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Fútbol

Un poco de Ansu, otro poco de Messi

Los azulgrana vencen 2-0 al Leganés. Penalti polémico a Leo

FC BARCELONA - LEGANÉS
Ansu Fati pelea un balón con Aitor RuibalAlberto EstévezAgencia EFE

Es difícil hacer una primera parte más seria y buena que la que protagonizó el Leganés en el Camp Nou. Si acaso un pero: la puntería, aprovechar las ocasiones. Y tuvo un clarísimas, clarísimas. Una doble, en la que Eraso se durmió primero y Guerrero se encontró después con Lenglet, que despejó el balón en la línea, cuando ya se cantaba el gol. Y el delantero repitió minutos más tarde, algo escorado, eso sí, pero si tiro pasó cerquita del palo. Fueron dos jugadas rápidas que sorprendieron al líder. Ese era el plan en ataque. Y en defensa, orden, juntos, defensa adelantada y que el Barcelona tuviera poco espacio para jugar. Estaba funcionando, y de qué manera.

Tanto como para que Messi centrara su posición y se convirtiera descaradamente en un centrocampista más, aburrido de estar en el costado derecho con poca participación. El «10» era el que aceleraba, pero fue Ansu Fati el que el que marcó en una jugada algo trabada. No podía ser de otra manera. Con orden y la cadena de pases, no hubo manera. No había conexión con Griezmann, por mucho que el francés tirara un desmarque tras otro. Los tres centrales del Leganés se convertían en cinco defensas y por ahí no entraba, como diría Luis Aragonés, ni el pelo de una gamba. Pero un balón suelto que peleó Júnior, a Ansu se le quedó en el borde del área, y ahí puso su calidad: tiro pegado al poste y la estirada de Cuéllar que no sirvió de nada. Era el minuto 41 y atención: ¡fue el primer disparo a portería del Barcelona! No necesitó más en ese primer tiempo que dará a Quique Setién para pensar.

El técnico azulgrana recurrió a las rotaciones y ahí estuvo Ansu Fati tras unos días en los que se habla mucho de él y del interés del Manchester United, dispuesto a pagar una millonada. Pero dejar que se marchara sería mandar un mensaje de debilidad, y más en un club que suele tener la cantera como seña de identidad. Sólo tiene 17 años y lo que le sobra es desparpajo. Se atreve, está rápido y parece refrescado después del parón. Tras un comienzo de curso fulgurante, perdió protagonismo e incluso a veces parecía tropezar con el balón. Pero clase tiene y lo demostró. Por eso a Messi le encanta, por ejemplo.

No duró mucho más el chaval en el campo, porque en el primer turno de cambios, se marchó al banquillo para que entrara Luis Suárez y el tridente se reencontrara. No ha terminado de funcionar durante el curso. Le falta rodaje, y más teniendo en cuenta que en enero tuvo que parar. Pero el maldito coronavirus le ha dado una segunda oportunidad al uruguayo. El Barcelona seguía atascado, con poca presencia de Arthur y Rakitic, pero funcionó la presión y logró cortar al menos las salidas de los madrileños, que no perdían el orden. Seguían a lo suyo, con alguna posesión larga incluso, esperando a que llegara su momento. Si llegaba.

Daba igual que el partido siguiera abierto. En esta miniliga, sobre todo en las primeras jornadas, hay que proteger a los jugadores. Y Setién cambió también a Busquets con ese 1-0 antes de que el VAR anulara un gol a Griezmann por fuera de juego previo de Semedo. No intervino en la acción del polémico penalti a Messi, que no fue. El argentino hizo una jugada maradoniana y le hicieron varias faltas por el camino, pero el choque con Jonathan Silva en el área no parece suficiente para señalar pena máxima. Tampoco es una jugada para que la tecnología intervenga porque no es un error claro y manifiesto. Marcó Leo desde los once metros y el Barcelona sacó adelante un partido realmente flojo por su parte.