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¿El final del honrado y trabajador Villar?

Ha dirigido la Federación en silencio y, según las investigaciones, con un ojo en las territoriales y la mano, en la caja. No le gusta que le pregunten ni jueces ni periodistas.

Una patrulla de la UCO, en el aparcamiento de la Federación Española de Fútbol en Las Rozas
Una patrulla de la UCO, en el aparcamiento de la Federación Española de Fútbol en Las Rozaslarazon

Ha dirigido la Federación en silencio y, según las investigaciones, con un ojo en las territoriales y la mano, en la caja. No le gusta que le pregunten ni jueces ni periodistas.

Durante muchos años, a Ángel María Villar se le conocía en el programa más escuchado de la radio como el «honrado y trabajador». Era el contrapunto a la etapa, ya superada, de Pablo Porta y su delfín, José Luis Roca, cuyo poder resultó excesivo para el joven gobierno socialista de la época. Para eliminar a Porta se hizo un decreto que se llevó por delante a todos los presidentes federativos que llevaran más de ocho años en el cargo. Porta llevaba la intolerable cifra de doce como presidente de la Federación Española de Fútbol, menos de la mitad de los que lleva Villar en el mismo cargo una vez derogado aquel decreto y menos de lo que duró en la Moncloa Felipe González, el presidente del Gobierno que ideó aquella norma de breve vida.

En 29 años de gobierno de la Federación las dudas sobre la gestión de Villar han sido muchas. Inevitable cuando el cargo y la persona llegan a confundirse. La mayoría de futbolistas de Primera no han conocido a otro presidente y muchos de los que lo han hecho ni se acordarán. Hace tiempo que Villar dejó de ser ese joven abogado que aún no había cumplido los 40 y que daba sus primeros pasos en la gestión deportiva como presidente de la territorial vizcaína. El hombre que llegaba a limpiar el fútbol español de toda sospecha.

Pero las sospechas han ido creciendo. Ayer, cuando el presidente de la Federación y su hijo ya habían sido detenidos, el PSOE de Las Rozas volvía a denunciar las condiciones especialmente favorables en las que el Ayuntamiento gobernado por el PP había cedido los terrenos donde la Federación construyó la Ciudad del Fútbol. Es sólo una de las dudas que se ciernen sobre una gestión que se ha especializado en saltar charcos sin mojarse durante los últimos años.

Villar salió ileso del «informe García» que investigaba la corrupción en la FIFA. Mientras la vieja guardia de la Federación Internacional iba desfilando por los juzgados o por la prisión, la única mancha del presidente español que se pudo castigar fue su lenguaje altivo y su falta de colaboración. «Puede meter la pata, pero no la mano», solía decir uno de sus colaboradores más cercanos, ya fallecido. Otros que le conocen destacan de él su austeridad. «Si hasta le quita el escudo a las chaquetas de la FIFA para no comprarse una», comentan con una sonrisa. Pero las investigaciones no dicen lo mismo.

A Villar no le gusta que le pregunten ni los jueces ni los periodistas. Son muy pocos los que tienen acceso directo con él, que casi siempre exige que no haya grabadoras y que todo lo que se hable sea «off the record». La costumbre de esquivar a los medios la conserva de su época de futbolista. A pesar de sus diez temporadas como jugador del Athletic y sus 22 partidos con la Selección, su momento de gloria llegó por dar una bofetada a Cruyff durante un partido. Cuenta Villar que la sanción le costó más dinero del que ganaba en un mes en el Athletic: 100.000 pesetas de multa que le puso la Federación y otras 100.000 de su club. Aquel fue el primer día que sintió la necesidad de escapar de los medios. Se refugió en casa de la que entonces era su novia y le costó más trabajo explicárselo a su padre, que no entendía aquella amoralidad a pesar de que el joven Ángel tuviera el permiso del suegro para que durmieran en habitaciones separadas, del que le hubiera costado atender a los medios.

Villar ha dirigido la Federación en silencio y, según las investigaciones, con el ojo en las territoriales y la mano en la caja. Aprendió en la Vizcaína la importancia de las federaciones autonómicas y a ellas ha dedicado su cariño y el dinero de la Federación. Ésa es una de las líneas de investigación de la UCO, el desvío de dinero a las territoriales para garantizarse sus votos. Son ellas las que han logrado que Villar, que ha ganado nueve elecciones, sólo haya tenido que acudir una vez a las urnas para ser reelegido, en 2004 contra Gerardo González. Gerardo había sido durante años secretario general de la Federación y conocía el funcionamiento de la casa. Fue el único que estuvo cerca de arrebatarle la presidencia. Tampoco parece casual que el único rival serio que ha tenido después sea Jorge Pérez, el heredero de Gerardo en la secretaría general, al que Villar apartó antes de despedirlo para volver a dejar el mando de la Federación en las manos del octogenario Padrón, vicepresidente económico y presidente de la Tinerfeña. Otro de los detenidos en la operación judicial. Igual que su hijo Gorka, investigado por corrupción por sus años como secretario general de la Conmebol y director de la última campaña de su padre a la presidencia. Juntos hasta el final.