Ciclismo

Colombia

Plata y bronca

Rui Costa gana un Mundial que llevaba el nombre de Purito y Valverde

Alberto Rui Costa tras conquistar el Mundial de Toscana 2013, junto a Joaquim «Purito» y Alejandro Valverde, plata y bronce respectivamente
Alberto Rui Costa tras conquistar el Mundial de Toscana 2013, junto a Joaquim «Purito» y Alejandro Valverde, plata y bronce respectivamentelarazon

Purito miraba para atrás esperando a Valverde para que rematara la medalla de oro que le había preparado. Pero Alejandro nunca llegó. Se quedó atascado mirando a Nibali ante el ataque de Rui Costa, que superó a Joaquín Rodríguez en el esprint final. El portugués se llevó el oro que debía haber sido de España.

Javier Mínguez, el seleccionador, ya había advertido antes de la carrera de que el recorrido era muy duro y al final no quedarían «más de cuatro» en la lucha por el oro. Y cuatro quedaron en los kilómetros decisivos, dos españoles, Purito y Valverde, el italiano Nibali y el portugués Rui Costa. Purito saltó para multiplicar las opciones. Alejandro podía ir cómodo atrás, sin esforzarse demasiado mientras los rivales se desgastaban en la persecución. Si no lograban alcanzarlo, ganaba Purito. Si lo atrapaban, Valverde era el más rápido. La situación recordaba al Mundial de Colombia, cuando el favorito, Indurain, aguantaba a los rivales por detrás para que Olano acabara ganando el primer Mundial para España. Miguel se conformaba con la plata.

Purito era Olano y Valverde era Indurain, pero algo falló. A Purito lo atraparon una vez. Fue Nibali, que tiraba en busca del oro mientras pedía colaboración a Valverde, que no podía traicionar a su compañero, y a Rui Costa, que miraba para otro lado. Pero Joaquín sabía que su lugar no estaba en ese grupo y lo volvió a intentar. Nibali se marchó con él, pero el italiano estaba cansado. Se había caído dos veces, aunque la primera fue muy pronto y en la segunda un coche le ayudó a volver al pelotón. Después, él solo se había ocupado de atrapar a Purito. Tanto, que el español lo soltó en el descenso, una de las especialidades del italiano. «He arriesgado, he visto que Vincenzo [Nibali] no era el de siempre bajando, iba con miedo, y he preferido irme solo», explica Joaquín.

Al italiano le tocaba otra vez encabezar la persecución. Hasta que arrancó Rui Costa. Nadie intentó evitarlo mientras se acercaba poco a poco a Purito. Joaquín dejó de dar pedales para dejar la responsabilidad al portugués y miraba hacia atrás pensando que Valverde no debía de andar muy lejos, con la impaciencia del que sabe que el lugar que había reservado para su amigo no lo podrá aguantar mucho más. A Joaquín no le quedó más remedio que disputar el esprint a Rui Costa sin demasiadas fuerzas y con menos fe. El portugués no se había desgastado más del mínimo exigible en un recorrido de 270 kilómetros decorado por la lluvia durante siete horas. Ganó Rui Costa y empezaron los reproches. «Valverde tenía que haber salido cuando ha ido a por mí. ¿Por qué no ha salido? Mi trabajo era arrancar para que tiraran los demás. O ganaba yo o ganaba él. Lo único que tenía que hacer Alejandro era salir a la rueda de uno o de otro, que eso no cuesta», se lamentaba Purito.

Después, en el podio, no podía contener las lágrimas pensando en la oportunidad perdida. «No me vale la plata. Alejandro y yo tenemos un buen palmarés, pero nos falta un maillot de campeón del mundo. Nos lo merecemos, pero no sé si volveremos a tener una oportunidad como ésta», se lamentaba. Purito tenía la sensación de que hizo todo lo necesario para ganar el oro –«creo que lo he hecho perfecto»–, pero Valverde no había hecho lo mismo. Mínguez tampoco disimulaba su enfado con el murciano. «Se ha equivocado», repetía el seleccionador. «Tú no puedes dejar marchar a Rui Costa. Hay que marcar al que salta porque Purito va solo. Eso lo ve un ciego», se quejaba. Las explicaciones de Valverde –«quería, pero tampoco podía»–, no le convencen. «¿Cómo no va a poder? El que no podía era Nibali, que iba muerto», comentaba con la decepción todavía reciente. «Valverde ha estropeado su oro y el de Purito. El final de Purito merecía el oro y perder la medalla me cabrea», insistía. A pesar de todo, estaba satisfecho con el rendimiento del equipo: «He convencido a los corredores para hacer lo que queríamos, hay que darles un diez a todos, pero hemos tenido una oportunidad de lujo para ganar el arcoíris».

«Rui Costa ha arrancado en una curva bastante complicada. Nibali ha hecho amago de salir, pero se ha parado en la curva y no tenía manera de adelantarlo. Cuando hemos salido a la recta de meta, Rui llevaba diez metros de ventaja imposibles de recuperar», se defendía Valverde. En el podio, Purito lloraba, Valverde rumiaba su error y Rui Costa todabía no se lo creía.

¿Y si hubiera pinganillo?

«Somos corredores experimentados», decía Alberto Contador antes de la carrera. Por eso no le preocupaba la prohibición del «pinganillo» en el Mundial. «La interpretación de mis órdenes en carrera las hacen ellos, pero son veteranos de guerra y confío en ellos», añadía Mínguez. Pero el seleccionador hubiera agradecido tener una manera de avisar a Valverde de que tenía que «saltar» a la rueda de Rui Costa. «Comer, beber y a rueda», les había dicho Mínguez. Pero el murciano se despistó. Si no, quizá hubiera recibido él en la meta la felicitación de Fernando Alonso, que vio la carrera en directo, en lugar de Rui Costa.