Natación
Gemma Mengual: «He pasado más horas en el agua que en la cama»
Su hábitat natural es la piscina –dice que cuando ve una se tira–, pero en tierra firme no se maneja nada mal. Ahora acaba de nadar para promover hábitos de vida saludable por una causa solidaria para Save the Children.
Su hábitat natural es la piscina –dice que cuando ve una se tira–, pero en tierra firme no se maneja nada mal. Ahora acaba de nadar para promover hábitos de vida saludable por una causa solidaria para Save the Children.
Había una vez una sirena que se salió de los cuentos para zambullirse en las piscinas, subirse al pódium y conquistar 17 medallas de oro, 18 de plata y 12 de bronce. Una leyenda viva que se sentía más segura dentro del agua y que, cuando salía, comía sushi y brindaba con cava. Una deportista mayúscula que lleva la natación sincronizada por bandera allá por donde va. Una mujer resistente a todo tipo de pinchazos, como los neumáticos Bridgestone DriveGuard, de los que ahora es embajadora. Gemma Mengual es mucho más que una simple nadadora.
–¿Se puede ir en la piscina sobre ruedas?
–Cuando notas que entrenas y todo sale fluido, sí. A veces, cuando sales del agua tienes la sensación de que todo ha ido estupendo.
–¿En el agua es posible seguir circulando tras sufrir un pinchazo?
–Sí. Algunos días te da un pinchazo en la espalda o en la pierna que te obliga a bajar la intensidad, pero puedes seguir entrenando.
–¿Cuál ha sido la mayor de sus conquistas?
–Ser madre es lo mejor que me ha pasado en la vida, pero el deporte me ha hecho ser como soy. Las primeras medallas que conseguí fueron las que más ilusión me hicieron. Recuerdo la primera vez que subí a un pódium europeo. O la primera vez que gané el Mundial o mi primera medalla olímpica. Competir en unos Juegos después de haber sido madre también fue una gran conquista.
–Tras las olimpiadas de Río, ¿qué retos tiene por delante?
–Me he tomado un tiempo más tranquila, pero me voy a tirar otra vez al agua porque mi cuerpo me lo pide. Me gusta sentir el agua y estar preparada por si acaso. Ayudaré a Ona Carbonell y al equipo a lo que haga falta. Tengo también un restaurante. No me aburro.
–¿Descarta volver a competir?
–Hoy te digo que sí. Creo que es lo que toca. Mi reto era competir tras ser madre. Después del segundo hijo y de cinco años sin estar en una competición importante, imagínate la experiencia brutal que supuso estar en Río.
–Pero el talento no caduca.
–Este deporte tiene mucho de arte. Hay mil formas de estar ahí. Cuando estoy nadando y moviéndome con la música me siento yo. Competir al más alto nivel era un reto para mí y estoy satisfecha por haberlo logrado, pero, a día de hoy, ya no lo necesito. Puedo dedicarme a esto desde otra perspectiva.
–¿Cuántas veces ha tirado la toalla?
– Me considero bastante optimista. Sólo he tirado la toalla una vez, cuando quise volver después de tener al niño. Estuve unos meses entrenando y todo lo que rodeaba a la natación se me hizo una montaña. No era feliz. Tenía un niño de ocho meses y no me merecía la pena. Me quedé a gusto al colgar el bañador.
–¿Gemma y Mengual son la misma persona?
–No soy la misma dentro que fuera del agua. Soy sensible, enseguida me emociono. Pero en el agua me hago más disciplinada y metódica. Fuera soy más desordenada y caótica, menos segura y no tan valiente. Dentro, siempre pienso que lo puedo conseguir.
–¿Es usted una mujer sincronizada con la vida?
–Sí. Cuando dejé la alta competición y empecé a ejercer como madre me empecé a sincronizar con la vida.
–¿Cómo sincroniza el trabajo y la maternidad?
–Como todas las madres. Es cuestión de logística, de correr, de estar en la cama apuntando todo lo que hay que hacer al día siguiente...
–¿Qué la «desincroniza»?
–Las malas noticias.
–¿Con quién no sincronizaría jamás?
–Con nadie. Me adapto bastante bien a todo el mundo. Soy capaz de ver el lado bueno de casi todas las personas.
–¿A qué edad aprendió a nadar?
–A los tres años.
–¿Y desde entonces?
–He pasado más horas en el agua que en la cama.
–¿No le han salido escamas?
–De momento, no, y ya no creo que me salgan (risas).
–¿Siempre que ve una piscina se tira?
–Casi siempre. Soy bastante lanzada.
–Son muchos los que se tiran sin saber nadar...
–Hombre, tengo que ver una posibilidad. Si es algo imposible, no me tiro.
–¿El agua es vida?
–Es mi vida y la de mucha gente. Es algo que no puede faltar.
–Pero brindar con agua da mala suerte...
–Eso dicen. Te lo puedes creer o no.
–¿Mejor con cava?
–Mucho mejor. El cava está buenísimo (risas).
–¿Qué sabe mejor el oro o el sushi?
–(Piensa). Son sabores completamente diferentes.
–¿Es tan estricta la dieta de un deportista de élite como dicen?
–No, para mí no lo ha sido nunca. He comido de todo y sin problemas.
–Cuénteme algún capricho.
–Me gustan el pan, el jamón, las galletas, el chocolate, el cava... Eso sí, con moderación.
–¿Puede un deportista de élite ir a cenar a Sugoi (su restaurante) sin problemas?
–Por supuesto. Tenemos platos muy equilibrados, sanos y combinados.
–¿Tiene el deporte femenino el reconocimiento que merece en España?
–Nuestra manera de afrontar los retos nos ha llevado a destacar en muchos deportes, pero no se reconocen los méritos como se debería. Todo lleva su proceso. Los deportes masculinos siempre han sido más de masa y han movido más dinero. Ahora nos empiezan a tener más en cuenta, pero esto es una carrera de fondo.
–¿Qué va a pasar en Cataluña?
–No sé. Pero tampoco me quiero mojar.
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