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La única persona que puede romper la cuarentena
A principio de 1975 Robert Kraft volvió a casa de sus padres en Miami con una sensación de fracaso. No habia cumplido sus sueños y tenía que regresar a su hogar, con una leve sensación de derrota, de volver a empezar, de que las cosas no habian ido como deberían.
Y en casa de sus padres se encontró sin objetivos, nada en el horizonte. No tenía nada que hacer, así que se puso a correr: no hay mejor motivo o quizá no hay otro motivo para correr que no tener nada más esperando. Salió un día con un plan: empezaría siempre en el mismo punto de la playa, a la misma hora y recorrería siempre la misma distancia: 13 kilómetros.
No tenía nada y se agarró a la carrera. Y desde el día que se puso a ello, no ha parado: siempre el mismo ritual, como quien lo convierte en una creencia, en un modo de seguir. Un motivo para levantarse que se convierte en una rutina, en algo casi como la propia piel.
Y como la gente le vio correr, la gente se unió. Siempre hay alguien que empieza y alguien que sigue. El caso es que Kraft siguió corriendo, detrás empezó a haber gente y se fundó un club, un grupo para correr, como una cosa natural, como si no hubiese otra posibilidad.
Entonces llegó el confinamiento y las playas de Miami se cerraron.
“Quiero enseñarle a la gente que hay algo que no ha cambiado a pesar del hecho de que el mundo está al revés”, dijo Kraft, a sus 69 años, a la agencia AFP. Porque, como correr le sirve ya para aliviar el dolor de espalda, le han dado permiso para correr por unas playas vacías de gente, de ruido y de todo. “Las únicas huellas que veo son las de los pájaros y las mías. Continuaré, todos los días, si Dios quiere, si el océano no se eleva y el coronavirus no me atrapa ”, asegura
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