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La NBA, en primera línea contra el racismo y contra Donald Trump

El asesinato de George Floyd ha despertado el lado más reivindicativo de la Liga y la críticas contra el presidente se multiplican

Carlos Boozer
Las camisetas con la leyenda "I Can't Breathe" -"No puedo respirar"- ya proliferaron en la NBA hace añosJae C. HongAP

Stephen Jackson fue un jugador clave de los San Antonio Spurs campeones de la temporada 2002/2003. Ahora, con 43 años y ya retirado, se ha convertido en uno de los líderes de las protestas en Minneapolis tras el asesinato de George Floyd, uno de sus amigos de la infancia. Cuando eran niños un conocido los presentó en Houston y el exjugador le preguntó: “¿Tío, quién es tu padre?” debido al extraordinario parecido físico entre ambos. Es uno de los extremos que une a la NBA con el acontecimiento que está sacudiendo a Estados Unidos en la última semana. La historia en este caso, como tantas otras veces, se repite. Hace seis años la muerte de un ciudadano afroamericano, Eric Garner, en Nueva York, despertó una ola de solidaridad en la Liga estadounidense muy similar a la actual. Kobe Bryant apareció con una camiseta en la que se podía leer “I can´t breathe” -"No puedo respirar"-, la misma frase que se ha convertido en uno de los emblemas de las protestas contra el racismo de los últimos días.

A diferencia de lo que sucedía en las décadas anteriores en las que los miembros blancos de la Liga o las superestrellas no se pronunciaban, la muerte de George Floyd ha provocado una catarata de reacciones. Desde el Comisionado Adam Silver, a entrenadores del prestigio de Steve Kerr, Gregg Popovich o Brad Stevens, propietarios como Mark Cuban (Dallas Mavericks), la WNBA y una lista interminable de jugadores... blancos se han sumado a las protestas contra el racismo. “Me alientan los muchos miembros de la familia de la NBA y la WNBA: jugadores, entrenadores, leyendas, propietarios de equipos, ejecutivos a todos los niveles, hablando para exigir justicia, instando protestas pacíficas y trabajando por un cambio significativo”, afirmó Adam Silver. Otros como el técnico de los Spurs y seleccionador de Estados Unidos fueron más lejos: "Si Trump tuviera un cerebro, incluso si fuera cínico al 99 por ciento, saldría y diría algo para unir a las personas. Pero a él no le importa unir a las personas, incluso ahora. Así de trastornado está. Pero esto es más que Trump, es el sistema el que tiene que cambiar. Trump no sólo divide, sino que es un destructor. Es un cobarde. Crea una situación y huye como un estudiante de primaria. En realidad creo que es mejor ignorarlo. No hay nada que pueda hacer para mejorar esto porque es sólo un idiota trastornado. Yo haré todo lo que pueda para ayudar porque eso es lo que hacen los líderes. Pero él no puede hacer nada para ponernos en el camino de lo positivo porque no es un líder». Steve Kerr, técnico de los Warriors, apostó por la ironía: “Me siento mucho mejor al verlo sostener la Biblia. Ahora sé que es un hombre moral impulsado por los valores familiares y un estricto conjunto de ética personal. Esto lo cambia todo”.

La situación es tan extrema que hasta Michael Jordan ha dado un paso al frente. Habituado a mostrarse equidistante en los conflictos políticos y sociales durante su etapa como jugador, el propietario de los Hornets emitió un comunicado que llevaba por título: “No puedo permanecer callado más tiempo”. “Estoy profundamente entristecido, realmente dolorido y totalmente enojado. Veo y siento el dolor, la indignación y la frustración de todos. Estoy con aquellos que están llamando al arraigado racismo y violencia hacia la gente de color en nuestro país. Ya hemos tenido suficiente”, afirma "Air.

A diferencia de lo que hizo el Jordan jugador, las estrellas de la NBA se han pronunciado de forma casi unánime. LeBron James es uno de los más activos en las redes sociales. Karl Anthony Towns, Jayson Tatum, Ricky Rubio, Pau Gasol... el caso de Jaylen Brown, alero de los Celtics, ha sido uno de los más significativos. En su vehículo particular realizó un viaje de quince horas desde Boston a Atlanta (1.700 kilómetros) para convertirse en uno de los líderes de las manifestaciones en su ciudad. Brown encaja en un prototipo perfecto para vender la imagen de la Liga. En una competición en la que casi el 75 por ciento de los jugadores son afroamericanos (en Estados Unidos ese porcentaje entre la población no alcanza el 15 %), Brown es un modelo a seguir. Tiene 23 años, es de raza negra, es el miembro más joven en la historia del sindicato de jugadores, prefirió la Universidad de Berkeley a otras de mayor pedigrí baloncestístico, pero menor nivel académico, no tiene agente, habla castellano, ha dado charlas en Harvard, le gusta el ajedrez... y en su llegada a la Liga se decía que era “demasiado inteligente”. "Lo primero que soy es un hombre negro y miembro de esta comunidad. Estamos creando conciencia sobre algunas de las injusticias que hemos estado viendo. Nuestras voces tienen que ser escuchadas. Tengo 23 años. No sé todas las respuestas, pero siento cómo se sienten los demás. Ser una celebridad o un jugador de la NBA no me excluye de esta conversación”, asegura.

Brown ha encontrado inspiración en jugadores de la talla de Kareem Abdul-Jabbar. El histórico pívot publicó el fin de semana una columna en “Los Angeles Times”. El artículo no tiene desperdicio: “Tal vez la principal preocupación de la comunidad negra en este momento no sea si los manifestantes están parados a tres o seis pies de distancia o si algunas almas desesperadas roban algunas camisetas o incluso incendian una comisaría, sino si sus hijos, maridos y mujeres, hermanos y padres serán asesinados por policías sólo por salir a caminar o conducir. O si ser negro significa refugiarse en casa por el resto de sus vidas porque el virus del racismo que infecta al país es más mortal que la COVID-19”. Jabbar con 73 años ha encontrado en la muerte de George Floyd un motivo más para seguir mostrando su lucha contra el racismo.