Una veintena de cartas ayudan a rastrear la misteriosa figura de Salinger
Misterioso, esquivo de la fama y sin casi imágenes suyas, la figura del escritor Jerome David Salinger es aún un rompecabezas para los investigadores literarios estadounidenses. Un total de 21 cartas inéditas aportarán nuevos datos sobre el autor de "El guardián entre el centeno".
"Hay afirmaciones reveladoras que ayudan a explicar su decisión de retirarse de la vida pública", explica a Efe el director del Harry Ransom Center, Stephen Enniss, sobre las cartas.
El Harry Ransom Center, una biblioteca de investigación en Humanidades situada en Austin (Texas), incorporó a sus fondos hace unos días 21 cartas de Salinger (1919-2010) que hasta ahora nunca se habían registrado ni publicado.
A la espera de desmenuzar todo el contenido, los investigadores de Austin avanzaron que los documentos adquiridos describen a un Salinger consciente de su talento desde joven, temeroso de la opinión pública e hiperexigente con su trabajo.
También habla de ambiciones literarias, escritura y su vida familiar, especialmente de su segundo matrimonio y la paternidad.
"Humanizan al autor, mostrando cómo se enfrenta a una serie de acontecimientos que cambian su vida, como el matrimonio, la paternidad y su propio envejecimiento", señala el director del centro.
La mayoría de las epístolas tienen como destinataria a su compañera de estudios y amiga Ruth Smith Maier, con quien intercambió correspondencia durante cuatro décadas y a quien Salinger conoció en 1938 en el Ursinus College, una escuela universitaria de letras y artes en Collegeville (Pensilvania).
En la actualidad el centro rinde homenaje al escritor que un día se sentó en sus aulas con unos premios literarios, pero lo cierto es que Salinger tan solo estudió un semestre en Pensilvania y dejó a medias el curso para volver a Nueva York.
Sin embargo, el Ursinus College dejó poso en sus recuerdos, porque en las cartas que ahora salen a la luz se refiere a ese semestre como uno de los últimos periodos de su vida "pacíficos, simples o extrañamente reconfortantes"y porque allí empezó la correspondencia con Ruth.
La correspondencia ofrece detalles sobre la evolución que sufrió la actitud del escritor en relación con la exposición pública y la necesidad de guardarse para él sus creaciones literarias.
En la primera carta, con 22 años, Salinger confía en su talento literario: "Oh, pero soy bueno (...). Llevará un tiempo convencer al público, pero acabará pasando".
La obra maestra de Salinger, "El guardián entre el centeno"(también conocida como "El cazador oculto"), publicada como novela en 1951, vendió un total de 65 millones de ejemplares en el mundo -y sigue sumando ventas-, y fue después del éxito inmediato de la obra cuando el autor dejó Nueva York y se refugió en Nuevo Hampshire.
La crítica considera esta novela como el mejor reflejo del mundo adolescente, y fue muy pronto el espejo en el que se miraron inadaptados de toda índole e incluso asesinos en serie.
El director del centro de investigación explica que "queda bastante claro con la lectura de estas cartas que los altos estándares que se marcó J.D. Salinger contribuyeron a su decisión de mantener su nuevo trabajo fuera de la publicación".
Y Enniss cita un fragmento que el autor escribió a mediados de los 70 en una de las epístolas: "Me molesta y me perturba terriblemente publicar, hacer público. Y la publicación tiende, en mi opinión, a poner en grave peligro todo el trabajo en curso".
"Desconfío de la finalidad de publicar", añadió Salinger en la misma carta, que el investigador considera "reveladora".
De las 21 cartas adquiridas, cinco, escritas entre 1977 y 1978, tenían como destinatario al hijo de Ruth Maier, Christopher.
Con estas cartas, la colección Salinger del centro, que forma parte de la Universidad de Texas, da un salto cualitativo en sus actuales fondos, formados por manuscritos publicados y sin publicar, correspondencia, borradores y pruebas de imprenta de uno de los escritores que más incógnitas generó en el siglo XX.
Como el protagonista de la novela, que deseaba encontrar una cabaña en algún sitio e instalarse allí el resto de su vida, "lejos de cualquier conversación estúpida con la gente", Salinger se refugió en Nuevo Hampshire, en el campo, donde vivió durante décadas y murió en 2010 a los 91 años.