Almería
Casillas recupera la memoria
Casillas se cruzó con un periodista en Valdebebas y le dijo que sabía de qué lado estaba. Con Casillas, hasta hace unos meses, era así: un lado u otro, no se podía ser neutral o estar en medio. Había que tomar partido. Ahora Iker vuelve a ser de todos, porque ahora para penaltis, como cuando empezaba. Una de sus primeras grandes noches ocurrió en el Mundial de 2002, en el que fue titular por la famosa colonia que se le rompió a Cañizares en la concentración. En octavos de final, España empató contra Irlanda, gracias, en parte, a un penalti que paró el guardameta, y tras la prórroga, en la tanda definitiva, detuvo otros dos. Fue el colofón a una temporada en la que el Real Madrid ganó la «Novena» gracias, también en parte, a sus paradas en la final de Glasgow.
Casillas, que estaba construyendo su leyenda, seguramente se acuerda de esos partidos, no sólo porque fueran especiales, sino porque el portero madridista recuerda el «98 por ciento» de los encuentros que ha disputado, como reconocía ante una cámara que grabó una conversación de Casillas, con Hierro al lado y con el jefe de prensa, en la que éste le va diciendo partidos al azar y el capitán casi siempre acierta el resultado, quién marcó y cómo fue su actuación en ese encuentro. Hierro, que en muchos de esos choques estuvo junto a él, le mira asombrado, sin atreverse a decir nada porque él nunca acierta. Cuestión de memoria.
El portero, que paró el penalti en Almería y que el martes detuvo otra pena máxima en el Mundialito, se vuelve a parecer a aquel joven que tenía un folio en blanco por delante y ganas de comerse el mundo. Han pasado más de diez años, ha madurado, ha vivido la gloria y también las críticas, pero sigue jugando al fútbol. Es el único de la plantilla que puede contar qué es ganar una Intercontinental con el Real Madrid. Hierro también, pero él lo hace desde el banquillo, con el traje. «Ni antes era una mierda y ahora soy un fenómeno ni antes era un fenómeno y ahora soy una mierda. Yo también quiero que me vuelvan a nombrar mejor portero del mundo, para eso trabajo. Tengo esa ilusión. Entiendo que la gente te ve desde hace mucho tiempo y por eso te exige por lo que has sido, el mejor del mundo. Eso hace que tengas más ganas de entrenar y de todo. Es curioso. Estoy pasando una segunda juventud. Tengo más ilusión con 33 años que cuando tenía 17», decía en una entrevista a la FIFA nada más llegar a Marruecos. Antes del partido contra Cruz Azul, algunos dejaron caer que Ancelotti podía contar con Navas en vez del español. «Tengo el portero decidido», dijo el italiano. Lo decidió en verano, cuando pensó en Casillas para la Liga y la «Champions» y en Keylor para la Copa y partidos sueltos.
El entrenador italiano es protagonista fundamental en el año de Iker. En enero de 2014, Casillas sabía que hasta junio sólo tenía posibilidades en la Copa y en la «Champions». Arrastraba su estado de forma, la suplencia con Mourinho y que Diego López fuese titular en la Liga. El Madrid ganó las dos competiciones en las que el capitán fue titular. Pero fue raro, extraño, sobre todo, tras su fallo en la final de la «Champions», enmendado por el gol de Sergio.
En Brasil, se quedó con una sensación amarga. Se ponía fin a una generación. A su generación. Eso parecía que iba a ser 2014, la despedida de una leyenda de la portería. Pero está acabando el año y la sensación es de regreso. «No he estado bien conmigo mismo y tengo una espina clavada que es el Mundial», decía en Marruecos.
Todo lo extraño que estaba siendo el año cambió cuando Ancelotti le dio la titularidad y Casillas, ahora, se ha puesto a parar penaltis como cuando tenía más pelo y cara de niño y una memoria por llenar: «Es verdad que hace 12 o 13 años ya paré penaltis a este equipo en un Teresa Herrera –decía después de ganar al Cruz Azul, con su memoria intacta, con su fama recobrada–. La verdad es que estoy alegre y contento». Ahora espera recoger el trofeo el sábado.
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