con el aval de un éxito previo de taquilla o de crítica. «Aunque algunos montajes, lógicamente, puedan gustar más y otros menos, hemos detectado que la gente, desde hace un tiempo, se fía de nuestra programación –dice Cimarro–; los espectadores creen en el nivel de calidad que hemos alcanzado, y por eso se aventuran a sacar su entrada».

Y así está ocurriendo con «Sansón y Dalila», un espectáculo inaugural de apariencia fastuosa que ya ha despertado el interés en buena parte del país. La conocida ópera de Camille Saint-Saëns, con libreto original de Ferdinand Lemaire basado en el Libro de los jueces del Antiguo Testamento, se presenta en un montaje de dimensiones tan colosales como el propio Teatro Romano de Mérida en el que podrá verse a partir del próximo miércoles. Representando al pueblo hebreo nada menos que 400 figurantes –pertenecientes a distintas asociaciones que trabajan por la inclusión social– acompañarán a un elenco de lujo en el que participan, entre otros, la mezzosoprano María José Montiel, interpretando a Dalila, el tenor Noah Stewart –alternándose en algunas funciones con Alejandro Roy–, que da vida a Sansón, o el bajo Simón Orfila, en el papel del Viejo Judío. «Tenemos en el reparto a algunos de los mejores cantantes de ópera del mundo –asegura Paco Azorín, que asume la dirección escénica del montaje–. Ver la generosidad y la entrega con la que estas primerísimas figuras están trabajando en el escenario con gente que tiene necesidades especiales, y el esfuerzo y las horas de ensayo que están dedicando a su vez estas otras personas para integrarse en un proyecto verdaderamente profesional, me confirma que estoy, sin duda, ante el proyecto más hermoso de mi vida. Cuando ves el amor y el entusiasmo con el que esas personas con necesidades especiales ensayan una y otra vez hasta altas horas de la madrugada, te preguntas si no eres tú, en realidad, el discapacitado».

Miserias de un conflicto

La propuesta, que requiere una organización «semejante a la de unos Juegos Olímpicos», según explica Azorín entre risas, cuenta en la dirección musical con Álvaro Albiach, que llevará la batuta de la Orquesta de Extremadura. Amaya Añúa, por su parte, dirigirá al Coro de Cámara de Extremadura. En la puesta en escena, Azorín traslada al presente la conocida historia de Sansón, el líder de los hebreos al que seduce la filistea Dalila, para reflexionar sobre las guerras, sobre el contumaz y trágico enfrentamiento entre pueblos y culturas: «Es una historia de amor ya universal –explica el director–, semejante a “Romeo y Julieta” o a “West Side Story”, que nosotros hemos hecho contemporánea para hablar del odio, del autentico cáncer que son las guerras y del interés que parecen tener algunos por perpetuarlas». Azorín introduce en la función «la mirada neutral» de un nuevo personaje –no tiene palabra; solo es gestual– que es el de una corresponsal de guerra. «A través de ella –dice–, nosotros podremos ver como espectadores, de una manera distanciada, las miserias de ambos bandos. Además, nos permite usar un lenguaje audiovisual durante toda la representación con imágenes de conflictos bélicos muy actuales y, especialmente, del conflicto palestino-israelí, que ya estaba en germen en la historia original de “Sansón y Dalila”. Nosotros mostramos cómo esa guerra está perpetuada y cronificada».

Después de «Sansón y Dalila» –completando un cartel que incluye congresos, talleres, cursos, pasacalles y hasta una programación off con seis espectáculos– ocho montajes más irán pasando sucesivamente por Mérida hasta el 25 de agosto, llevando hasta la capital extremeña a artistas tan populares como Concha Velasco, Lluís Homar, Amaia Salamanca, Rafael Amargo, José María Pou, Fran Perea o Víctor Ullate.