Restringido

De la facilidad al riesgo

La Razón
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Salida en tromba, dispuestos a solucionarlo por la vía rápida. Ritmo alto, velocidad, «press» y una gran movilidad. Parecían un vendaval y no tardaron en llegar las primeras ocasiones: Pedro y Morata avisan, pero fue un efecto gaseosa; sólo 15 minutos. El bajón es alarmante. Los bielorrusos se amontonan por detrás del balón. Sus argumentos, un pelotazo a cualquier parte (directo) o una conducción al precipicio, a la nada. Con ello despertaban a su parroquia, pero parecía que todo era cuestión de tiempo y que el orden de los de Del Bosque sería suficiente. Toca y toca La Roja sin claridad ni profundidad, repetitiva en el pase corto.

Atascados

Se circulaba como un limpiaparabrisas, sin pisar área. Algún córner donde Ramos intimida y poco más, hasta que llega el 31 y Jordi Alba rompe la monotonía con un chut alto. La posesión del balón y su propiedad no hacía presagiar gol, pero en el 45 una falta lateral provoca que Silva, con la colaboración y el fallo del portero en su salida, lograra lo balsámico y psicológico. Lo más difícil, el 0-1, estaba hecho. Segundos antes, mirábamos al banquillo pidiendo a Isco y su libro, el de las ideas, para desatascar un partido en el que en la segunda línea de España tan sólo Silva daba sensación de peligro y de algún pase interior. El resto, muy planos.

Isco: pausa, posesión, orden...

Segundo acto. Guión impensable ante un equipo primario y carente de recursos. En el 2, Casillas salva el empate. En el 6, síntoma de desorden: La Roja cede el mando, regala la pelota, se rompe y el equipo se parte en dos, los de arriba y los de abajo, acción que favorece al más débil. 15 minutos para lanzar la primera contra. Sonaba la alarma, los cambios no llegaban y el equipo necesitaba recomponer sus líneas. Se acumulaban los problemas ante un oponente que sólo aportaba entusiasmo. Llegó la calma: primero Vitolo; después, tarde, muy tarde, Isco, para anestesiar un partido en el que era necesario porque aporta orden, calma, pausa, posesión... Lo mejor, lo diferente, fue la jugada magistral en el 41 entre Vitolo y Silva, que pudo poner más distancia a lo que era un resultado ajustado sin tener que serlo.