Boxeo

Veinte dólares de ahorro si lo noquea rápido

Como Maradona, con quien compartió años dorados y malos hábitos, Tyson fue un fenómeno que trascendió al deporte

Mike Tyson derrotó a Clifford Etienne en el año 2003 en Memphis en solo 49 segundos
Mike Tyson derrotó a Clifford Etienne en el año 2003 en Memphis en solo 49 segundosPETER JONESREUTERS

A finales de los ochenta, 20 dólares eran un pequeño capital: más de dos mil pesetas en España y, exactamente, lo que costaba contratar en el servicio a la carta de la televisión por cable (pronúnciese «quéibol tiví») el combate en el que Mike Tyson defendió la triple corona mundial (WBA, WBC e IBF) de los pesos pesados contra Carl Williams el 21 de julio de 1989, durante la estancia de un grupo de estudiantes españoles en Largo, Florida, el estado natal del aspirante, un bigardo de 1,93 –un palmo más alto que Tyson– que había sido campeón del mundo aficionado y había noqueado a veintiún rivales en poco más de treinta peleas profesionales.

Todo el estado de Florida hizo causa común con su paisano, apodado The Truth (La Verdad) por la genuina contundencia de sus puños, aunque bastantes telespectadores esperaban secretamente que Williams no le durase tres asaltos a Tyson. ¿Por qué? Pues porque el operador televisivo devolvía los veinte dólares si el campeón dejaba KO a su oponente en el primer o el segundo round, tal y como había hecho un año antes con Michael Spinks, al que puso a dormir en un minuto y 32 segundos.

Con pantalón negro, como siempre, saltó Tyson al cuadrilátero del centro de convenciones de Atlantic City, sonó el gong, se abrazaron los púgiles un par de veces y ¡pam! el primer izquierdazo sonó como una rama rota en la mandíbula de Williams, que se quedó sentadito con los ojos en blanco. Total, 1:31, un segundo menos que contra Spinks... y cientos de miles de dólares menos en la cuenta de Ted Turner, el magnate de la televisión que se vio obligado a cambiar las reglas de la industria por culpa de un boxeador.

No fue la única alteración social relevante que, en su época, propició Mike Tyson, cuyo apellido llegó a convertirse casi en un sustantivo común, un significante en sí mismo. Un vecino un poco macarra le puso Tyson a un perro feote que tenía y toda la chavalería del barrio procuraba no acercarse al can; en un calentamiento previo a un partido de rugby, oímos que a un jugador rival le decían Tyson y ya supimos que aquel día iba a hacerse largo...

Un poco como Maradona, con quien compartió años dorados y costumbres poco recomendables, Mike Tyson fue un fenómeno que trascendió al propio boxeo. Y su papel en esa obra maestra del cine que es «Resacón en Las Vegas» lo instaló definitivamente en el santoral de la cultura pop.