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La «invasión española»

Aficionados del Atlético de Madrid y del Real Madrid paran en la estación de Servicio Las Bóvedas, en Badajoz, antes de entrar en Portugal camino de Lisboa
Aficionados del Atlético de Madrid y del Real Madrid paran en la estación de Servicio Las Bóvedas, en Badajoz, antes de entrar en Portugal camino de Lisboalarazon

Lisboa se convierte hoy en la capital de España y de los campeones ante la avalancha de seguidores del Real Madrid y del Atlético de Madrid que continúan llegando al centro de la ciudad para seguir de cerca la inédita final de la Champions.

En las principales avenidas lisboetas se ve cómo avanzan hacia el centro grupos de personas ataviadas con camisetas, bufandas y banderas de los dos equipos.

Los bares y las terrazas de los restaurantes ya están llenos de españoles que recargan pilas y hacen un poco de turismo, y algunos intentan hacer negocio con la reventa de entradas, antes de posicionarse para ver la gran fiesta del fútbol.

"Pago hasta 300 euros como máximo", dice un hombre de unos treinta años que lleva colgando del cuello un cartel en español, inglés y portugués en el que puede leerse: "Busco entrada".

Huidizo cuando se percata de que se trata de una entrevista, es uno de los "negociadores"que compra entradas para luego revenderlas por un precio aún superior hoy mismo, cuando la puja puede alcanzar precios desorbitados de varios miles de euros.

Comiendo, haciendo compras o simplemente paseando con las banderas de sus clubes en alto, los seguidores madrileños se mezclan con muchos curiosos y también con aficionados del Bayern Múnich que habían comprado entradas para el partido, seguros de que su equipo iba a eliminar al Real Madrid.

Desde la plaza de Restauradores, cuyo monolito central conmemora la independencia de los portugueses de la corona española en 1668, hasta la del Comercio, abierta a la desembocadura del Tajo, el trasiego de aficionados es continuo.

En la del Comercio se ha instalado el festival "Champions"de la UEFA, salpicado de objetos de "merchandising"y con un pequeño campo de hierba artificial, inaugurado este viernes con un partido de exhibición de leyendas del balompié como Luis Figo, Fernando Hierro, Robert Pirès o Deco.

A unos metros, las cámaras de los medios de comunicación, lusos y españoles, graban a los hermanos Juan Carlos y David González, vecinos del madrileño barrio de Villaverde Alto, que han recorrido 620 kilómetros en bicicleta hasta Lisboa para ganar una apuesta que les permita ver el trascendental partido.

"Hice una apuesta con un amigo. Me dijo: 'si vas con tu hermano en bici desde Madrid hasta Lisboa, os doy dos entradas para la final'", contó a EFE David González, de 35 años y policía de profesión.

Si los aficionados del Real Madrid son aparentemente más numerosos, los del Atlético se están haciendo notar más.

Cantos al entrenador Diego "Cholo"Simeone y canturreos del himno del club resuenan en varias zonas del centro de Lisboa, sobre todo en el bohemio Bairro Alto, donde confluyen la mayoría de bares y pubs nocturnos de la ciudad.

La algarabía de muchos de los hinchas rojiblancos está llamando la atención de varios medios portugueses. El diario "A Bola"les dedicó, en plena madrugada, un vídeo en su edición digital.

El trasiego en Lisboa comienza a incrementarse también en el aeropuerto de la ciudad, que está previsto que reciba unos 700 vuelos en un solo día, y en las principales estaciones de ferrocarril, la de Oriente y la de Santa Apolonia.

Por el ajetreo de algunas zonas como la Baixa -la parte baja de la ciudad proyectada por el estadista Marquês de Pombal después del terremoto de 1755-, Lisboa ha dejado de parecer una melancólica capital europea en la que, al menos por unas horas, se habla español.

Ingresos

En un país sumido en una larga crisis, muchos lisboetas se frotan las manos ante la oleada de españoles, que podrían generar unos ingresos de aproximadamente 46 millones de euros en la ciudad.

Lo que está claro es que los 1.000 euros por día que se espera que desembolse cada aficionado que vaya al estadio de La Luz, más el consumo de las decenas de miles que permanecerán en Lisboa pero fuera del coliseo, darán un impulso a la economía local.

Los cerveceros portugueses esperan, por ejemplo, aumentar sus ventas más de un 15 % este fin de semana y los hoteles de Lisboa, en algunos casos, han más que triplicado el precio de sus habitaciones.

La notable oferta de alojamiento en la ciudad (unas 22.000 habitaciones) se ha visto sobrepasada por la elevadísima demanda y ha propiciado negocios paralelos entre particulares, que alquilan sus casas o habitaciones también a precios desorbitados (por ejemplo, 800 euros en el periférico y conflictivo barrio da Damaia).

Los restaurantes del centro y los supermercados también se han reforzado en mercancías y horarios ante la masiva visita de españoles.

Aunque sea una capital con buenas infraestructuras de transporte y haya albergado otros acontecimientos exigentes (Cumbre de la OTAN a finales de 2010), las autoridades locales están en alerta.

La noche y el alcohol en zonas como el bohemio Bairro Alto o la histórica Baixa pueden crear un explosivo cóctel muy difícil de controlar.

Especialistas en seguridad como Rui Pereira, exministro de Interior portugués entre 2007 y 2011, reconocieron que la manera de atajar altercados en zonas de copas es con "una política de proximidad"por parte de los agentes.

Pero Pereira, actual presidente del Observatorio de Seguridad, Criminalidad Organizada y Terrorismo (OSCOT), aseguró que la Policía de Seguridad Pública (PSP), que es la encargada de velar por la seguridad, tiene suficiente experiencia para acontecimientos deportivos de magnitud.

Además de los calurosos clásicos entre el Benfica, que juega en el estadio de La Luz, y el Sporting de Lisboa y el Oporto, Lisboa acogió la Eurocopa de 2004 sin que se registraran incidentes relevantes.

No obstante, el impacto de la final de la Liga de Campeones de mañana se prevé aún mayor que el del Europeo, seguramente por la proximidad entre las dos capitales ibéricas (620 kilómetros).

Lisboa batirá, de hecho, todos sus récords de tráfico aéreo registrados en un fin de semana con cerca de 650 movimientos diarios entre hoy y el domingo.

La propia PSP coopera con sus homólogos españoles en varios asuntos, entre ellos el control de los hinchas más radicales y, por lo tanto, más proclives a desatar un altercado.

"Habrá algunas centenas de aficionados de riesgo que acompañaremos con la policía española y tomaremos medidas necesarias para evitar incidentes", dijo el superintendente de la PSP, Paulo Onofre.

Sólo para controlar el viaje de aficionados por carretera y en tren, Lisboa movilizará a más de 600 agentes de la Guardia Nacional Republicana (GNR).

En total, se espera que el dispositivo policial supere el millar de efectivos aunque, si fuese necesario, podrá alcanzar los 5.000 en un caso de extrema gravedad.

El Gobierno de Portugal ya ha expresado su preocupación por cuestiones de seguridad, sobre todo, por la masiva llegada en coche de hinchas del Real Madrid y Atlético de Madrid.

"Se plantea un problema desde el punto de vista del dispositivo: es más imprevisible saber el número de aficionados que estarán en Lisboa", asumió el ministro de Interior de Portugal, Miguel Macedo.

Las decenas de miles de aficionados sin entradas pueden convertirse en un problema, al no haber pantallas gigantes públicas para ver el encuentro.

Para Pereira, la disposición de grandes pantallas, que habían sido anunciadas por el Ayuntamiento de Lisboa para atraer visitantes, serviría para amortiguar la posible frustración de los hinchas.

Decenas de miles de seguidores se han lamentado por el hecho de que la UEFA solo haya puesto a disposición de los aficionados de ambos clubes 34.000 entradas (algo más de la mitad del aforo del coliseo) para la final del estadio de La Luz.