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Del Nido y el parné

El ex presidente del Sevilla desató una campaña contra la familia de Sergio Ramos debido a las comisiones por el traspaso al Madrid

Del Nido y el parné
Del Nido y el parnélarazon

El ex presidente del Sevilla desató una campaña contra la familia de Sergio Ramos debido a las comisiones por el traspaso al Madrid

El Sevilla está resignado ya a recibir un castigo por los cánticos que contra Sergio Ramos profirió un sector de la grada del Sánchez Pizjuán en el partido ante el Madrid. En concreto, aunque no sólo, la tribuna baja del Gol Norte, donde se ubica la peña ultra «Biris», a la sazón el grupo más multado del fútbol nacional. En cada junta general de accionistas del Sevilla, las cuentas detallan una onerosa partida destinada a pagar por los excesos verbales de estos angelitos: casi 400.000 euros costó la broma en el ejercicio 2015-16.

Los incidentes, que frecuentemente van mucho más allá de la agresión verbal, protagonizados por los «Biris» los han convertido en el principal problema de un club ejemplar en casi todos los demás órdenes, pero que no sabe cómo erradicar la violencia. Cuando el visitante es el Real Madrid, con un capitán al frente que no deja pasar ni una ocasión de proclamar su sevillismo, el asunto se recrudece hasta las lindes de lo insoportable.

Sergio Ramos, sevillista de cuna, fue traspasado al Real Madrid el último día del mercado estival de 2005, cuando apenas había jugado una cuarentena de partidos con el primer equipo del club al que llegó siendo un crío. La lógica controversia de aquel agosto –el clásico rifirrafe entre el futbolista que quiere marcharse y la entidad que desea retenerlo– degeneró en un divorcio sangriento por la razón de siempre: el dinero. El presidente José María del Nido propuso al padre del futbolista un negocio paralelo que éste no aceptó. Las típicas ofertas de quien hoy permanece encarcelado por esquilmar el erario.

Del Nido, a quien por entonces nadie tosía al sur de Despeñaperros, desató una feroz campaña contra la familia Ramos que encontró en los hinchas radicales su principal altavoz, sobre todo cada vez que el Real Madrid visitaba el Sánchez Pizjuán. Eran tiempos en los que los ultraizquierdistas Biris, las cosas del dinero, le bailaban el agua al antiguo simpatizante de Fuerza Nueva...

Esta mala relación entre el mejor futbolista andaluz de la Historia y el club que lo formó fue una de las cosas que se propuso recomponer Pepe Castro cuando, en diciembre de 2013, accedió a la presidencia. Seis meses después, el Sevilla homenajeaba a Sergio Ramos con ocasión de un partido de la Selección en el Sánchez Pizjuán, donde Castro lo calificó como «uno de los nuestros» y le agradeció la infinidad de gestos cariñosos que el defensa le prodiga a su club, singularmente a la figura de Antonio Puerta, quien fue su amigo del alma.

La vieja herida estaba en trance de cicatrizar, pero, por un lado, los ultras tiran al insulto con la insistencia de la cabra que tira al monte; y, por otro, Sergio Ramos persiste en su serio problema con las relaciones públicas. El camero vaciló a un portero novato con un penalti intrascendente lanzado al estilo Panenka y midió mal su gestualidad en la celebración. El estadio estalló (casi) unánimemente en su contra. Mañana debería jugar con tapones en los oídos.