Baloncesto
Juego de tronos en el Oeste
La NBA comienza esta noche marcada por la llegada de LeBron a los Lakers y su duelo directo con Curry. En el Este, los Celtics son favoritos si consiguen esquivar las lesiones.
La NBA comienza esta noche marcada por la llegada de LeBron a los Lakers y su duelo directo con Curry. En el Este, los Celtics son favoritos si consiguen esquivar las lesiones.
El debate sobre si LeBron es el mejor jugador de la historia es amplio y admite todo tipo de opiniones, pero de lo que no existe ninguna duda es de su capacidad para transformar equipos, conferencias y toda la NBA con su sola presencia. Ya ha ganado el anillo con dos camisetas distintas y su reto a partir de hoy es conseguir otro con una tercera y seguir superando récords. El «Rey» decidió este verano cambiar sus Cavaliers por los míticos Lakers y un panorama nuevo se abrió tanto para los aficionados al baloncesto como para la propia Liga, dispuesta a sacarle el mayor partido posible al duelo con Curry en la conferencia Oeste. En cuanto se anunció el traspaso, Cleveland dejó de existir. De campeones y finalistas, a no tener ninguna opción en el Este y a hundirse en la lista de ventas de productos de merchandising. A los Lakers no les hacía falta un revulsivo para vender, porque si hay un mercado que funciona es el de la franquicia de púrpura y oro, pero sí necesitaban un movimiento que les devolviera al camino de la competitividad. Era vital que dejasen de ser un equipo del montón para volver a pelear por el título, algo que los Celtics consiguieron hace tiempo gracias a los movimientos de Danny Ainge en los despachos.
Con LeBron, los angelinos cuentan, automáticamente, con cincuenta victorias en temporada regular y sus rivales ya saben que si quieren alcanzar la final de la NBA será por encima del cadáver del número 23 de los Lakers. La conferencia Oeste se ha convertido en un campo de minas en el que sobrevivir se ha puesto muy caro. Los Warriors aspiran al tercer título consecutivo y al cuarto en cinco años, pero ya no sólo tendrán que preocuparse de los Rockets de Harden y su barba. Ahora son todos los demás los que van a tener que sudar para derrotar a LeBron y su insaciable apetito de victoria. Ya ha dicho el ex de Miami y Cleveland que se siente con la capacidad para luchar con cualquiera y está acostumbrado a jugar finales sin la necesidad de estar bien rodeado. Se basta casi solo, aunque los Lakers le han dado todo lo que han podido ahora y esperan pescar en la agencia libre dentro de un año para añadir otra estrella a su colección.
Los Warriors las tienen casi todas –este año han añadido a Cousins– y les ha funcionado para iniciar una dinastía que buscará alargarse el próximo mes de junio. La llegada de Durant no fue ningún problema, todo lo contrario, y han podido reinar en el Oeste y después ganarle la serie definitiva a LeBron con facilidad últimamente. Ahora se les complica el objetivo, porque James es un monstruo que va a ir a verlos más a menudo y, seguramente, en la final de conferencia. El amistoso de pretemporada lo ganaron los amarillos, aunque pocas conclusiones se pueden sacar porque todos se guardaron las cartas. Para empezar, James metió un triple lejano al estilo de Curry, en una especie de anuncio de lo que se avecina. Se van a encontrar cuatro veces en temporada regular, la primera, el 25 de diciembre, dentro del menú navideño que siempre prepara la NBA.
El Este se ha quedado sin la máxima estrella y los focos apuntarán especialmente al TD Garden, donde los Celtics se preparan para regresar a unas finales. LeBron se lo ha impedido en los últimos y también las lesiones. Lo único que piden los de Brad Stevens es mantenerse sanos y no perder a uno de sus «all stars» en la primera jornada. Eso les pasó el curso pasado con Hayward y antes de los «playoffs» el que tuvo que parar fue Irving. Ahora están todos bien y el quinteto titular da para que los aficionados verdes piensen que pueden pelear por el título. Enfrente pueden estar los Warriors o... Los Ángeles Lakers, en lo que sería el sueño de todos los que siguen la NBA. Amarillos contra verdes, como en los ochenta, como siempre.
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