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Una caja de sorpresas

larazon

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Por fuera, nada más que una caja de embalaje. Por dentro, todo un mundo concentrado en 2x2x2. Una bandada de grullas de origami, cuerdas, nudos, poleas, un viejo reproductor de vinilos, una colección de objetos que no siempre son lo que parecen, música, sombras, luces, mecanismos extraños que no se saben qué son, pero que van tomando sentido a medida que pasan los segundos... Un conjunto que hace de la función algo muy personal.
Tanto, como que es un espectáculo único. Uno para uno. Un mago, un espectador. Así de reducido es ese universo, al que se entra a través de una pequeña puerta que se abre con una llave y una contraseña que un ser «extravagante y tierno, extraño y atractivo» –le definen– nos entregará en la cola, que también forma parte del montaje.
En el centro de todo, y por tanto dentro de esa misteriosa caja, estará Nacho Diago, principal culpable de esta «experiencia bestial», como la define. «Para mí el primero –continúa–, tener ese contacto con la gente, estar a dos palmos de ellos y hacer que salgan fascinados es magnífico.
No importa la edad, de cinco o de 80. Lo que van a experimentar ahí dentro es un tsunami de sensaciones. Pasan cosas que no te esperas. Los humanos estamos acostumbrados a reaccionar de una forma similar, pero en el fondo somos únicos. Ante lo mismo, hay gente que se emociona de una forma intensa y otros que se van muertos de risa».
De esta forma presenta Diago «La caja», su espectáculo de magia individualizado que desembarca del 29 de diciembre al 3 de enero en Canal –después seguirá de gira por España–. Esta vez ha tocado en estos teatros, pero el mago defiende que su montaje puede estar donde cada uno quiera, un parque, una plaza, un bosque, una playa, una cafetería...
Este cubo no tiene un lugar fijo. Lo que si es seguro es que «pasan cosas, muchas de ellas ni te las esperas», dice. Dentro, el espectador tiene cinco minutos –«que tienen que pasar como uno»– para tocar, sentir, jugar y sorprenderse, «para olvidarse de todo. Para recibir a un espectador que, a través de la magia y los juegos, se trasporte a otro mundo. Aquí hacemos un “show” que busca ese asombro que se está perdiendo y que hay que recuperar».

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