Balón de Oro

Ancelotti, el mando tranquilo

Ancelotti tomó la decisión salomónica de jugar con Casillas y Diego López
Ancelotti tomó la decisión salomónica de jugar con Casillas y Diego Lópezlarazon

«Si jugamos la final de la Liga de Campeones, podría ser que Iker jugase partidos de Liga para no estar tanto tiempo inactivo ante un duelo así», aseguró

Mueve la botella de agua entre las manos o juega con las gafas que le cuelgan del cuello. A veces, mientras habla, sentado en una silla, Ancelotti mueve la pierna izquierda. Bromea, sonríe, mira a quien pregunta e intenta expresarse en español, aunque no siempre le salen las palabras. El idioma sólo ha sido un problema cuando se ha enfadado de verdad esta temporada. Tres veces (Elche, Levante y Rayo) dice que le ha sucedido. Cuando el entrenador del Madrid se enfada sólo puede hacerlo en italiano. «Pero se entiende igual», afirma. Racional, explica que hay dos tipos de cabreos: los que se piensan y se razonan y en los que tienes que decidir si los muestras tras el partido o al día siguiente y los que salen de dentro, incontrolables.

Pero, en realidad, es un hombre tranquilo, que deja hacer, que cree en la autoridad que da el trabajo bien hecho y la experiencia, en la autoridad de los hechos: «Me gustan las relaciones al mismo nivel. No me gusta que el entrenador esté por encima, pero tampoco por debajo. La disciplina es importante. No me gusta enfadarme con los jugadores, pero hay reglas que hay que cumplir», aseguraba ayer sobre el funcionamiento del vestuario.

Su larga carrera como futbolista y como entrenador le ha curado para el estrés. ¿Presión? Aquí, como en Milán, como en París con el PSG. La presión que llega de la Prensa, del entorno y la peor, la que llega del vestuario, de los futbolistas que no juegan, pero que no ha vivido en Madrid. Sabe soportarla. «Me gusta ser lo que soy, tranquilo», dice el técnico. Llega a trabajar sobre las 9:30 y se va después de las 18:30. Mucho tiempo se le va en ver partidos: a los rivales o los encuentros del Madrid. Desde una cámara situada en lo alto graba los encuentros para verlos después. Está a gusto en la capital y, sale a la calle y siente el cariño de la gente. «Y luego veo los periódicos, que dicen otras cosas de mí. No lo entiendo», dice, entre risas. Va al cine o le gusta pasear. No siente que la gente que se le acerca le moleste. Está tranquilo. Está satisfecho.

Ayer Ancelotti aprovechó la primera semana sin partido del Madrid en 2014 para reunirse con la prensa que sigue la actualidad del equipo y explicarse detenidamente. Fue detallista en su trabajo semanal, donde lo que más le importa es la recuperación de los jugadores. Aunque los entrenamientos varían según las circunstancias, se reúne por la mañana con su equipo técnico y decide qué hacer: en una semana como ésta, hacen recuperación un día, resistencia al siguiente, fuerza otro, resistencia y reactividad. Siempre con el balón por medio, siempre controlando al jugador, cuidándolo como nunca en el fútbol. «Cuando yo era futbolista, se pensaba que estabas trabajando bien cuando te dolía». Él acabó con sus rodillas destrozadas y dolores en la espalda.

Es Paul Clement quien más trabaja el equipo, mientras que Zizou, con su visión especial del fútbol, se encarga del trabajo individualizado: ayer Jesé, que ensayó el remate, y hace dos días con Varane, con quien estuvo practicando el pase largo. Está todo planeado, pero deja que los futbolistas tengan su espacio. Y si no, la puerta de sus despacho siempre está abierta. «Aunque al despacho sólo llegan problemas». Fue con los capitanes con quienes se decidió que el equipo se iba a concentrar cuando jugase por la noche, pero no cuando lo hiciese por la tarde. Son muchos años en el fútbol para pensar que sólo existe una verdad, una razón. «¿Cómo le puedes decir a alguien que no sabe de fútbol?», preguntó ayer. «En el fútbol no hay una verdad, no hay una vía. En la Roma, ganamos una Liga en la que la alimentación consistía en menú libre».

Casi todo vale, pero, por ejemplo, no va a repetir la fórmula de poner a Sergio Ramos de mediocentro, como sucedió en el partido en el Camp Nou, porque Xabi Alonso estaba lesionado e Illarra no se encontraba a tope. Y puede que si el Real Madrid llega a jugar la final de la «Champions», en el mes que va de la semifinal al partido decisivo, Iker disputará algún encuentro de Liga para entonarse. Queda mucho para eso aún.

Tras más de una hora, Ancelotti mira el reloj. Se marcha. Antes le han preguntado por el tipo de entrenador que le gusta. «Me gustan los tranquilos: Del Bosque.... Y Mourinho».