Ciclismo
¿Cuánto valen tres segundos?
Dumoulin domina en la contrarreloj, pero mantiene una diferencia mínima con Aru, el único de los aspirantes que le respondió en Burgos.
«Tengo más rabia que en 2012, porque ya van quedando pocas oportunidades», se lamenta Joaquín Rodríguez. Pensaba en hacer una contrarreloj digna, que le permitiera mantenerse vivo en la general. «He mirado todas las clasificaciones esta mañana, desde Peñafiel hasta la de la Vuelta al País Vasco», reconocía. La contrarreloj de la carrera vasca era su referencia. Ganó Dumoulin, y Purito sólo cedió cuatro segundos. Sin embargo, en el primer tercio de la contrarreloj, en el kilómetro 13,5, ya cedía un minuto y once segundos con respecto a Dumoulin. Nada que hacer. Quedaban 35 kilómetros y sólo mantenía 40 segundos de ventaja el español para la general. Y la diferencia fue creciendo. Ya eran 2:38 en el kilómetro 27,5 y terminó siendo de 3:06. Purito se había quedado muy lejos de la contrarreloj que imaginaba. Su físico es un problema, demasiado pequeño, demasiado ligero. Además, no encontraba la postura que le permitiera rodar cómodamente. Nada que ver con Tom Dumoulin, perfectamente acoplado a la bicicleta.
Marcó el mejor tiempo en todos los pasos intermedios. Nada más pasar el primero, dobló a Mikel Nieve. Pero Dumoulin no se fijaba en las referencias. «He salido a correr y he ganado», decía. «Estaba centrado en mi propio esfuerzo». Era su trabajo. Nadie estaba en condiciones de competir con él y lo sabía. «Es un sueño», dice. Una palabra que repite constantemente en los últimos días. Y reconoce que ahora ya sabe que «va en serio». Pero sin agobios. Salió a la contrarreloj sin plantearse cuánto tiempo necesitaba para que el maillot rojo que ahora lleva le durara hasta Madrid. Pero sabía que la contrarreloj era su mejor oportunidad para llegar al podio, a lo más alto, quizá. Reconoció el recorrido en dos ocasiones y en la segunda solicitó a su director deportivo que anotara todos los detalles. No quería dejar nada al azar. El nuevo líder no se plantea cómo afrontar lo que le queda. En la mañana de hoy empezará a pensarlo. «He mirado un poco el libro de ruta», afirma. Pero sin profundizar. Tampoco ha estudiado ninguna de las subidas que le quedan. «No conozco ninguna», reconoce. «Es momento de celebrar», asegura.
Pero el holandés es consciente de lo que le espera en las tres etapas que quedan antes del paseo por Madrid. «Querrán sorprenderme», asume. La distancia con Aru es prácticamente insignificante. Son tres segundos, menos de la diferencia que hay en las bonificaciones entre el ganador de etapa y el segundo. El italiano salió muy vivo de la contrarreloj, «sólo» perdió 1:53, y tiene el mejor equipo de la carrera. Además, «hay terreno», como advierte Purito Rodríguez. «La Vuelta no ha acabado», se limita a decir el italiano, algo que ya avisaba en la jornada de descanso.
Aru salió de la contrarreloj con las opciones intactas. Una contrarreloj como la suya era la que pretendía completar Purito. Le bastaba con eso. Ni siquiera pedía una como la de Valverde, espectacular en el tercer puesto, a 1:08 del ganador. O la de Quintana, a 1:32. El murciano está muy lejos, sexto a 3:15, pero no renuncia a nada. «Soy combativo siempre. El podio aún no está decidido», amenazaba después de una contrarreloj que le había salido «mejor de lo que esperaba».
Todos los favoritos parecen dispuestos a que pasen cosas. Aru, porque tiene el liderato muy cerca, Purito porque quiere apurar la que quizá sea su última oportunidad de ganar una gran Vuelta. Y los que vienen detrás, como Quintana y Valverde, porque de nada les sirve el quinto o el sexto puesto en la general. «Cuando hay movimiento siempre salgo perdiendo, pero a ver si por una vez...», comenta Purito sin perder la esperanza.
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