Jaén
Dani Moreno, «rojo» y gana
Si alguien quiere saber dónde está Valverde sólo tiene que buscar a Joaquim Rodríguez. Y al revés. Son inseparables, tan similares que parecen el mismo corredor multiplicado por dos. Pequeños, explosivos y veloces cuando los finales miran hacia arriba. Clasicómanos convertidos en hombres de fondo con aspiraciones de ganador en las grandes Vueltas.
Purito y Valverde se vigilan, especialmente cuando tienen que afrontar rampas tan empinadas como la última de ayer, que en su comienzo alcanza casi el 30 por ciento de desnivel. Un clásico ya el final en Valdepeñas de Jaén. Tanto como los problemas de los vehículos para esquivar a los lugareños que caminan por la cuesta del Chaparral. A la azafata de uno de los patrocinadores se le caló el coche en el atasco, en uno de los pasos más estrechos de la subida. Uno de los aficionados locales le ofreció sus servicios como chófer hasta el aparcamiento y subió más ancho que largo con la rubia como copiloto.
A Dani Moreno nadie lo vigila. Tampoco necesita ayudas. Mira hacia arriba, arranca y suma victorias. La segunda ya, que llegó con el premio del maillot rojo por un solo segundo. Sin más obligaciones que seguir ganando etapas. Sin pensar en el triunfo en Madrid. «El líder del equipo sigue siendo Purito», dice con una sonrisa que no le cabe en la cara.
Mientras su jefe y Valverde se observan, él arranca. «Éste era un final de poder, no me ha beneficiado tanto la vigilancia entre ellos y Nibali, aunque otros días sí. Es un poco nuestra estrategia», reconoce. Y así, poco a poco, va sumando segundos hasta vestirse por primera vez el maillot rojo. «Estoy supercontento. Nunca había sido líder de la Vuelta. Ahora sólo soy el líder teórico del equipo, porque sabemos que el de verdad sigue siendo Purito», insiste. «Celos, ninguno», añade cuando se le pregunta si sus triunfos despiertan la envidia del compañero de habitación. Y lo demuestra el abrazo que se dieron al final, como en Finisterre.
Aquel día ya avisó de que su siguiente subida al podio iba a ser la de ayer. «Valdepeñas de Jaén es un final que me viene bien», advirtió. Cumplió sus amenazas. El final lo tenía estudiado porque Purito ya había ganado aquí hace dos años, aunque la llegada esta vez estaba un poco más arriba. «He atacado en el mismo sitio que Joaquín cuando ganó», explica. Eso es en el comienzo de la rampa, cuando el desnivel es más elevado y la bici se agarra a la carretera. «Me he encontrado bien en la rampa dura y he seguido hasta arriba, aunque creía que no llegaba». Pero llegó para estrenarse como líder de la Vuelta mientras Purito se agarraba a la rueda de Valverde para llegar tercero. Nicholas Roche peleaba por defender su liderato, le sobró un segundo. «Estoy orgulloso, he hecho una buena subida», decía, esforzándose por hablar en español.
La subida era buena para corredores ligeros y pequeños, como los tres primeros: Dani Moreno, Valverde y Purito. No tanto para los demás. Por eso era un día para que casi todos estuvieran contentos. Menos Nibali, que ya tiene a Valverde a dos segundos. «Dani está muy fuerte. Hay que darle la enhorabuena. Ha estado genial y era imposible ganarle. Para estas llegadas estamos ellos dos [Purito y Dani Moreno], yo y pocos más», relata. «Hay que estar contentos: Aunque Dani [Moreno] va ganando tiempo, yo voy arañando segundos». Porque de segundos se ha hablado hasta ahora en etapas con finales exigentes y explosivos, pero muy cortos, donde apenas se pueden sacar diferencias.
A partir de hoy la carrera será diferente, con la subida al puerto de Hazallanas, otra novedad en la Vuelta, después de ascender Monachil, que tradicionalmente llevaba hasta Navacerrada. «Se verán diferencias de verdad», anuncia Dani Moreno. «Es un día para ver a Basso y a otros ciclistas a los que les van los puertos largos», añade. Un día para esforzarse en la defensa del maillot rojo, tras una pequeña concentración en Navacerrada y casi tres semanas en Andorra. «Han sido 25 o 26 días en altura. El liderato es un premio que me merezco», dice.
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