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«Joder, ¿pero quién ha derrotado a tu sobrino?» Así fue el paso de los jóvenes Nadal y Federer por el torneo de El Espinar

Nadal ganó en 2003 pese a que desde el primer día decía que estaba jugando mal, el polémico francés Leconte fue con su mujer y cuatro caballos y tuvieron que buscar hospedaje para todos... Y el que ganó al sobrino de Pedro Muñoz, uno de los creadores del torneo, fue un tal Federer.

Nadal ganó el título en 2003
Nadal ganó el título en 2003larazon

«Nadie que no sea muy bueno gana aquí, porque es difícil, se juega en altura... Casi todos o todos los que lo han logrado han estado entre los 30 primeros del mundo», presume Pedro Muñoz. Y lo dice con conocimiento de causa. «Aquí» se refiere al Torneo de El Espinar, el Challenger de tenis que se está disputando esta semana en la localidad segoviana y que es mucho más que un torneo por la tradición que tiene y por los tenistas que han pasado por ahí. Todo empezó con una reunión de amigos que veraneaban en el mismo lugar y entre los que estaba el propio Pedro Muñoz. «El torneo tiene 34 años, pero yo siempre digo que son 40, porque hubo seis que era en plan de amiguetes. Pero al quinto año, nos encontramos que éramos el mejor torneo de España. Un torneo que tiene a Martín Jaite, Sergio Casal, Emilio Sánchez, Pérez Roldán... Nos fuimos a la ATP, fue de locos...Fui a Montecarlo, antes la ATP atendía estas peticiones haciendo visitas y te daban un 25.000, y de repente nos dieron un 100.000 dólares (la categoría del torneo, en función del dinero que se reparte)», desvela quien fue el fundador y llegó a ser presidente de la Federación Española de Tenis.

Y ahí empezó la leyenda de El Espinar, por el que han pasado algunas de las mejores raquetas de la historia. Por ejemplo, la de Rafa Nadal, en 2003. «Rafa vino muy joven y desde el primer día ganó el primer partido y decía: “He jugado muy mal, Pedro, no la siento” Y eso me lo fue diciendo cada día hasta que se metió en la final y ganó», cuenta Muñoz, que recuerda otra anécdota con el manacorense. «Un chaval, un niño que acababa de perder, estaba sufriendo y Rafa se fue con él, le dio una raqueta, se la dedicó y le puso un poco de ilusión», afirma Muñoz. «Y Nadal todavía no era lo que es hoy», añade. El zurdo empezaría a forjar su leyenda un año después con el triunfo en la final de la Davis de Sevilla ante Roddick. Diez días antes de ese partido contra el número uno estadounidense a Rafa le había superado en un encuentro en Chamartín Quino Muñoz. Y cinco años antes de ese duelo, en 1999, Quino Muñoz perdió en El Espinar con un imberbe de 19 años. «Joder, ¿pero quién le ha ganado a tu sobrino?», le decían en el pueblo a Pedro Muñoz, que era el tío de Quino. Pues fue un tal Federer. «En el mundo del tenis ya sabíamos quién era Federer», se ríe ahora Pedro. Una ronda después, el suizo fue vencido por el francés Escudé, pero en dobles sí conquistó el título junto al holandés Sander Groen. «Federer era un chaval joven, con su carácter sin terminar de domesticar», explica Muñoz. Al torneo lo llevó desde el aeropuerto de Barajas José Luis Villuendas, entrenador y ahora comentarista técnico de tenis en Teledeporte. Precisamente en un reportaje de esta cadena Villuendas rememora cómo fue a buscar a quien después ha ganado 20 Grandes en un Renault Clio que era suyo, pues el helvético llegó pronto y todavía no se había organizado el transporte del torneo. Peter Lundgren era el preparador de Federer y viajaba con él. Cuando pararon a echar gasolina durante el trayecto, el técnico compró seis latas de cerveza que no llegaron a Segovia.

A Sergi Bruguera quien lo iba a buscar era el propio Pedro Muñoz, que incluso lo hospedó en su casa. Un «terrícola» como el catalán dejó huella con varias participaciones en el torneo de pista rápida y un triunfo allí. Quien no pudo ganar fue Alberto Berasategui, ilustre finalista de Roland Garros en 1994, pero sí tuvo un bonito gesto. «Su padre me prohibió contarlo durante años, pero donó el dinero fijo que recibía entonces para la reconstrucción del púlpito de la iglesia de El Espinar», asegura el fundador del torneo y ahora presidente de honor.

Más dificultades puso el polémico francés Henri Leconte, que estaba casado con una rejoneadora y se presentó con compañía en Segovia. «Fue al torneo con su mujer y con cuatro caballos y pasamos una buena experiencia porque logramos encontrar acomodo para los caballos», destapa Pedro Muñoz.Murray apareció con 16 años, cuando estaba en la Academia Sánchez Casal a las órdenes del colombiano Pato Álvarez. Verdasco lo eliminó en semifinales. Pocas veces más ha podido con el británico. Quien sí logró el triunfo final fue Juan Martín del Potro en 2006, con una gran melena y su tenis explosivo. Kafelnikov es el cuarto número uno, con Federer, Nadal y Murray, que ha pasado por El Espinar.

Pero no sólo con jugadores se ha creado el misticismo de este Challenger, nombrado en alguna ocasión el mejor del mundo. «Está en un pueblito de la sierra y dentro de una urbanización con 200 habitantes. Un año en la semifinal cayó una tormenta de ésas de la sierra de verano, de granizo, que rompió cristales, coches... Y vi a un montón de vecinos tirar con sus toallas y sus mantas a las pistas para que se pudiera seguir jugando ese día y la final al siguiente», relata Pedro Muñoz. Este año la final se la ganó el español Nicola Kuhn, número 238 del mundo, al ruso Kotov (6-2 y 7-6). Es un gran paso para la joven promesa del tenis nacional. Ya se sabe que quien gana allí suele tener una buena carrera.