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Purito despierta en el Naranco
Gana la etapa y Horner se viste de rojo antes del Angliru. Nibali vuelve a dar síntomas de debilidad
Nibali se deshace en cada cuesta. Un kilómetro fue suficiente para que Chris Horner le arrebatara el maillot rojo. Sólo tres segundos les separan, pero lo peor para el italiano son las sensaciones. Cada ataque de uno de sus rivales es un golpe del que le cuesta recuperarse. Nibali se hunde poco a poco; le resulta difícil reaccionar. Lleva una semana en decadencia, desde que Valverde, antes que nadie, advirtió su flaqueza en el ascenso a Peyragudes. Nada que ver el ritmo de Nibali con el ágil pedaleo de Joaquim Rodríguez, que saltó a falta de un kilómetro con una facilidad multiplicada por la distancia que le separaba de los tres primeros.
Purito no necesitó mirar atrás para saber que ganaba en el Naranco. Nadie salió en su busca. «Era una subida muy táctica. He dejado ir a Joaquim Rodríguez y después era cuestión de vigilar las ruedas», afirma el nuevo líder, Chris Horner. Purito tenía las ganas, pero le sobraban las dudas. Su equipo trabajó durante toda la etapa para controlar la carrera, para no permitir inoportunas escapadas. Todos creían en Purito. Menos él. «No daba un duro por mí. Le he dicho dos o tres veces al equipo que parara. Pero tengo que agradecerles que confiaran en mí. No conocía la subida, pero estoy contento de haberme estrenado con una victoria», relata. «Me habían explicado cómo era el final y sabía que los últimos 500 metros eran prácticamente un esprint. Por eso he tenido que atacar antes». Y lo hizo bajo la pancarta de un kilómetro para meta. Cuando las piernas de Purito se aceleraron, a Nibali se le paró el reloj. Horner, que vigilaba a sus enemigos, volvió a soltarlo. Como siempre. «Hoy no me esperaba coger el maillot rojo. No era una subida tan dura como esperaba», confiesa. «Era muy táctica. Las piernas han ido "fantástico"y espero que mañana vayan igual para poder ganar en Madrid».
Horner se ha ganado en tres semanas el respeto de sus rivales. Hace días lo veían como uno de los más sólidos de la carrera, junto a Nibali. Ahora, el italiano ha desaparecido de las apuestas. Sólo son tres segundos los que los separan, pero parecen una eternidad para sus piernas. «Horner es el favorito, es el más fuerte, está espectacular», reconoce Alejandro Valverde.
El estadounidense se siente fuerte. «Ha vuelto», dijo al recibir el jersey de líder en el podio. Lo único que le preocupa es la meteorología. En la cima se esperan 10 grados y amenaza de lluvia, aunque nada parece trascendente para él. «Debido a mi edad, prefiero el calor al frío. Pero si llueve, no hay problema, sólo que tendré que ponerme más ropa», asegura sonriente.
Valverde también prefiere el calor; en eso están empatados. El murciano tiene la ventaja de que conoce el Angliru. «Es muy exigente, lo importante es coger ritmo y olvidarte de los demás», dice. «Las diferencias van a ser grandes, no de cuatro o cinco segundos como en el Naranco», añade Purito. «No lo conozco, lo veré esta noche por televisión», reconoce Horner, vestido otra vez con el jersey rojo de líder y sin perder la sonrisa.
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