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Vicente del Bosque: «Lo normal es que no ganemos el Mundial»

Vicente del Bosque: «Lo normal es que no ganemos el Mundial»
Vicente del Bosque: «Lo normal es que no ganemos el Mundial»larazon

Ciudad del Fútbol de Las Rozas. Mañana espléndida, habitual en este otoño adherido al cambio climático cual hoja perenne. Vicente del Bosque nos recibe en su despacho. Empezamos 15 minutos tarde, pero no mira el reloj durante lo que duró la charla futbolística que él enriquece con lo que es más difícil de encontrar en una entrevista: el titular. Desborda.

–¿Se siente presionado para renovar como seleccionador?

–No. Renovar o no es un acto libre. Tenemos una muy buena relación con la Federación, con el presidente, con el secretario general. Está hasta mal que lo diga yo, pero los resultados no tendrían que influir ni ser importantes en lo que suceda de aquí en adelante. Pero, claro, siempre están ahí.

–Se entiende que no quiera renovar hasta 2016 porque la memoria en el deporte es frágil y un traspié en el Mundial le puede colocar frente a la opinión pública... ¿Ha pensado en eso?

–Es lo que prima. Ahora te hago yo una pregunta, ¿si tuvieras que apostar por que España fuera campeona del Mundo o no lo fuera, por qué apostarías?

–España no se me cae del cartel de favoritos; apostaría por la victoria...

–¿Ah, sí? ¿Más cerca de ganar que de perder? Me encanta tu optimismo. Así que España va a ganar el Mundial, ¡joder, qué optimismo! (risas).

–A ver, Vicente, a la Selección la avalan los resultados, la plantilla, el entrenador... ¿Por qué no va a ganar el Mundial?

–Porque es lo más normal. Sí, lo más normal es que no quedemos campeones del mundo. Hay muchas y muy buenas selecciones y eso es una realidad...

–También hubo buenas selecciones en Suráfrica y también era cierto, hasta que España ganó, que ninguna otra había encadenado Eurocopa-Mundial-Eurocopa. ¿Cómo que es lo normal? ¿Por qué no añadir el Mundial de Brasil? Y conste que no deseo vivir otro chasco como el de Buenos Aires y Madrid 2020.

–¿Lo ves? Precisamente eso nos viene bien para apoyarnos en esta teoría. Vamos a luchar contra países que son la leche y no podemos engañar a la gente. Lo más normal es que no quedemos campeones del mundo, digo yo. Por mucho potencial que tengamos. Sí que hay que competir. Ahí están Alemania, Holanda, Francia, Italia, los países de América, que son una potencia... Lo más normal es que no quedemos campeones del mundo, otra cosa es que vamos a luchar por serlo.

–Pero en el grupo de los favoritos está España... ¿O no?

–En eso estamos totalmente de acuerdo. Estamos en el grupo, estamos. Pero, insisto, lo más normal es que no quedemos.

–Por todo ello, y a pesar de que hay un acuerdo verbal entre la Federación Española y usted para que siga hasta 2016, el momento de la firma no ha tenido lugar aún, claro.

–No, ese acto no se ha producido.

–Es comprensible la postura de la Federación: si ha ganado un Mundial y una Eurocopa, si ha logrado una clasificación inmaculada para 2014 y el entrenador tiene buena prensa y títulos, ¿por qué esperar?

–¿Lo de la buena prensa es porque nos tenemos que llevar mal con la Prensa?

–No.

–Porque no es nada malo tener buena Prensa, supongo...

–Más vale aliado en mano que ciento volando, ¿no?, y la Federación valora sus méritos.

–Partimos de una situación que no es nueva: la Federación, desde hace muchos años, una vez conseguida una clasificación renueva al técnico. Lo mío no es excepcional y la idea es continuar, si bien sabemos que el paso de los años desgasta, aunque no ha sido nuestro caso; no ha habido mucho desgaste. Ni somos dogmáticos ni estamos todo el día por ahí dando doctrina. Estamos dentro de la normalidad sabiendo, como sabemos, que en este mundo del fútbol y a nivel de Selección convencer a todos es imposible, porque no hay unanimidad. Por mucho que ganemos, cuando se pierda siempre habrá alguien que salte con el «ya lo decía yo».

–Alguien dijo que las prisas sólo son buenas para los ladrones y para los malos toreros. Pero usted de prisas no es. Tampoco lo era cuando jugaba al fútbol, ¿verdad?

–Esa fama no es real, que conste. Yo tengo mis urgencias, mis nervios, mis apuros; pero antes de tomar ciertas decisiones hay que pensarlo. Pero no es sólo por el tema de la renovación, es que hay que tener reposo en determinados asuntos.

–Cumplirá 63 años el 23 de diciembre, con esa edad afrontará su segundo Mundial como entrenador, ¿presiente que le queda cuerda para rato, para un rato que pueden ser dos años más, hasta los 65, ese número que es fatídico para unos y el más deseable para otros?

–Con 65 habrá que dejarlo. Es la edad correcta. Ya se sabe: puesto dejado, puesto ocupado. Haremos como nuestros padres, que se jubilaron a los 65... Lo más importante de todo es el sentido de la responsabilidad, tener emoción por hacer las cosas. Seguir por seguir no es. Si no me apetece, no sigo.

–¿La experiencia forma parte de su librillo?

–Parece que nos han entrado a todos unas prisas por dar paso a la juventud. La juventud es muy buena. También presumo yo de los buenos entrenadores jóvenes que tenemos en España, pero no podemos eliminar a los que tienen más de 60 años. Hay que fijarse en que la laboriosidad esté a la orden del día y en la calidad del trabajo que se desarrolla. Si no cumple ni por calidad ni por ganas... Pero también hay jóvenes que tampoco cumplen. No es una cuestión de edad. Además, la edad no es ningún mérito, es un estado, nada más.

–¿Tiene librillo?

–Me he formado con excelentes entrenadores, algunos de los cuales eran más que entrenadores; gente con un gran humanismo, muy preparada. Tengo muchos recuerdos de ellos. Aquél que sólo presume de saber de fútbol, probablemente no sepa ni de fútbol.

–Se hizo cargo de la Selección en 2008, ¿qué fue en lo primero que pensó cuando aceptó el puesto?

–Recuerdo que todo el mundo me decía que era el peor momento para coger la Selección: se había ganado la Eurocopa. Yo pensé que era el mejor momento y que había que aprovechar la inercia de una Selección campeona de Europa, el grupo de jugadores que había... Todo el mundo piensa que cuando llegas a un sitio tiene que ser después de una debacle. Y aquí no había ninguna revolución por medio; había una continuidad en el trabajo.

–¿Y cuándo ganó el Mundial?

–Que adquiríamos mayor responsabilidad con nuestro deporte, que es nuestra pasión, que es el fútbol. Y pensé también en la simpatía y en la generosidad de la gente que nos ha dado tanto.

–¿Vivió de manera similar el éxito de la Eurocopa?

–Igual. Claro que tendrá más trascendencia ser campeones del mundo. Pero hacíamos realidad esos retos, esos sueños de objetivos que parecían inalcanzables. Por eso no digo ahora que el próximo Mundial lo vamos a ganar. Sería pedante a más no poder. De mi boca no puede salir eso; es que parece que me estoy poniendo la venda antes de que se produzcan los hechos. ¿Cómo vamos a decir que vamos a ganar el Mundial? Eso es pedantería pura y yo no lo diré porque sería el tío más tonto si lo dijera. Ni se me ocurre.

–¿Hay una definición diferente para la Selección actual y la que se encontró?

–Ha habido cambios de nombres, lo que es ley de vida. Hay nuevas generaciones, nuevos jugadores. Pero hemos sido fieles a lo que recogimos. En el fútbol español todo es evolución, pero me da miedo poner apellidos a lo que hacemos. Tenemos mejores instalaciones, mejores futbolistas, mejores profesionales, que se abren camino en el extranjero. La gente que rodea al fútbol ha evolucionado. Han sido muchos los factores que han producido este cambio.

–¿Por qué cuesta tanto ganar los partidos?

–Nadie gana con comodidad. Llevamos cinco años, o más, siendo los primeros en el ránking FIFA. Menos uno o dos meses que hemos estado fuera de ese ránking que parece imposible. Y no es una casualidad, hay contenido. ¿Que nos cuesta ganar?, claro. ¡Es que se ha llegado a cuestionar hasta la forma de ganar! Llevamos la iniciativa, reiteramos los pases, pues claro, porque no encontramos los espacios como antes. Y lo que yo creo que es una virtud, que es tener el control del partido, lo convierten en un defecto. Nosotros queremos darle profundidad al fútbol, pero hay veces que no se puede.

–Es tal la exigencia que hay quien se aburre viendo a la Selección, ¿y?

–Eso tiene otra sustancia. Hay una fisura tan grande en el fútbol español, entre Madrid y Barcelona, que eso nos condiciona y provoca el cambio en muchas opiniones. Y algunos, como asocian a la Selección con el Barcelona, pues están endemoniados y llegan incluso a desear que pierda la Selección cuando son los más patriotas del mundo. Es un sinsentido porque tenemos señas de identidad del Madrid, del Barcelona y de todos los equipos españoles. Es nuestro fútbol, no es el fútbol de nadie. Pero aquí, amigo, si alguien siente que lo asocian a tal o cual, pues ya estamos en esa guerra imposible Madrid-Barcelona.

–¿Estamos tan mal acostumbrados que de tanto comer solomillo no nos acordamos ya de la cinta de lomo?

–En el fútbol hay ciclos y éste es el del fútbol español. Y tenemos que cuidarlo sin salirnos de la línea. Tenemos que creer en nosotros mismos, pero no creernos los mejores del mundo, que es algo que me repatea. Hay selecciones tan buenas como nosotros. Es empalagoso eso de que somos los mejores del mundo.

–De todos los jugadores que ha tenido a sus órdenes, ¿a quién o quiénes destacaría y por qué?

–No puedo destacar a ninguno, sería injusto, por mucha simpatía que tenga hacia fulano o mengano; además, son de diferentes puestos. No podría inclinarme por dos o tres. Sería imposible poner a algunos de los que he tenido entre los suplentes. Me costaría hacer un equipo con los jugadores que he tenido.

–¿Hay relevo para futbolistas como Xavi, como Iniesta...?

–No quiero pecar de optimista. De los actuales, que estén en edad de ser relevados son muy pocos. Los que tienen 31 o 32 años son mínimos, y ahí están los tres porteros, que no entran casi en ese juego porque son un mundo aparte por su longevidad. Y luego están esos dos, tres o cuatro jugadores a lo sumo. Pero que no hay revolución por medio. El tiempo nos indicará el rendimiento de esos jugadores durante la temporada. Es que nos parece que Iniesta ya es mayor y no ha cumplido los 30 años. ¿De quiénes hablamos? De Puyol, de Xavi, de Villa y de Xabi Alonso. Los cuatro son importantes y tampoco son tan mayores. Dependerá siempre del rendimiento que den en sus clubes. Si siguen jugando en el Madrid, en el Barcelona, en el Atlético, será por algo. No soy tonto para ir contra nosotros. Dependerán del rendimiento que den en sus clubes durante toda la temporada.

–¿Ha tenido que animar a Casillas cuando, una vez recuperado de la lesión, perdió la titularidad en el Madrid?

–A Casillas le hemos tratado como debíamos. Hemos sido sensibles con su situación. Un entrenador se tiene que poner en el lugar de los demás y me he puesto en el suyo, y en el de Víctor Valdés y de Pepe Reina. Pero ocurre que muchas veces el querer contentar a todos es el principio del fracaso. Este ha sido un caso extremadamente singular.

–Y se añade la guerra Madrid-Barcelona, ésa a la que antes aludía.

–Sí, sí. Es tremendo. Pero es peor porque ha ocurrido hasta dentro del propio club.

–Es difícil creer en lo que está sucediendo con Casillas, que tiene una fama de traidor entre determinados madridistas que es que lo quieren vender, y a Sergio Ramos. Chocante, muy chocante.

–No quiero insistir en eso.

–También perdió Iker la titularidad con usted, hace ya once años (2002), y le plantó por delante a César. ¿Se puede aclarar aquella decisión?

–En aquel caso, Iker estaba en los comienzos, o casi, y creímos conveniente poner a César; pero desde aspectos puramente deportivos. No hubo otra situación.

–¿No fue para pararle los pies, para bajarle de las nubes...?

–No, no, no. Me joroba, por no decirlo más fuerte, que se diga una mentira que repetida muchas veces se convierte en verdad. Me refiero a Hierro y a Raúl. Nadie participó en eso. Nadie ha participado jamás en las alineaciones que hemos hecho, con errores o con aciertos. Además, jamás entraría yo en un vestuario después de que alguien me hiciera una observación para alinear o dejar de alinear a éste o a aquél. Me daría vergüenza. Sólo puedo hablar del respeto que nos ha tenido todo el mundo cuando hemos salido del Madrid. Y eso se gana con decisiones como ésa, no sometiéndote.

–Contra Bielorrusia jugó Valdés porque Casillas había disputado un partido en un mes; ¿qué cambió para devolverle la portería contra Georgia?

–Posiblemente no estuve acertado en esa explicación. Hemos obrado siempre desde el sentido común. Y aquí, añado, basándonos en los entrenamientos para alinear a quien hemos creído conveniente.

–Usted ha entrenado a Casillas en el Madrid y en la Selección, ¿se emplea con más intensidad en los entrenamientos de la Selección que en los del Madrid? Se lo pregunto porque hay rumores.

–No puedo evaluar eso. Nosotros estamos encantados con él y con los otros dos porteros. Siempre que tengo ocasión focalizo en ellos tres la armonía de esta Selección. Y eso que las influencias que han tenido han sido crueles como para romper la unión del grupo. Sin embargo, han sido chavales bien majos, majísimos. A lo mejor no he obrado bien con ellos tres, pero presumo de que ellos han sido súper profesionales.

–¿Ha asistido a alguna reunión social como marqués de Del Bosque?

–Sólo cuando nos nombró el Rey. Fui a una comida. Y lo de marqués, que se lo agradecí al Rey, sirve como ironía a mucha gente para llamarme «marquesito», y lo dicen con un retintín... Pero qué vamos a hacer.

–Antes que el Rey le concedió el título Mourinho, pues dio a entender que usted, al ser seleccionador, vive como un marqués. Vamos, que el trabajo de seleccionador no agobia.

–Tenía razón.

–¿Sí?

–Claro, entrenaba menos que él y tengo menos trabajo que él. Él entrena a un equipo de club, que es distinto a una Selección.

–¿Quema el banquillo?

–Para los que hemos tenido la suerte de estar siempre en equipos que han ganado, cualquier derrota es dolorosísima. Pero aguantamos.

–Quizá el del Besiktas...

–No. Fue una de las experiencias más bonitas que he vivido a nivel familiar y deportivo. Acostumbrados a movernos entre las cuatro paredes de siempre, fue una experiencia inolvidable.

–El 5 de noviembre (mañana), LA RAZÓN, del que fue columnista durante su estancia en Turquía, y en la Eurocopa de 2008, cumple 15 años, lo cual no está mal para los tiempos que corren...

–Sólo puedo desearos felicidades. Escribía desde Estambul opiniones de fútbol. Lo recuerdo con agrado. Quizá estaba un poco irónico, recién salido del club... Puede que no estuviera afortunado alguna vez. Como diría el otro, lo hice desde el afecto y desde el cariño.

–Por último, después de 36 años en el Madrid, tuvo ocasión de comprobar que había vida, ¿y después de la Selección, se lo plantea?

–Espero seguir viviendo, faltaría más. Y ver crecer a mis hijos y verles llegar a mayores. Y vivir decentemente.

–¿Al margen del fútbol?

–Sí, claro; aunque siempre estaré cerca de la Federación, de lo que me pida, y del fútbol. Intentaré vivir lo mejor posible.

–Pues la Federación intentará convertirle en su director deportivo.

–Ya, pero eso es trabajo.

Sus 15 mandamientos

Integridad. Fue lo primero que destacó Vicente del Bosque cuando escribió en un artículo para LA RAZÓN cuáles eran sus principios.

Rectitud. Otro de los valores que le inculcó su familia y que ha procurado no olvidar en toda su trayectoria.

Ética. Tambén lo aprendió en casa y hace gala de ello como persona y como deportista.

Obediencia. Para saber mandar, hay que saber obedecer.

Respeto a los demás y a lo que piensan. «Sin respeto no hay valores».

Responsabilidad. En cualquier acto de la vida.

Trabajo. Es lo que suele conducir hacia el éxito, que no siempre es lo más importante.

Constancia. No hay que rendirse. El deporte es perseverar.

Afán de superación. Huir del conformismo y ser generoso en el esfuerzo.

La familia. El pilar sobre el que se asientan todas las bases. La familia proporciona serenidad, seguridad, cariño.

Saber Ganar y saber perder. Es el valor intrínseco de la competición y debe de serlo de quien compite.

Flexibilidad. La razón no siempre está de parte de quien ostenta el mando, y eso hay que saber aceptarlo.

Huir de los radicalismos, que no conducen a nada bueno. Las posiciones intermedias puede que no siempre sean las mejores, quizá sí las adecuadas.

Escuchar. Porque nadie está en posesión de la verdad absoluta, probablemente.

Humildad, que es un don, más en el mundo del fútbol, donde el éxito, según se puede comprobar, es pasajero.