Fútbol
Bundesliga: el falso chollo de jugar en casa a puerta cerrada
Alemania marca el camino tras el coronavirus. El número de victorias locales ha bajado un 12 por ciento si se comparan los 33 partidos previos y posteriores al parón
El factor campo se diluye cuando los partidos son a puerta cerrada, o al menos eso se está sucediendo en la reanudación de la Bundesliga, convertida en estos días en el banco de pruebas para el resto de campeonatos que están en vías de volver a disputarse. El espejo es Alemania y en él se miran España, Inglaterra e Italia, los tres torneos que han decidido retar al virus y ponerse de nuevo en marcha para completar la temporada. Los equipos de estos tres países están analizando los choques de la Bundesliga para tratar de imaginarse lo que se van a encontrar y sacar ventaja de esta nueva normalidad llena de ingredientes inéditos.
Para empezar, lo de tener más opciones de ganar por jugar en casa es cosa del pasado. Una tendencia que se está confirmando en las casi cuatro jornadas de la Bundesliga que se han disputado desde que Alemania volvió a la acción. Con el triunfo del Bayern ayer ante el Fortuna Düsseldorf son 33 partidos los que ya han terminado y de esos, sólo siete lo hicieron con victoria de los locales. Los empates tampoco son mayoría, porque los que se imponen por goleada son los éxitos de los equipos que viajan a estadios rivales. Hasta dieciséis choques se han saldado con triunfo visitante y varios de ellos de manera muy holgada.
El porcentaje de triunfos locales en los 33 choques consumidos tras el parón por la pandemia de COVID-19 es del 21%, mientras que si se analizan los 33 partidos disputados justo antes de que todo se detuviese, ese dato sube hasta el 33. Un ascenso considerable, aunque no es menos cierto que en esa franja de la competición también hubo más victorias fuera que en casa.
La circunstancia de que se saquen menos puntos en el campo propio no puede estar relacionada con otro factor que el de las gradas vacías. Sin público no hay ambiente ni, por supuesto, miedo escénico, con lo que las cosas se igualan. Los visitantes se están sintiendo como en casa sin el griterío de la hinchada y en un ambiente que se podría considerar de hasta cierta tranquilidad. La televisión germana no pone sonido enlatado en sus retransmisiones, así que lo que llega de los estadios es un silencio sólo roto por los golpeos a la pelota, los diálogos entre los futbolistas y las celebraciones de los goles desde los banquillos.
Una situación muy distinta que, sin duda, influye en los futbolistas a la hora de jugar. Algunos se sienten raros, a otros les cuesta entrar en juego y para otros es un alivio poder rendir en competición con las sensaciones de seguridad que da un entrenamiento.
El factor cancha casi no existe y eso lo aprovechó el martes pasado el Bayern para dar un golpe casi definitivo al campeonato en el Signal Iduna Park de Dortmund, aunque en este caso es cierto que a los de Múnich no les ha hecho falta vaciar las gradas para sentenciar campeonatos con bastante antelación en los últimos tiempos. Este dato se va a reproducir seguramente en España cuando todo comience, y sobre él habló hace unos días Sergio Ramos, lamentando que el Barcelona tenía todavía que visitar estadios calientes, como el Sánchez Pizjuán o El Madrigal, pero que no van a poder ejercer presión a los azulgrana. De la misma manera, el capitán blanco reconocía no saber si iba a ser una desventaja para ellos disputar los choques que faltan de esta temporada en el Alfredo Di Stéfano. Evidentemente, el Santiago Bernabéu vacío impresiona más que el hogar habitual del Castilla, pero las obras en Chamartín obligan a tomar esta decisión y aprovechar que no habrá público.
Para otros, igual la puerta cerrada es un alivio. Es el caso del Sevilla de Lopetegui, que hasta ahora era el mejor visitante del campeonato y la presión de su público se le estaba volviendo en contra jugando de local.
En Alemania no se han visto grandes inventos para tratar de llenar los asientos de manera artificial. Ni tampoco hay cánticos por megafonía más allá del «speaker» cantando los goles. El Aarhus danés sí ha creado una grada virtual con los aficionados presentes a través de Zoom, pero el efecto no es precisamente el de una caldera.
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