Golf
Un juego de caballeros
No es habitual ver en un campo de golf la discusión de dos jugadores y, menos aún, que el caddie de uno de ellos intervenga siendo el protagonista del encontronazo.
Esto sucedió el pasado viernes en el Campeonato del Mundo Match-Play que se ha venido disputando San Francisco. Si ya es extraño ver esta situación, más extraño aún, es ver que uno de los jugadores involucrados fuera el malagueño Miguel Ángel Jiménez, uno de los jugadores más apreciados del Tour.
Todo parece iniciarse en una discusión de reglas en las que su oponente, Keegan Bradley, realizó un alivio que a Miguel no le pareció correcto. El arbitro del partido dio la razón al estadounidense, lo que originó un cambio de pareceres entre ambos.
Hasta aquí algo normal. Lo que ya no es habitual es la intervención del caddie de Bradley. Miguel le mandó callar. Volviéndose la situación tensa por momentos, con miradas frente a frente cual púgiles de boxeo. Según cuentan las crónicas, parece que la discusión siguió en el vestuario, aunque el de Churriana, frente a la prensa, le quitó hierro al asunto.
No son muchos los incidentes de este tipo que se recuerdan. En un juego, habitualmente de caballeros, donde la educación suele imperar.
Sin embargo, cuando la modalidad de juego cambia al formato de Match-Play, un cara a cara entre contendientes donde el enemigo ya no es el campo, sino que tiene cara y ojos y te puede sacar de la competición tras los 18 hoyos de juego. Es aquí donde se desatan los nervios, pudiendo ver a jugadores, habitualmente tranquilos, perdiendo los papeles. Recordar el penoso incidente de JustinLeonard corriendo por el green tras embocar un putt frente a José María Olazábal y la posterior invasión del mismo, sin que el de Hondarribia hubiera ejecutado su golpe.
Quizá menos conocido sea otro incidente, donde curiosamente también se vio envuelto Olazábal, con el irascible Harrington en un Seve Ballesteros Trophy. En aquella ocasión, fue una marca en el green. José María, uno de los jugadores más correctos de cuantos he conocido, decidió regalar el hoyo al norirlandés y seguir adelante.
Lejos quedan otros gestos, mucho más caballeros, como el que tuvo Jack Nicklaus con Tony Jacklin, en el Royal Birkdale, durante la décimo octava edición de la Ryder Cup concediendo un putt, con ciertas dificultades, para terminar empatados a 16, aunque Estados Unidos retuvo el título. La respuesta de Nicklaus a la razón de aquella concesión mostró, aún más si cabe, el carácter de gran campeón y caballero del Oso Dorado: “Tuve que concederlo, no podía ver a un amigo fallar ese putt”.
Y es que ya lo dice el refranero español: en el green y en el juego, se conoce al caballero.
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