Bádminton
Carolina es increíble
La española remonta un 8-13 en el tercer set para luchar por su segundo oro en un Mundial
Si alguien dijese que España va a ganar, por ejemplo, el Mundial de críquet, o el de béisbol, se podría pensar que esa persona no está en sus cabales. Si hace no tanto alguien dijese lo mismo del bádminto pasaría lo mismo. Hace no tanto... pero ahora, ¿quién no va a creerlo? Estando ahí una tal Carolina Marín lo que sería de locos es no pensar que es posible. Primero, porque ya lo logró el año pasado, haciendo historia. Segundo, porque es la número uno del mundo y la única europea que planta cara a las jugadoras asíaticas. Y tercero, por exhibiciones como la que dio ayer en las semifinales del Mundial que se está disputando en Yakarta contra la surcoreana Ji Hyunen Sung, número ocho en el ránking. Toda una lección de valentía y nervios de acero, como su idolatrado Rafa Nadal, ahora en horas bajas, para vencer por 21-17, 15-21 y 21-16. Carolina se impuso en el primer set y perdió el segundo combinando errores no forzados con puntos espectaculares. «Empecé un poco nerviosa», reconoció después la española. Y la manga definitiva no comenzó de la mejor manera posible. Sung, crecida desde el parcial anterior, se presentó imponente, defendiendo todo lo defendible y casi lo que no se podía. Sus 177 centímetros la ayudan a llegar casi a cualquier lado, a las dejadas, al fondo... Y sus reflejos le permitían quitarse las plumas que le llegaban encima. Así se colocó 13-8. Iba directa hacia el triunfo, pero Marín nunca se desesperó. Calma. Una charla con su entrenador y concentración. «Vamos, vamos», soltaba en voz baja antes de sacar, su ritual habitual. Cuando más cerca estuvo de la derrota sacó lo mejor y punto a punto firmó un parcial de 10-0 para dar la vuelta completamente a la situación. La victoria, la final, ya no se podía escapar. La española había destrozado anímicamente a su rival, que desde ese momento dejó de creer en sí misma. El parcial final desde el momento crítico fue de 13-3. Carolina lanzó los puños al aire y lo celebró de forma un tanto contenida, antes de abrazar a su entrenador, Fernando Rivas. El público estalló en aplausos a favor de la española, un ídolo por esas tierras indonesias o por China, donde incluso la paran por la calle para pedirle autógrafos.
Qué diferente la imagen a una de las últimas veces que se habían enfrentado las mismas jugadoras, en marzo de este mismo año. En el Abierto de Alemania, la surcoreana ganó por primera y única vez a la onubense en un partido muy polémico. Las continuas quejas de Marín al árbitro le supusieron dos tarjetas rojas. Durante un rato lloró en el fondo de la pista. Estuvieron a punto de descalificarla, pero siguió en el partido y lo perdió. Después de eso, se han medido en otras dos ocasiones, con triunfo siempre para la española, en dos sets. Ayer, cuando, por ciento, también tuvo sus más y sus menos con el árbitro para que secaran la pista, le costó más. De hecho, el partido fue larguísimo, se fue a la hora y media. Antes de 2015 también había podido derrotarla en otras dos ocasiones.
Carolina Marín dio así un paso más para convertirse en eterna, pues puede ser la cuarta jugadora que consigue retener su corona mundial, que gana un título como ese dos veces. Las anteriores se llamaban Li Linweng (1983 y 1989), Han Aiping (1985 y 1987) y Xie Xingfang (2005 y 2006). Todas son de origen chino, el país que domina esta disciplina, aunque en el actual Mundial ninguna ha llegado a disputar ni las semifinales.
Marín es como un extraterrestre. Sin referentes en España, se ha convertido en la líder de su deporte. Hace un mes estaba preocupada por una lesión por estrés en un pie. De hecho, en el campeonato de Yakarta le está costando desplegar su mejor juego. Pero sufiendo, sufiendo, ya está en la final.
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