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Así se recupera Carolina Marín de la rotura de ligamento cruzado

Trabajo mental de previsualización de jugadas y trabajo físico marcado por lo que permite su rodilla, con los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en mente

Carolina Marín, entrenándose tras la operación
Carolina Marín, entrenándose tras la operaciónlarazon

Trabajo mental de previsualización de jugadas y trabajo físico marcado por lo que permite su rodilla, con los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 en mente

Éstas son las fases del estado de ánimo tras una lesión grave. Primero, el miedo. «Cuando me lo hice lloré en el pabellón. Estaba nerviosa porque no sabía lo que tenía», cuenta Carolina Marín. Después, al hacerse pruebas, el hundimiento: el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha estaba roto. «Cuando dijeron que estaba roto, la que se rompió fui yo», admite la campeona del mundo y olímpica de bádminton. A continuación, la aceptación. «Salí del hospital, me metí en el coche y cambié la mentalidad. Es un reto nuevo». Y, por último, la resurrección: «Ha habido dolor y sufrimiento, pero la motivación de estar en los Juegos Olímpicos de Tokio nos hace estar tantas horas en pista», explica Carolina.

Apenas han pasado 21 días desde la lesión y la volantista española ya sonríe, ya lleva dos semanas entrenándose e incluso ha empezado a caminar a ratos con una sola muleta. «Ya se va atreviendo», dice Fernando Rivas, su entrenador. Carolina se rompió un domingo, el 27 de enero, y ese mismo día Rivas ya empezó a idear el nuevo plan. El objetivo último es el mismo, llegar en condiciones a los Juegos Olímpicos de Tokio, aunque el camino es distinto con este contratiempo. Más esforzado, si cabe. «A veces estás cansada, a veces no puedes dormir bien porque molesta...», cuenta Marín; aunque eso no impide que tenga jornadas de 10 y 12 horas de preparación. A la semana de haberse operado, ya estaba en la pista, con la raqueta en la mano, sentada y golpeando cientos de volantes. La preparación, en estos momentos, es para la mente y para el cuerpo. Primero, lo de arriba: «Hacemos ejercicios de técnica más visualización de jugada. Es una cosa más sensorial, imitar lo que Carolina hubiera estado haciendo en condiciones normales», desvela Fernando Rivas. Ya cuando estuvo lesionada en el hombro entrenaba viendo vídeos de las rivales y emulando lo que hubiera hecho contra ellas si realmente hubieran estado enfrente. Después de eso, ganó el oro en los Juegos Olímpicos de Río. Ahora la dificultad aumenta, porque ésta es la primera vez que ha pasado por el quirófano, de ahí los temores iniciales.

La segunda parte del trabajo, después de la cabeza, es la física. «La pierna ha perdido algo de musculatura y tengo que trabajar el resto de músculos para que no suceda lo mismo con ellos», analiza Carolina. «Para la preparación física, la rodilla es la que manda, vamos adaptando los ejercicios a lo ella puede hacer para que no se cargue mucho», añade Fernando Rivas.

La lesión ha servido también a la onubense, por ejemplo, para «desarrollar tener paciencia». «Nunca la he tengo», afirma. No le queda más remedio que unirla a sus virtudes. No se pone plazos para volver. En agosto hay Mundial y si está bien competirá, si no, no va a forzar. Quiere regresar cuando esté segura «al doscientos por cien». Los Juegos están siempre presentes. Su lesión fue «sólo» del ligamento cruzado anterior, no tenía afectado ni el menisco ni el cartílago. Muchos otros deportistas, la mayoría, han salido adelante después de una operación así. «La rodilla no va a ser excusa para que Carolina vuelva a ganar. Es una cuestión de tiempo», analiza Rivas.