Deportes
Sin bronce por cuatro segundos
Castroviejo, cuarto, a la zaga de Froome.. El oro fue para el sibarita Cancellara
Ronda el bronce que te ronda, pero se escapa, entre los puños del púgil Samuel Carmona, entre las piernas del ciclista Jonathan Castroviejo. Un colombiano de apodo Tremendo acabó con el sueño metálico del canario; al de Guecho (1h13:21, a 44.576 kilómetros por hora) le arrebató la gloria Chris Froome (1h13:17), nada más y nada menos, por cuatro segundos, un suspiro largo y profundo, que no llega a decepción porque el trabajo que había que hacer se hizo y bien. Lejos de Fabian Cancellara (1h12:15, a 45.255 kilómetros por hora), algo más cerca de Tom Dumoulin (1h13:02) y casi encima del ganador del Tour, el de Movistar llegó a acariciar la plata en algún punto intermedio de la contrarreloj olímpica, de 54 kilómetro de recorrido.
Transitaban los ciclistas por el primer circuito de la prueba en línea, por el suave, aunque había un repecho que mortificaba a los rodadores con más cuerpo. Cancellara, que tiene 35 años y repite el oro olímpico contrarreloj casi un decenio después (en Pekín también fue plata en ruta, detrás de Samuel Sánchez), mide 186 centímetros y pesa 81 kilos. Es un fabuloso especialista contrarreloj, cinco veces campeón del mundo, y dos en sendos Juegos. Partía entre los favoritos, como Dumoulin y Froome, incluso como el alemán Tony Martin, que ni se acopló al trazado ni pudo en momento alguno con él. Castroviejo estaba un escalón por debajo de ellos, como el campeón de España Jon Izaguirre.
La temperatura era agradable, no ese calor que aplanaba y asfixiaba en esa carrera en línea que dejó quinto a Purito el día en que ni Valverde ni Izaguirre «tuvieron piernas». El equipo español compitió con tres hombres, Erviti, Castroviejo y Rodríguez. Las buenas sensaciones de Jonathan tuvieron también respuesta en la crono. Es un ciclista menudo, comparado con Cancellara, tiene aspecto de escalador con su 1,72 metros y sus 64 kilos de peso; pero hoy por hoy es la referencia española en la contrarreloj, y en Río lo ha demostrado. Lástima, pues, de cuatro segundos. Con el suizo no pudo pelear, está lejos, con Dumoulin (plata) y Froome ahí anduvo, en una piña, de la que se cayó el australiano Rohan Dennis, a cuatro segundos del español, porque pinchó.
Dennis y Castroviejo son vecinos en Andorra. El de Guecho se cayó de la lista de Movistar en el Tour porque es muy probable que la próxima temporada corra en el Sky con Froome. Lo sentirá en el alma su amigo Nairo Quintana, con quien el año pasado estuvo un mes en su casa de Tunja. Este cuarto puesto, diploma olímpico, le deja un buen sabor de boca después de los sinsabores de 2015, cuando descendiendo en bici del alto de Malho, en la Vuelta al Algarve, chocó con una señora y se fracturó una vértebra.
Castroviejo superó el accidente, como Cancellara una temporada en la que sólo le quedaba una bala para acertar en la diana, la de los Juegos. Ni pudo vestirse de rosa en el Giro ni de amarillo en el Tour; no ganó ni en Flandes ni en Roubaix; le quedaba el último objetivo, Río, para salir del ciclismo por la puerta grande. Lo ha conseguido. A partir de noviembre, se dedicará a la buena vida que tanto le gusta: coches de lujo, relojes caros y algo que aprecia sobremanera: el vino. Ahora, este reputado sibarita, suizo con alma italiana y domiciliado en Berna, dispondrá de más tiempo para paladearlo.
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