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¿Inhabilitación o dimisión?

El Consejo Superior de Deportes asegura que buscará «todas las vías» posibles para apartar a Villar de la presidencia de la Federación.

La Razón
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El Consejo Superior de Deportes asegura que buscará «todas las vías» posibles para apartar a Villar de la presidencia de la Federación.

La inhabilitación de Ángel María Villar que tanto persiguió Miguel Cardenal durante sus años como secretario de Estado para el Deporte puede culminarla su heredero sin esfuerzo. «No descartamos ninguna de las acciones, desde la solicitud de un expediente disciplinario al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), que es a quien le corresponde, y una vez el TAD decidiera esa apertura de un expediente disciplinario, el Consejo Superior del Deporte a través de su presidente o bien una comisión podrá instar a la suspensión cautelar y motivada», explica José Ramón Lete.

«Voy a utilizar todos los resortes que me da la ley para poner un poco de sentido común siempre con la cautela y prudencia que requiere», advierte el secretario de Estado para el Deporte. La detención de Ángel María Villar y las diversas acusaciones a las que tendrá que enfrentarse, además de las que ya tiene abiertas en el juzgado por el «caso Haití», lo convierten en un dirigente amortizado.

Pero Villar no es un hombre que se rinda con facilidad. Después de 29 años como presidente, no parece que esté dispuesto a abandonar el cargo a no ser que sea por imperativo judicial. «Vamos a tener prudencia, pero todo apunta a que no sólo podemos, sino que debemos actuar y buscaremos todas las vías», insiste Lete, que ha solicitado un informe a la abogacía del Estado para que le oriente sobre los pasos a dar. «Voy a pedir que me diga hasta dónde puedo llegar y qué puedo hacer», asegura Lete.

El CSD fue el primero en actuar contra Villar por el trato de favor al Recreativo de Huelva y al Marino en los tiempos de Miguel Cardenal. Su intención era que el presidente de la Federación Española de Fútbol siguiera el mismo camino de José Luis Escañuela, ex presidente de la de Tenis, y de José Luis Sáez, el antiguo máximo mandatario de la Federación de Baloncesto, ambos inhabilitados por el TAD.

Pero la salida de Villar terminó convirtiéndose en una cuestión personal para el antiguo presidente del CSD, que se marchó sin cumplir su objetivo. Cardenal se fue con el fútbol dividido y con Villar siendo reelegido en las fechas que él estimaba más oportunas, sin tener en cuenta el calendario electoral aprobado por el Consejo. Ésa fue la primera guerra entre los dos dirigentes. La legislación obliga a las Federaciones olímpicas no clasificadas para los Juegos a celebrar las elecciones en el primer trimestre del año olímpico. Pero Villar dilató el proceso, presentando reglamentos que nunca eran aceptados por el CSD. Finalmente, las elecciones se celebraron en el pasado mes de mayo, sin ningún candidato enfrente a pesar de que el fútbol español parecía más dividido que nunca.

La misma división que vivía el fútbol español se reflejaba dentro de la Federación. Jorge Pérez, su secretario general durante más de veinte años, acabó siendo apartado y despedido y convirtiéndose en el único precandidato que se atrevió a competir con Villar hasta el final y que contaba con el apoyo de la Liga y de su presidente, Javier Tebas, renunció finalmente a presentar los avales e impugnó el proceso desde el comienzo por considerarlo fraudulento. Pero el TAD acabó negándole la razón, por lo que anunció que recurriría ante la justicia ordinaria.

Nada parecía impedir a Villar seguir siendo presidente de la Federación hasta que él lo considerara oportuno. Los éxitos deportivos lo avalaban durante los primeros años del siglo y, con ellos, los éxitos económicos. Pero los dos parecieron agotarse al mismo tiempo y, con ellos, la firmeza de la presidencia.

Ahora, la Justicia, ordinaria o deportiva, parece dispuesta a poner fin a la presidencia más longeva del fútbol español. Y José Ramón Lete parece en condiciones de concluir la obra que empezó Cardenal y que terminó acabando con su mando en el CSD.