Un balcón al Mediterráneo

Cuando un hotel promete ser un lugar idóneo para descansar y olvidarse de las rutinas suele apoyarse en unas vistas espectaculares, masajes, spa o un servicio de primera para no tener que hacer nada más que disfrutar. Hay muchos establecimientos en los que tumbarse al sol, dejar que el tiempo pase sin más y quitar por unos días de los hombros el peso de la responsabilidad en el trabajo o con la familia. Sin embargo, existen lugares donde se rompen todos esos tópicos sobre el relax y el bienestar, porque allí el relax es superlativo, donde el cliente sabe que está comprando un valioso tiempo de descanso, apagando el cerebro de las cosas que le perturban. Can Simoneta es ese lugar. Varias razones demuestran que la afirmación no es fruto de la mente impresionable de alguien no acostumbrado al lujo en su vida diaria. En primer lugar, su ubicación. Se asoma al Mediterráneo sobre una pared de roca de 40 metros en el extremo noreste de la isla de Mallorca, que no es mal lugar donde perderse. El segundo punto a su favor, y ahí reside la clave de su éxito, es que no se trata de un edificio con fabulosos jardines, sino de una vasta finca. Las habitaciones se distribuyen entre el edificio original del siglo XIX, el anexo Can Nofre en la antigua vaquería y el Beach House, ya en la playa. Incluso con el hotel completo es difícil cruzarse con muchos huéspedes.

La finca está repleta de rincones con tumbonas o jacuzzis, bajo un árbol o literalmente colgadas del acantilado. Sin más ruido que las aves marinas y el oleaje, uno siente que no existe mejor emplazamiento para disfrutar de un libro, la música o una buena conversación con la pareja, de esas que se posponen hasta la ocasión ideal. El silencio es un bien preciado, las personas hablan a un nivel moderado y hasta cada brazada de alguien nadando en su piscina –ecológica, sin cloro– parece que está insonorizada. Y es que ya lo decía Joan Manuel Serrat: «Niño, deja ya de joder con la pelota». Hay momentos y lugares donde no hay hueco para las voces infantiles que matarían la magia de este hotel. Se agradece que sólo se permitan adultos. Para los niños sería peligroso asomarse al escarpado acantilado o bajar a su calita privada –de roca– a través de la escalera de caracol. Allí tendrán un pedacito de Mediterráneo para ustedes, en la intimidad. De marzo a mayo y de septiembre a noviembre, el jugador de golf –mayoritariamente suizo– monopoliza el hotel gracias a los cuatro campos de golf cercanos. Después se impone el capítulo relax, con un crisol de nacionalidades distintas y clientes muy fijos. Capítulo aparte merece su cocina. De la mano del chef valenciano Pablo Tamarit encontramos platos muy innovadores y sorprendentes. El comensal amante de lo clásico puede sentirse cohibido, pero quizá su mente se haya abierto al liberarse de los problemas, así que arriésguese a probar algo nuevo. ¿Se ve capaz de adivinar el sabor del helado misterioso? Pistas: wasabi, cerveza...ensaimada (cómo no).

Un primo hermano de Can Simoneta es Fontsanta Hotel. Ubicado al sur de la isla, comparten la misma filosofía y el nivel de su cocina de la mano del chef José Vicente. El azul del mar no entra por los ojos. No lo vemos, pero está ahí, a sólo dos kilómetros de agradable paseo en bici en la maravillosa playa de Es Trenc, una de las más famosas de Mallorca destaca por sus extensiones de arena deslumbrante y sus aguas cristalinas. Con todo, este cinco estrellas cuenta con una gran baza a su favor para compensar la ausencia de vistas directas al mar. Y es que allí se hallan las únicas aguas termales que hay en todas las Islas Baleares. En torno a ellas han dispuesto toda una serie de tratamientos e instalaciones para alcanzar la paz interior y recargar las pilas.

Ficha:

Can simoneta

>> Dirección: Carretera

Artà-Canyamel Km 8. Finca Torre Canyamel 07580

Capdepera (Mallorca).

>> Contacto: 971 81 61 10

info@cansimoneta.com

Fotsanta hotel

>> Dirección: Carretera

Campos-Colonia San Jordi

Km 8,2, 07630 Campos

(Mallorca).

>> Contacto: 971 655 016

info@fontsantahotel.com