Tengamos las fiestas en paz
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Directores: Yarrow Cheney, Scott Mosier. Guión: Mike LeSieur, Tommy Swerdlow (Historia: Dr. Seuss). Voces en castellano: Ernesto Alterio. E UU, 2018. Duración: 90 minutos. Animación.
No sé si es porque decir «El Grinch» significa pensar casi de manera inmediata en Jim Carrey, pero el protagonista de la nueva y flamante versión animada del libro concebido por Dr. Seuss parece un calco en dibujo del gesticulero intérprete, que encarnó al verdísimo y malote personaje bajo las órdenes del siempre sobrevalorado Ron Howard hace ya nada menos que 18 años, cómo pasa el tiempo. Aunque jamás en una historia infantil, ojalá viviéramos dentro de una: como cada invierno, en Navidad, los lugareños de un pequeño pueblo que casi parece una moderna ciudad en miniatura situado en un lugar encantador y apartado se esmeran en que sean las más luminosas, estridentes, fastuosas de la historia. Y ésta que ahora se acerca ya peligrosamente promete que será todavía más exagerada y chillona. Lo que le quita de nuevo el sueño de manera literal al solitario cara vinagre Grinch, que, desesperado al descubrir la felicidad ajena y temiendo la que se avecina, piensa tras realizar una peculiar visita al supermercado que solo tiene una salida para recuperar la paz junto a su entrañable perro: robar las fiestas disfrazado de Santa Claus y con un reno muy peculiar que le ayude a tirar del trineo. Que regalos seguirá habiendo ante so después. Con permiso, claro, de una encantadora niña llamada Cindy-Lou, que planea atrapar al mágico personaje durante Nochebuena para darle las gracias por ayudar a su madre. Los casi novatos Yarrow Cheney y Scott Mosier dirigen con buena mano una película tremendamente colorista, tremendamente alegre, divertida y muy feliz de haberse conocido que incluso ofrece algún giro inesperado en el relato clásico aunque, con todo, lo respete más que el título realizado por Howard. Algo no cambia por narices: que el malhumorado y envidioso Grinch intente, de nuevo, fastidiarla. Pero hasta los malvados más grandes tienen su corazoncito debajo de esos pelos tan rebeldes y un pasado que bien pudo provocar su mala leche del presente. Una cinta, en fin, con un excelente ritmo y la justa duración (un detalle a valorar, y mucho, en estos tiempos cuya moda imperante son las dos horas y pico largas vengan a cuento o no...) que no defraudará para nada al público más pequeño, ni aburrirá en demasía a los adultos.Y, menos, si ya vieron al caricato y exagerado Grinch que encarnó Carrey y pueden comparar ambas versiones de la misteriosa criatura que necesita perdonar y ser perdonada. Y quién se resiste en Navidad a dar un buen y peludo abrazo.
LO MEJOR
Se trata de una película con buen empaque visual, alegre y divertida, que hará las delicias del público infantil
LO PEOR
Precisamente, que los adultos la vean demasiado pensada para los niños, aunque hayan modernizado el relato clásico