Con 22 años
El Tour ya vive la “era Pogacar”
El esloveno es el dominador absoluto y sin rivales a su altura. Firma su segundo Tour exhibiéndose tanto en la crono como en la montaña. Y solo tiene 22 años
El sábado, después de la crono de Saint Emilion en la que decidió levantar el pie, empezar a disfrutar un poco de lo conseguido y dejarse llevar por la marea de gente que acudió a las cunetas del Tour para animarle, tras dejar que Wout Van Aert se llevase el triunfo de etapa, Tadej Pogacar y todo su UAE Emirates se fueron a cenar por ahí. El menú que todos los ciclistas quisieron era muy sencillo: hamburguesas. Ardían todos, especialmente el ya ganador del Tour de Francia, de darse un homenaje así. Comida basura. Tantos meses de sacrificio y de negarse cosas que algo tan sencillo como un McDonalds sabe a gloria. Es el mejor premio posible incluso en la tierra donde se crean alguno de los mejores vinos del mundo.
“Estoy muy feliz de lo que he conseguido, pero aliviado por acabar ya”. Pogacar tenía ganas de llegar a París con la parada previa para darse el atracón de hamburguesas y patatas fritas tan merecido. “Me siento cansado”. Lo dice el ciclista que desde la segunda semana de carrera tenía ya el Tour en el bolsillo con más de cinco minutos sobre sus dos más inmediatos rivales, Jonas Vingegaard y Richard Carapaz, que no ha pasado más apuro que el mínimo instante en el final de la ascensión al Mont Ventoux cuando se sentó para respirar y el danés del Jumbo Visma le sacó una treintena de segundos sofocados en el descenso camino de aquella meta.
Lo dice también el chico que ha ganado en todos los terrenos, en la crono de la quinta etapa, donde ya dio su primer golpe de autoridad, en los Alpes donde se vistió de amarillo con una tremenda exhibición en la Colombiere, camino de Le Grand Bornand en donde se convirtió ya en líder inamovible de la clasificación general, y en los Pirineos, donde lo quiso todo y todo se lo llevó. El Col de Portet, “mi mejor momento de este Tour”, dice y Luz Ardiden.
Pogacar ha dominado de principio a fin y en todos los terrenos. No ha querido dejar nada a nadie hasta el final. Dice Allan Peiper, uno de los directores del UAE Emirates, que “Tadej crea sus propios objetivos. Puede ganar en muchos terrenos diferentes. Y no sólo por ganar, porque lo más importante es que se divierte”. Así, disfrutando y dicen los que le rodean que sin haber llegado todavía a su techo, Pogacar ha conquistado su segundo Tour. Y parece que no será el último.
La historia del Tour de Francia está plagada de reyes. Monarcas dominadores que alargan su reinado y éste parece el inicio de la era Pogacar porque no se vislumbra a nadie dentro del pelotón que pueda ser capaz de batirle y eso puede situarle a la altura de los ciclistas más grandes que han escrito la historia del deporte. Él no quiere ni oír hablar de ello. “Cada corredor es único y tiene su personalidad propia, No me considero un patrón y no me gustan las comparaciones que me hacen con Hinault o Merckx. Estoy aquí para competir y divertirme encima de la bici”, insiste él. “No miro a ningún récord por ahora. Sólo quiero disfrutar del momento”. Su momento. El mundo es ahora suyo y todo está a su alcance y ambición, aunque no quiera pensar en los números, no le falta. “En un futuro iré al Giro de Italia, que siempre ha sido una de mis pruebas favoritas”, dice.
Lo más cercano ahora para él, sin apenas tiempo para celebraciones en París esta noche es viajar a Tokio para disputar la prueba en ruta olímpica de ciclismo el próximo sábado. Lo que no está tan claro es qué vendrá después. La Vuelta estaba en sus planes, pero con esta exhibición en el Tour se ha ganado el derecho al descanso. De momento, Pogacar piensa en los Juegos Olímpicos donde parte, cómo no, como el gran favorito. También aquí. Porque Pogacar es capaz de ganarlo todo y eso es lo que realmente le motiva. “No quiero limitarme a ganar un montón de Tours de Francia, a mi lo que me gusta es ser capaz de ir a la Lieja y ganarla”, asegura sobre algo que ya ha hecho. Lo quiere todo y todo lo tiene a su alcance. El gran portento a quien nadie, al menos en el Tour de Francia, puede hoy por hoy hacer sombra.
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