Adiós al «Sabio de Hortaleza»

La buena herencia

La Razón
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Una vez que la muerte sale al encuentro, recurrir al tópico o al buenismo para recordar a una persona es lo más socorrido. En ocasiones, las palabras escritas suenan a hueco, vanas; en el caso de Luis Aragonés no es necesario. Lo escribo como lo siento, ha fallecido un hombre bueno, un hombre que ha sido muy importante en el fútbol español. Tan importante que hasta el aficionado más profano es capaz de darse cuenta de lo eficaz que ha sido Luis, como entrenador, y no me olvido de él como jugador.

Fuimos adversarios cuando jugué en el Córdoba, en el Castellón y en el Real Madrid. Lo sufrí, y lo manifiesto con cariño. Era muy bueno, un poco lento, como yo, pero muy bueno, uno de los mejores jugadores de España. No le voy a descubrir ni como entrenador ni como seleccionador; pero sé lo que nos encontramos en la Selección tras su marcha, una muy buena herencia, es lo que recibimos. En todos los aspectos, tanto por lo táctico como con el grupo. Se notaba su mano. No quisimos borrar su huella porque en lo futbolístico nos había dejado un equipo con sentido futbolístico y mucho compañerismo. Se demostró cuando se sortearon los peligros llegados de fuera.

Cuando supe que estaba invitado a la entrega del Premio Príncipe de Asturias, concedido a la Selección, pensé que él también formaba parte de aquello y se me ocurrió compartir el éxito con él. Lo hablé con mi mujer en la víspera; con Jorge Pérez, con el presidente Villar y con los jugadores. A todos les pareció bien. Hicimos lo que correspondía.

Después nos encontramos en diversos actos. Siempre estuvo correctísimo. Descanse en paz.