Tenis
El día que Corretja se plantó, no jugó y cambió Wimbledon
En la edición del año 2000, harto de las normas sobre cabezas de serie del torneo inglés, el jugador español decidió no presentarse a su partido de primera ronda.
Nadal ha alzado la voz. No considera lógico que como número dos del mundo que es en la actualidad, Roger Federer sea el segundo cabeza de serie en el torneo. Wimbledon tiene sus propias normas, pero en la actualidad los 32 primeros jugadores de la ATP tienen asegurado ser cabeza de serie, el orden es otra cosa. Sin embargo, hubo un tiempo en el que no era así y los cambios se los tenemos que agradecer a dos tenistas españoles, Albert Costa y Álex Corretja.
Era la edición del año 2000. Por aquel entonces los Grand Slam solo tenían 16 cabezas de serie y era el propio All England Club el que elegía quiénes eran esos 16, sin importar su ránking. Resumiendo, los cabeza de serie se elegían a dedo.
Álex Corretja llegaba en la posición undécima de la ATP tras haber sido cuartofinalista en Rolland Garros, sin embargo el torneo lo dejaba fuera de los mejores 16 y con él a Ferrero (13º ATP) y a Costa (15º). El dos veces finalista en París se plantó al conocer la noticia y se reunió con la organización del torneo para comunicarles que no iba a participar.
La organización del torneo británico, a quien nadie nunca había plantado cara, le indicó que si no se presentaba tendría una multa acorde con su posición en el ránking (Incoherencia total, para las multas económicas sí importaba la posición ATP).
Corretja dio una rueda de prensa a un día del inicio del torneo para comunicar al público que no iba a jugar esa edición de Wimbledon. Ni él, ni Ferrero (lesionado), ni Albert Costa se presentaron a su partido de primera ronda.
Al año siguiente el número de cabezas de serie aumentó. Y Wimbledon incorporó la fórmula que usa en la actualidad en la que no se respeta el orden, pero sí los nombres de los mejores.
El torneo británico es el único que utiliza esta norma basada en los resultados sobre pasto de los últimos dos años. Y aunque para muchos, como Nadal, sigue siendo injusto, por lo menos ahora hay una norma a la que acudir. Gracias a la valentía de los tenistas españoles que aquel año sacrificaron sus intereses por el bien del deporte.
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