Wifredo Lam, el cubano con alma de cubista
El Museo Reina Sofía acoge una retrospectiva del pintor compuesta de cerca de 250 obras pertenecientes a las diferentes etapas vitales del autor.
El Museo Reina Sofía acoge una retrospectiva del pintor compuesta de cerca de 250 obras pertenecientes a las diferentes etapas vitales del autor.
Wifredo Lam nació en 1902 en Cuba fruto de la relación entre un chino y una mulata. El espíritu cosmopolita era parte de su naturaleza y fue un ciudadano del mundo, a caballo entre América y Europa. Siguiendo este carácter de Lam, una retrospectiva de toda su obra (que era un mejunje de culturas) vuelve a recorrer los principales núcleos europeos del arte a través de una muestra itinerante que entre septiembre de 2015 y febrero de 2016 se expuso en el Centro Pompidou de París, y que hoy aterriza en el Museo Reina Sofía de Madrid hasta el 15 de agosto para luego trasladarse a la Tate Modern de Londres.
El director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, afirmó que Lam es «una de las figuras más fascinantes del siglo XX», ya que «su trabajo es difícil de entender, es híbrido, mestizo, y se transforma continuamente». Estamos ante un creador vanguardista que se sitúa dentro del marco de la modernidad naciente en el periodo de entreguerras, pero es complicado concretar el movimiento artístico al que Lam perteneció Su universo mágico, fantástico, le acerca a los surrealistas y, por otro lado, las formas que emplea son de inclinación cubista. Sin embargo, para Borja-Villel, Lam «cuestiona estas dos corrientes y es capaz de crear un espacio propio», en el que practicó la pintura, el dibujo, el grafismo y la cerámica. Consecuencia de esta virtud multidisciplinar, Lam cuenta con un extenso catálogo de piezas, de las cuales cerca de 250 conforman la exposición, cuatro de ellas pertenecientes al propio Reina Sofía. La pinacoteca realizó en 1992 otra muestra sobre el artista cubano, no obstante, Borja-Villel aseguró que era «muy distinta a la presente», pues «sólo comparten 18 obras».
Continuos exilios
La exposición actual se divide en cinco secciones que comprenden etapas de la vida de Lam en relación con sus exilios y viajes. El primer bloque pertenece a su época en España, a donde llegó en 1923 para estudiar becado en la Academia de Bellas Artes de Madrid hasta que en 1938 el más que probable triunfo de las tropas franquistas le obligan a marcharse desde Barcelona a París. Dentro de nuestras fronteras tomó bastantes influencias de artistas españoles como Juan Gris o Miró, así como de otros creadores extranjeros relacionados con el expresionismo alemán, el surrealismo y el cubismo. Sin embargo, ni siquiera la formación académica será capaz de enmarcar el arte del cubano en unos parámetros previamente conocidos. El segundo espacio de la muestra se reserva para su estancia en Francia. En su capital, Wifredo Lam conoció a Picasso, quien pasó a ser su principal apoyo y buen amigo, como André Breton y Benjamin Peret. No obstante, una vez comenzada la Segunda Guerra Mundial y debido a la proximidad del ejército nazi sobre París, los artistas se desplazaron a Marsella, donde formaron una verdadera comunidad para en 1941 tomar un barco hacia Martinica. Durante este periodo Lam mezcló distintos aspectos del arte clásico, mientras que en sus dibujos combina elementos humanos, animales y vegetales.
El regreso a América representa una nueva sección en la obra de Lam. Durante esta etapa consolidó su rechazo a toda clase de colonianismo y superioridad racial, sobre todo al encontrarse a una Cuba destrozada y al compartir pensamientos con el poeta Aimé Césaire. De vuelta a su país de origen, buscó una identidad de arte cubano junto a otros intelectuales como Alejo Carpentier, y profundizó en las raíces africanas de la cultura de la isla. En estos momentos México era uno de los centros artísticos de América y Lam no va a permanecer ajeno a este fenómeno, dirgiéndose al país azteca, donde entabló amistad con Diego Rivera y Frida Khalo. El cuarto bloque de la exposición trata una época, entre 1952 y 1967, en la que el pintor realizó numerosos viajes, separándose del trabajo en el taller y simplificando su obra, siendo sus destinos París, Caracas, La Habana, Zurich y Albissola. A esta ciudad italiana llegó en 1954 invitado por Asger Jorn y en 1962 establecerá allí su residencia para trabajar la cerámica. De esta manera, la última sección de la exposición se inicia ese mismo año, ya que Albissola fue el punto neurálgico del final de su vida, aunque Lam también visitó Egipto, India y Tailandia antes de fallecer en París en 1982.