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Coronavirus

Talant Dujshebaev: “Claro que echo de menos España, es mi país y donde soy feliz”

El entrenador del Kielce polaco, leyenda del balonmano y de la selección española, habla del futuro de su deporte en tiempos del coronavirus... Y de mucho más

Talant Dujshebaev, durante la videoconferencia de la Federación Española de Balonmano
Talant Dujshebaev, durante la videoconferencia de la Federación Española de BalonmanoLa Razón

Sí, existe quien puede domar el carácter de Talant Dujshebaev (Kirguistán, 1968), leyenda del balonmano, el nombrado segundo mejor jugador del siglo XX: es su nieto, Hugo. “Cuando lo veo llorando es que se me parte el corazón. No puedo. Cuando le estaban saliendo los dientes, no sé si tanto como a él, pero de corazón sí me dolía igual o más”, asegura el entrenador del Kielce polaco en el encuentro por videoconferencia promovido por la Federación Española de Balonmano, donde ha contestado a preguntas de ayer, hoy y mañana...

El ayer nos deja un jugador irrepetible capaz de hacer magia en una pista de balonmano. Su forma de suspenderse en el aire o de hacer rectificados en pleno vuelo recuerda a Matrix cuando la película de los hermanos Wachowski (ahora hermanas) ni siquiera existía. Era puro talento y puro carácter. Un terremoto. “El carácter es de nacimiento, o lo tienes o no. Muchas veces he dicho que he heredado el carácter de mi madre. Soy su copia. Creo que este carácter me ha ayudado mucho como jugador, pero también me ha perjudicado, porque soy el primero que reconoce que he cometido tantos errores en mi vida por este maldito carácter que tengo. A los diez segundos, a los cinco, sé que he cometido un error, pero ya no hay vuelta a atrás. Si pudiera parar el tiempo... Muchas veces que he dejado que me provocaran, me arrepentía luego. Con los años creo que lo llevo mejor, soy un poco más maduro”.

Se endureció en la Unión Soviética, donde tuvo que hacer el estricto servicio militar y donde jugó en el CSKA de Moscú, que era lo más parecido a un ejército cambiando las armas por balones de balonmano. En 1989 en Galicia ya dejó su sello en el Mundial júnior, donde dejó a más de uno con la boca abierta. También vivió la caída de todo eso, el oro en los Juegos de Barcelona en 1992 con el Equipo Unificado y la llegada a España, al Teka, en Santander, donde lo ganó todo y donde se forjó su leyenda en las pistas. Años en los que se nacionalizó español para ayudar también en el crecimiento de la selección. “Para mí, llegar a Santander fue algo increíble: mar, playa, los españoles que tenemos, porque yo soy un español más, ese carácter latino tan abierto, en cualquier parte: Pamplona, Cádiz, Barcelona, Madrid... Mi integración fue tan fácil que no lo podéis ni imaginar. Al poco de llegar a Santander nació Álex... La seguridad era primordial. Amo a Rusia y lo que era la URSS, pero los años 93, 94, 95 eran terribles, la inseguridad que había. Pasó lo que pasó con mi familia, con mi hermano... Son cosas que uno de verdad lo tiene enseguida en la memoria... Cuando tú ves los tanques por Moscú en el año 91... es una sensación terrible”, rememora. Después de sus buenos años en el Teka se fue a Alemania, donde tuvo menos éxito, aunque sí siguió ganando con la selección. Volvió al Ciudad Real para retirarse y pasar a ser entrenador, donde todavía recuerda un mal momento. “Perdimos en Algeciras, dos puntos que después nos impidieron ganar la liga 2005. Estuve dos meses con dolor de estómago, no sabía sí quería ser entrenador, pero me ayudaron, me animaron...”, recuerda. Y es también un referente en los banquillos, ahora en el Kielce polaco, donde lleva desde 2014, como lo fue en las pistas. “Echo de menos a España por supuesto porque es mi país, es donde me siento feliz y donde quiero vivir. Por cuestiones de trabajo el único club al que podría ir es el Barcelona, pero tiene un magnífico entrenador”, dice Dujshebaev, que tiene varias patrias chicas. “Cada vez que tengo tres o cuatro días vuelvo a España”, asegura. Ese “vuelvo” hace referencia a Ciudad Real. “Álex y Dani [sus dos hijos] han tenido sus mejores años en Ciudad Real, allí tiene a los mejores amigos”, admite. “Aunque siempre me consideraré cántabro”, añade.

Del hoy, Talant Dujshebaev reflexiona sobre esta situación extraña que ha dejado el coronavirus, con el deporte parado (le han proclamado campeón de liga sin terminar, porque iba primero) y la incógnita de qué pasará. Ahora se encuentra “más feliz” porque, en lo profesional, ya pueden ir haciendo entrenamientos en grupos pequeños, algo parecido a lo que es balonmano de verdad. “Nosotros no tenemos miedo de contagiarnos entre nosotros, es un deporte de contacto, el miedo puede ser a contagiar a la gente que viene al pabellón”, admite. En el confinamiento no se ha olvidado de los detalles, de llamar todos los días a sus jugadores, “sobre todo a los que estaban solteros”. “Para darles cariño. Les llamaba y les decía que les quería un montón”, asegura. A alguno lo tenía cerca, porque Talant entrena a sus dos hijos, Álex, que es el padre de Hugo, ya consagrado como uno de los mejores jugadores de Europa, y Dani también internacional y con un gran presente y futuro. El primero tendrá muchas “novias” en esta época de crisis, para irse a un equipo que le pague más. “En primer lugar yo soy padre y a mi hijo le voy a aconsejar lo mejor. Si le está llamando tal club y le ofrece mejores condiciones le voy a decir que se marche. No he visto a ningún jugador retirarse con el dinero de balonmano”, dice con claridad. Así lo define: “Alex es un jugador atípico, sabe actuar de central y de lateral, no es egoísta y es muy completo. Además, Jordi lo está utilizando en la selección en defensa en el avanzado. Yo todavía no me atrevo. De Dani, dice su entrenador: “Estoy muy contento con él. Tuvo una lesión en el hombro y nos ha ayudado en defensa, donde creo que más ha mejorado. En ataque para mí es central: si tiene la opción de tirar o pasar, el 90 por ciento de las veces va a preferir dar una asistencia. Para mí no es lateral, por eso creo que ahí tiene problemas. Creo que va a mejorar, yo le voy a poner de central para meterle en la cabeza que él mande y organice el juego”.

Del futuro, Dujshebaev muestra su temor. “Esto nos va a afectar a todos, sobre todo a los que vivimos de que vengan los espectaores al pabellón. Si se empezara a jugar con público en febrero perderíamos un 20 por ciento de presupuesto y si se jugara toda la próxima temporada sin público, perderíamos el 40 por ciento”, piensa. Eso sí, quiere se juegue como sea, con o sin aficionados. “Tenemos que acostumbrarnos, soy partidario de que empiece la liga porque tenemos que competir, aunque sea sin público. Es nuestra obligación. Pediremos a los clubes que pongan el ruido ambiente o algo, pero tenemos que acostumbrarnos”, dice, aunque sea raro, y aquí vuelve a salir su carácter guerrero: “Si te insultan en campo contrario, también es un desafío. La gente va a al fútbol o al balonmano a desahogarse”, continúa. “Tengo miedo de ver si se puede empezar o no la liga en septiembre”, insiste.

Y mezclando pasado, presente y futuro, Talan admite que sería un sueño entrenar alguna vez a la selección española. “Pero Jordi Ribera está haciendo una labor fantástica. Espero que siga muchos años y tenga mucho éxito”, asegura.