Baloncesto
A rueda: Baloncesto, entre todos lo mataron
La huelga convocada por el sindicato de jugadores de baloncesto (ABP) amenaza con derribar los ya de por sí endebles cimientos de este deporte en España. El parón se ha convocado justo el fin de semana en el que se disputa la Copa del Rey, la ventana por la que entra el aire fresco en un espectáculo que huele a habitación cerrada. Porque, no nos engañemos, el baloncesto en España lleva años (casi décadas) hundiéndose en el anonimato. Los gloriosos ochenta, cuando el baloncesto incluso rivalizaba con el fútbol (sí, lectores jóvenes, así era), quedan tan lejos como mentar a Sibilio, Romay, Andrés Jiménez o Tachenko al que todos hacíamos referencia cuando de altura se trataba la cosa. Qué tiempos. Ahora el interés por la ACB está en mínimos, las plantillas son irreconocibles con tanto cambio y los mejores se van corriendo a la NBA. Y para colmo, esta guerra.
La huelga
El problema reside en el llamado fondo social, un dinero que anualmente paga el patrón (los clubes de la ACB) para que sus trabajadores (los jugadores) tengan recursos para defender sus intereses. Los equipos quieren reducir esa aportación y el sindicato se niega, de ahí el conflicto. Sinceramente, no sé quién tiene razón, pero algo tengo claro: los dirigentes no están a la altura. Su competición está siendo engullida por la Euroliga y esta huelga tan salvaje es un fracaso suyo. Y los jugadores, que no se libran, perjudican a los aficionados, a los imprescindibles patrocinadores y al propio baloncesto. Hacer una huelga a partir del miércoles, justo cuando la demanda de consumo es más alta, recuerda a los parones en transportes durante los días clave de vacaciones. La diferencia es que los ciudadanos seguiremos viajando de una forma u otra. Lo que quizá no vuelva es el aficionado al baloncesto, más difícil no se lo pueden poner.
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