Literatura

Sevilla

«Vertedero»: entre Chandler y Tarantino

Manuel Barea
Manuel Barealarazon

«Todo lo que puede salir mal, saldrá mal». Bajo este «leitmotiv» fatalista, «Vertedero» (Ed. Lengua de Trapo), ambientada en los suburbios andaluces, introduce al lector en una implacable venganza tras un atraco fallido. Con una profunda carga social y teñida de existencialismo, la novela, enmarcada dentro del género negro, sitúa a su joven autor, Manuel Barea (Sevilla, 1999), como una de los talentos más prometedores en el panorama literario. Su ópera prima fue distinguida con el I Premio Valencia de Novela Negra.

-De todas los géneros que se pudo plantear para su ópera prima, ¿por qué optó al final por el género negro?

-Siempre es un género que me ha gustado, pero nunca me había metido de lleno a escribir nada que se pudiera ajustar a él. Sin embargo, cuando vi la convocatoria del I Premio Valencia de Novela Negra me dije que podía intentarlo, coger un minúsculo pedazo del género y hacerlo mío, modelarlo como pudiera para conseguir algo propio.

-Afirma que hubo una noticia que le inspiró: después de que unos traficantes se dieran a la fuga tras una redada, varios vecinos de Cádiz se llevaron alijos de droga enfrentándose a la Policía. El contenido social está muy presente en «Vertedero». A la hora de pergeñar la novela, ¿meditó tanto la carga de denuncia como la propia trama?

-La carga social de la novela negra, aunque no sea lo que más se publicita o lo que la ha hecho famosa de forma comercial, es algo innegable. Ese componente de denuncia social y política es uno de sus pilares y lo que la hace tan interesante. Puedes elaborar una historia complejísima sobre robos, asesinatos y chantajes en las altas esferas con muchos tiros de por medio y algunas frases lapidarias, y quién más quién menos se quedará con eso, pero lo que va a importar al final es que el lector se dé cuenta de que la razón última por la que se profundiza en esa historia es que existen ciertas personas sin escrúpulos que tienen algún tipo de poder y se creen con demasiadas libertades para ejercerlo. Luego está la manera en la que se decida reflejar esa tara del sistema, si desde el punto de vista de los que sufren esa situación o de los que la perpetúan. A mí me pareció más interesante abordar lo primero. De todas formas tengo que decir que si comparo el tiempo que dediqué a meditar la trama comparándolo con el que dediqué a la carga de denuncia, la trama gana: tuve muchos más problemas en dar con el modo en que los personajes podían llegar a ese momento final. El contenido social apareció de una forma más natural, la novela lo pedía a gritos, como pasa con la mayoría de obras del género negro.

-¿Qué referentes literarios y cinematográficos le han influido a la hora de afrontar la obra?

-Muchísimos. Literarios seguramente están los propios referentes del género negro como Chandler, Hammett, Himes, Thompson o MacDonald, y también por supuesto Sallis, Bunker o George V. Higgins; luego otros escritores como McCarthy, Lehane o Kerr; y tampoco me equivocaría mucho al decir que puede que también pasasen por allí gente tan dispar como Pedro Juan Gutierrez, Irvine Welsh, Javier Calvo o Hunter S. Thompson. Y cinematográficos lo mismo, hay muchísimos: la propia adaptación de Drive de Sallis, Reservoir Dogs y Pulp Fiction, Heat, No habrá paz para los malvados, Fargo, Memento, Snatch, Brick, Sospechosos habituales, The French Connection, Atrapados en Brujas, Infiltrados, Payback, Promesas del este...

-¿Sacamos en España suficiente partido al género negro o todavía nos es algo ajeno?

-No es para nada ajeno, y de hecho un premio Planeta como Lorenzo Silva es escritor de novela negra, así que entiendo que es algo que se está buscando que destaque. Creo de todas formas que no hay que ser escritor de novela negra al uso para jugar con ella y que muchos escritores españoles hacen eso muy bien, no se dejan llevar por las reglas establecidas del género.

-¿Con quién se quedaría?

-Yo siempre destacaría por ejemplo a Eduardo Mendoza, que sabe extraer lo mejor del género negro y hacerlo suyo, y luego por supuesto a Vázquez Montalbán. También está ahora de moda Chirbes precisamente por eso, o Montero Glez, todos ellos cogiendo eso que les interesa de la novela negra y llevándolo a su terreno para explorar lo que necesitan contar.

-En varias reseñas y entrevistas se destaca su juventud. ¿Es una ventaja o cree que supone una traba a la hora de dedicarse plenamente a la literatura?

-No creo que sea una desventaja, pero tampoco es la situación ideal. Yo por desgracia a día de hoy no puedo dedicarme a esto al cien por cien, que es lo que querría. Y contemplo esa posibilidad con la tristeza de que, como ya he dicho, es algo a lo que aún no me puedo entregar plenamente aunque quiera.