Vuelta a España
López, otra vez Supermán
El año pasado dos caídas le obligaron a abandonar la Vuelta. Ayer se impuso a los favoritos en la meta de Calar Alto
El año pasado dos caídas le obligaron a abandonar la Vuelta. Ayer se impuso a los favoritos en la meta de Calar Alto.
Fue en la Vuelta de la Juventud cuando un narrador de la radio colombiana bautizó a Miguel Ángel López como Supermán al verle tomar ventaja cómodamente en una subida. Apenas cinco días antes, cuando estaba entrenando, unos ladrones lo habían asaltado para robarle la bicicleta. Se resistió y consiguió conservar la bici, pero se llevó varias puñaladas en la pierna derecha.
El asalto no le hizo replantearse su futuro como ciclista. Tampoco la oposición de su padre, al que no le parecía un trabajo serio. Prefería que siguiera ayudándolo en las tareas del campo, como hacían sus seis hermanos. Para Miguel Ángel el ciclismo era una pasión y una necesidad. Veía a sus compañeros llegar en bici al colegio y también quería una. Después, cuando comenzó a coger la de su padre a escondidas, se convirtió en su medio de transporte. El ciclismo, para él, estaba solo encima de la bicicleta. No seguía las grandes carreras por la tele. No tenía ídolos ni necesidad de ellos para que su carrera continuara avanzando.
Vicente Belda lo descubrió
–ahora vive en Cocentaina, su pueblo–, pero fue Astana el que lo trajo a Europa. El año pasado debía ser el líder del equipo en la Vuelta, pero una caída en la tercera etapa le dejó con tres dientes menos y varias magulladuras. Una nueva caída en la sexta etapa hizo que los médicos de su equipo decidieran ahorrarle más sufrimiento y mandarlo para casa.
Ya con la dentadura recompuesta, este invierno volvió a sufrir otra caída durante un entrenamiento. En noviembre pasado un coche lo atropelló y sufrió una fractura de tibia en la pierna izquierda. Antes del Tour, en la Vuelta a Suiza, otro descenso se empeñó en complicarle la vida profesional. Fractura del pulgar de la mano derecha, un par de puntos, varios raspones y otra vez los mismos tres dientes que se van. Todo eso le hizo llegar a la salida de la Vuelta con sólo 18 días de competición. Va a competir más en la carrera española que en el resto de la temporada.
Pero ayer, por fin, en Calar Alto, pudo conseguir la gran victoria que tanto tiempo llevaba buscando. Aguantó el ataque de Contador, el primero en mover el grupo de favoritos. Y después, el de Nibali. Y el de Nieve. El colombiano del Astana fue el primero en saltar a por él. Y no paró hasta alzar los brazos en meta. López conocía bien la subida. Dos semanas antes de la Vuelta Vicente Belda le llevó a reconocer el puerto y Miguel Ángel aprovechó las horas de estudio. Las caídas han quedado atrás. «Para no caerme no tendría que practicar ciclismo», reconoce. Ahora sólo le preocupa el dolor de rodillas que lo acompaña desde el comienzo de su carrera. Pero confía en que su compatriota Esteban Chaves tenga razón. «Hace dos años me dijo en Lombardía que era muy joven y que cuando el cuerpo madure me dejarán de doler». Ahora tiene 23 años y los dolores van remitiendo y en Calar Alto fue el único que superó a Froome en la meta. «Cuando veía sus mano a mano con Nairo por la tele soñaba con estar por lo menos a su rueda y hoy he tenido piernas para ganarle».
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