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Novatos en Río
Las dos selecciones españolas de rugby 7 estrenan participación olímpica
Las dos selecciones españolas de rugby 7 estrenan participación olímpica
Las dos selecciones españolas de rugby 7 están en Río. De hito en hito, el rugby comienza a estar de moda. «Afortunadamente se ve cada vez más en televisión, pero necesitamos una masa social mayor», dice José Ignacio «Tiki» Inchausti, seleccionador del combinado masculino. Aunque son muchos los nombres, el espacio no da sino para reunir a los dos directores de las orquestas. El otro es José Antonio Barrio «Yunque», al frente de la selección femenina, campeona, como campeón fue la selección de varones una semana antes, de un «complicadísimo» Preolímpico en el que 16 selecciones peleaban por un solo boleto a Río. Ahora es el momento de disfrutar del sueño histórico en unos Juegos históricos: es la primera vez, desde París 1924, que el rugby es olímpico. Y ahí estará España representada en plenitud.
«Va a ser una experiencia única y el mejor modo de celebrarlo será siendo protagonistas y disputando todos los partidos como si fueran los últimos que jugáramos», propone Barrio, que considera viable alcanzar los cuartos, lograr el diploma olímpico. Como Inchausti, Barrio se muestra exultante; sereno, pero sobrepasado por la repercusión de lo conseguido. «No estamos acostumbrados», admite. «Junto al nacimiento de mis hijos, la clasificación para Río ha sido uno de los días más bonitos de mi vida».
Se trata de la mayor gesta del rugby español después de la disputa del Mundial de Gales de 1999. En aquella selección de quince jugadores, el rugby a secas, jugaba «Tiki» Inchausti, en una oportunidad para reconocer de cerca al recordado Jonah Lomu. A Inchausti, sin embargo, lo está encumbrando su trayectoria como técnico. Como seleccionador ha sido pionero. «Cuando llegué, hace seis o siete años, le propuse a la Federación que había que firmarles contratos a los jugadores. En poco tiempo el equipo dio un acelerón. De repente jugábamos finales», resume Inchausti.
La labor de ambos ha sido intensa en los últimos años. «Los fines de semana organizaba entrenamientos en la federaciones autonómicas, hacíamos cursos con los entrenadores. Los escalafones inferiores son un foco esencial en el que trabajar», dice Inchausti.
A diferencia de varios países a los que tendrá como rival en los Juegos, el rugby es un deporte aficionado en España. Al cabo, la diferencia entre el jugador profesional y el amateur se limita, como en todo, a una cuestión de práctica. «La diferencia entre un español y un neozelandés es que éste entrena mejor. El español no es más tonto ni más vago, es una cuestión de entrenar bien. Hay que dominar la técnica para poder olvidarte de ella», avisa Inchausti.
Hay quienes apuestan porque el rugby 7 va a ser la sensación en los Juegos. Será una competición plástica, veloz, de anotaciones. «Son muchos partidos cortos y seguidos. Se dividen en dos tiempos de siete minutos y acabarán con marcadores ajustados. Es un deporte que conjuga los 400 metros y el deporte de la lucha, una competición de 12 países en el que puede ganar cualquiera», adelanta Barrio sobre la previsible acogida del rugby 7 para el espectador. Además, la de las «Leonas», según su técnico, «será una selección incómoda»: «Partimos de una interesante situación de inicio».
En cuanto al masculino, a ver quién dijo miedo en un grupo que plantó cara y sacos de arena frente a un ciclón en Fiyi. «Igual que en las otras selecciones predominan las individualidades, nosotros tenemos valores de grupo. El deportista español es talentoso. Si al talento le añades velocidad precisión y juego en equipo, pues ahí está», enumera Inchausti al referirse a las armas de los «Leones» para Río. Después de un ciclo olímpico con el sueño de la clasificación, los seleccionadores entrevén una dulce duermevela para los días 6, 7 y 8 de agosto (competición femenina), así como para los 9, 10 y 11 (masculina).
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