Boxeo

Abrazos, nostalgia y combate nulo en el regreso de Tyson

Los jueces decretaron un empate a 76 en las puntuaciones en una pelea sin demasiada historia

Mike Tyson, durante el combate contra Roy Jones
Mike Tyson, durante el combate contra Roy JonesJoe ScarniciAP

El vestuario de Mike Tyson era un guiño a sus comienzos. Calzón negro y botas negras, como si volviera a ser aquel chaval de 20 años que se convirtió en el campeón del mundo más joven de la historia de los pesos pesados tras derrotar a Trevor Berbick. Un atuendo sobrio en homenaje a los clásicos. Aquel chico no necesitaba más adorno que la fuerza de sus puños para derribar a sus rivales.

Eso es lo que Tyson quería volver a ser en su regreso al cuadrilátero con 54 años, pero en mejor forma que cuando el boxeo lo abandonó en 2005 con una triste derrota ante Kevin McBride. Había adelgazado, estaba más ágil y quería volver a sentirse Mike Tyson, el personaje que había dejado de ser en sus últimos combates.

Roy Jones vestía los colores de los Lakers en su cancha del Staples Center. Los guantes eran púrpura y oro con el número 24 en el puño derecho y el 8 en el izquierdo en recuerdo de Kobe Bryant. Una banda con esos colores adornaba los laterales de su calzón blanco.

La escenografía era perfecta si no fuera por la ausencia de público que convierte cada competición durante la pandemia en una especie de entrenamiento televisado. No fue mucho más que eso el combate, un ejercicio de nostalgia, la imaginación de lo que pudo haber sido y no fue. Tyson y Jones coincidieron en el tiempo, pero no el cuadrilátero. La pelea era una proyección de lo que pudo haber sido y no fue.

Ahora, pasados los cincuenta para los dos se encontraban por fin. Pero en lugar de un combate estelar se vio a dos señores mayores abrazarse continuamente. Tyson intentaba en algún momento demostrar que mantenía la potencia de su juventud lanzando algún golpe que acertaba con el cuerpo del rival. Jones prefería el abrazo, no hacerse demasiado daño. Aunque con el paso de los asaltos -fueron ocho en versión reducida de dos minutos- se animó a tirar puñetazos. Alguno incluso impactó en la cara de “Iron Mike”.

Tyson, que comenzó resistiéndose a los agarrones y lanzado golpes al riñón de su rival mientras Jones lanzaba sus brazos para rodearlo, acabó entregado a esas muestras de cariño. Mejor no correr riesgos. Las normas de la Comisión Atlética de California tampoco permitían mucho. El KO está prohibido para los mayores de 50 años. Sólo quedaba bailar y acertar con algún golpe para sumar en las puntuaciones.

El resultado del combate fue un nulo en las cartulinas de los jueces. Un empate 76 que deja satisfechos a todos, aunque Tyson dijera “he ganado” a su esquina cuando acabó la pelea. Pero no se trataba de eso. Para el campeón más joven de la historia se trataba de demostrar que podía, que era capaz de subirse a un ring y aguantar como antaño después de haber vivido en el infierno. No sólo después de su retirada sino también durante gran parte de sus años de esplendor.

La violencia, las drogas, el alcohol han quedado atrás. Tyson volvió a sentirse Tyson, otra vez en un cuadrilátero 34 años y seis días después de proclamarse por primera vez campeón del mundo. Ya no golpea como entonces, pero sigue siendo capaz de generar la misma atracción.

Mantiene el poder de convocatoria. Actuó Snoop Dogg en la velada y entre el séquito de Mike estaba Mario López, el actor que encarnó a AC Slater en la serie “Salvados por la Campana”. Además, se llevó diez millones de dólares de bolsa, casi diez veces lo que ganó con su primer cinturón de campeón mundial en 1986. Tres millones se llevó Roy Jones. El elevado precio de la nostalgia.