Fútbol

Elche-Real Madrid (0-3): No hay partido pequeño para el líder

El equipo de Ancelotti brilló contra el colista, sin relajarse. Si no hubo goleada fue por las líneas de fuera de juego que trazó el VAR

El centrocampista del Real Madrid Fede Valverde dispara para anotar ante el Elche, durante el partido de Liga en Primera División que disputan este miércoles en el estadio Martínez Valero, en la localidad alicantina. EFE/Manuel Lorenzo
El centrocampista del Real Madrid Fede Valverde dispara para anotar ante el Elche, durante el partido de Liga en Primera División que disputan este miércoles en el estadio Martínez Valero, en la localidad alicantina. EFE/Manuel LorenzoManuel LorenzoAgencia EFE

Un centímetro, menos, un milímetro fue lo que evitó que el Elche se llevara un goleada de un Real Madrid festivo, ligero y lanzado. Benzema no sabía que hacer porque cada vez que el Madrid llegaba a toda velocidad y tocando hasta el área (hasta el gol) del rival, después de celebrarlo, el VAR dictaminaba que por un pelo, menos, por medio pelo, el tanto no valía porque había fuera de juego. Así que cuando marcó por fin y no hubo dudas de la ilegalidad del tanto, lo celebró haciendo el gesto del VAR con los brazo, sonrió y casi le faltó abrazar al árbitro, que también se lo tomó a broma. Fue un alivio para el francés y para el Madrid, que veía que todo el esfuerzo y el buen partido que estaba haciendo no se reflejaba en el marcador.

De los tres tantos que no valieron hubo uno que hasta con las líneas trazadas había que afinar mucho para ver quién llevaba ventaja. Metía un gol el equipo de Ancelotti y todos miraban al linier para comprobar que había sido legal. Es un gesto automático, que sale solo, tras años y años haciéndolo, pero ya no sirve para mucho porque la profesión de juez de línea en el fútbol tiene un futuro tan sombrío como lo tuvieron los videoclubs. Ellos esperan al VAR mientras los jugadores celebran y después lo lamentan. Le pasó tanto a los madridistas que podían haber caído en la desesperación o cansarse. Pero no lo hicieron, al igual que no se tomaron en broma o relajados un partido que tras el Clásico y la gala de Balón de Oro invitaba a ello.

Había avisado Ancelotti el martes acerca de que temía cómo iban a salir sus jugadores y continuó con el mensaje con la alineación, sin cambios importantes: sólo faltaron Tchouameni y Mendy, pero estaban todos los demás. Y por eso cuando Valverde marcó el primer tanto del partido apenas rebasados los diez minutos, el entrenador italiano lo celebró con rabia y con los puños cerrados. LaLiga es una competición que se hace muy larga y no ese sencillo no desenchufarte. Lo que hizo el Madrid en Elche es una prueba de lo convencidos que están los futbolistas, de como el mensaje de Ancelotti sigue siendo escuchado y seguido por sus hombres.

Si no decidió definitivamente el partido antes fue por esos milímetros, pero no por ganas ni por fútbol. Como el día contra el Shakhtar en el Bernabéu, el líder de LaLiga jugó al ataque, con la pelota y con precisión, con plasticidad y muchas paredes y toques en corto y por dentro para llegar al área. Fue un encuentro en el que hasta Vinicius, con sus regates, se sintió un poco fuera de lugar. Intentaba lo de siempre, pero es que el día no estaba para eso. Se lo decía Ancelotti y se lo decía también Benzema, que en la segunda parte lució unas botas doradas, por el premio recién conseguido y que son del tono de su fútbol. Cuando el equipo juega a su ritmo: al toque y vete, la regla básica del fútbol, disfruta como un loco. Y Rodrygo es el socio que necesita, un jugador excepcional, que se mueve por dentro en la misma sintonía que el francés.

Ancelotti, con las rotaciones, se ha quitado de encima el problema de quién juega, si el brasileño o Valverde. En muchos partidos, sobre todo con rivales como el Elche, bien intencionados, pero que se van defender, van a jugar los dos. Este Madrid no puede vivir sin el uruguayo, uno de los máximos goleadores del equipo, que, como se diría en baloncesto, tiene la mano caliente. Le llegó un rechace al borde del área, difícil para rematar, controló así, así, pero el remate lo metió dentro. Es que no falla estos días.

El gol no paró al Madrid. Lo que le detuvo fue, veinte minutos después, no haber marcado más tantos por falta de puntería y porque las líneas del VAR no le favorecieron. Se tomó un descanso que aprovecharon el Elche y Lunin para conocerse. El ucraniano se despidió de la titularidad con buenas paradas y evitó el empate. Hasta que el Madrid se puso de nuevo a jugar, con toda la confianza del mundo y fútbol para superar a cualquiera (hasta marcó Asensio) y no hay partido pequeño para él.