Argentina
El Chiringuito de Pedrerol: No al Barça, sí a Argentina
La pobre imagen del Barça el sábado refleja la realidad de un equipo en descomposición, manejado desde la incompetencia de sus directivos, con un presidente al que nadie ha votado (Bartomeu) y un director deportivo desacreditado (Zubizarreta), que es quien debe pilotar la transición hacia alguna parte.
Alma en pena
La crisis institucional ha afectado a la plantilla de manera flagrante. Pero no es sólo eso. Messi abandonó al Barça hace meses. Su lesión y el compromiso claro con Argentina lo han marcado todo. Ni tan siquiera mostró algo de garra en el último partido. La imagen del jugador de los veinte millones netos por temporada andando como alma en pena por el césped del Camp Nou es para sonrojarse. Ni una carrera ante el Atleti, ni un movimiento eléctrico en el partido que valía una Liga. Su tristeza, unida a la del resto del grupo, es la muestra más dramática del fin de un ciclo con la peor posible de las estampas.
La sombra de Maradona
Messi quiere pasar a la historia. Los preparadores físicos de la selección argentina han marcado su recuperación. Quiere el Mundial. Sabe que en Brasil dispone de su gran oportunidad. Con el Barça lo ha conquistado todo. Busca el reconocimiento de su país. La sombra de Maradona es alargada. No debía forzar.
Paso atrás de los médicos
El objetivo era llegar en perfectas condiciones a Brasil. Cualquier imprevisto podía acabar con su sueño y el de todos sus compatriotas. Los médicos del Barça se vieron obligados a dar un paso atrás y a mirar para otro lado. Han sido convidados de piedra. Un especialista enviado por la AFA estaba pendiente de todo. Le cuidaba, le trataba, le aconsejaba...
Los vómitos
Mientras, Messi se mantenía fuera del Barça. Sin sonreír, sin disfrutar por miedo a una lesión. Un pánico que podía llegar a provocarle esas arcadas, a veces vómitos, que le hemos visto. Una reacción que varios especialistas relacionaban más con el miedo que con el esfuerzo físico.
Adiós a la Liga
El Barça dijo adiós a la Liga en el Camp Nou con sus futbolistas saludando desde el centro del campo. Todos menos uno, todos menos Messi. El argentino se marchó a la banda con la misma parsimonia con la que se ha movido durante toda la temporada y sin dedicar ni tan siquiera un saludo de agradecimiento a la afición. Prefirió mantenerse cerca de su destituido entrenador mirando al suelo. En realidad, no necesitaba despedirse. Había estado fuera toda la temporada.
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