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Un Murillo por descubrir

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La exposición que el Espacio Santa Clara inaugurará en Sevilla saca a la luz cuatro obras nuevas del pintor en el año en que se celebra su IV centenario
Arrancó ayer el IV centenario de Bartolomé Esteban Murillo con la exposición que inauguró la presidenta andaluza, Susana Díaz, en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Ha sido un comienzo retrasado por la crisis política; apenas un mes antes de que acabara su año natal: 1617. A partir de ahora se irán sucediendo, coordinados por el Ayuntamiento de Sevilla, una serie de actos, publicaciones, exposiciones, conferencias y homenajes que intentarán ofrecer una imagen diferente a la que el estereotipo ha difundido. Es justo recordar sin embargo que, hace unos meses, la Fundación Focus ya presentó la muestra «Velázquez-Murillo», magnífico aperitivo de esta efemérides. Allí se exhibieron algunos cuadros venidos desde el extranjero gracias a la previsión de Anabel Morillo, directora de la institución con sede en el Hospital de los Venerables de Sevilla. La muestra del Museo de Bellas Artes es más concreta. Está dedicada a uno de los ciclos de madurez: la serie que pintó para el convento de Capuchinos de Sevilla, dispersada tras la invasión napoleónica. La exposición incluye veinte lienzos, la mayoría en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, a los que hay que añadir cuatro óleos prestados por otras instituciones. Los comisarios de la muestra han conseguido el préstamo del Jubileo de la Porciúncula, la pieza central del retablo y que restaurada para la ocasión, permanecerá hasta 2026 en el museo sevillano. Alrededor de este gran lienzo se articula el resto del retablo, que no se exhibe en su estructura original, sino en una disposición que permite apreciar las obras más de cerca. El magnífico montaje de Francisco Bocanegra es otro de los atractivos de la muestra. Expoliado por el mariscal Soult durante la Guerra de la Independencia el Jubileo se mostraba profundamente dañado en su museo, el Wallraf-Richard Museum de Colonia. Algo más de un año de trabajos han permitido recuperar una pieza que es sin duda una de las sorpresas de la muestra. Completan los préstamos que integraban el retablo la Santa Faz del Ashmolean Museum de Oxford; el «Ángel de la Guarda» de la Catedral de Sevilla; y el «San Miguel» del Kunsthistorisches Museum de Viena. Junto a los lienzos del retablo se sitúa una sala de dibujos preparatorios de los lienzos procedentes de Nueva York, Hamburgo, Londres y Madrid. Las 16 obras restantes que se exponen en Murillo y los Capuchinos de Sevilla forman parte de la habitual colección del Museo. Sin embargo, incluso para los sevillanos, estas obran ofrecen interesantes novedades, como son la restauración de «La Virgen de la servilleta»; la «Inmaculada Concepción», llamada La Niña; «San Antonio de Padua y el Niño»; «San Francisco abrazado a Cristo»; y el «San Félix de Cantalicio con la Virgen y el Niño». En apenas unos días Benito Navarrete inaugurará en el Espacio Santa Clara de Sevilla otra exposición sobre la influencia Murillo en sus discípulos que incluye otras de sus más destacados seguidores. Es Navarrete autor de «Murillo y las metáforas de la imagen» (Cátedra), monografía que incorpora cuatro nuevos lienzos al corpus del pintor: el retrato de Don Diego Ortiz de Zúñiga, descubierto por el autor en Reino Unido; un «San Pedro penitente», en colección privada valenciana; «El venerable padre Fernando Contreras», del Ayuntamiento de Sevilla; y «La Sagrada Familia», de colección privada madrileña. Y es que aun queda aun mucho por decir del maestro.

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