Fútbol

Fútbol

Los peligros de los niños futbolistas. "Mandan a chicos de 16 años a los leones"

Xavi Simons
Xavi Simonslarazon

«Messi debutó a los 17 años, pero esto no es lo normal», avisa Javier Cordón, agente de jugadores en Promoesport y licenciado en Educación Física, al que le preocupa la prisa que tiene la industria del fútbol por convertir a niños cada vez más pequeños en profesionales. El caso más paradigmático últimamente es el de Xavi Simons, que nada más cumplir 16 años dejó la cantera del Barça para jugar en la del PSG. Al teclear su nombre en Google aparece antes que Xavi Hernández en las opciones y en Instagram está rozando los dos millones de seguidores. Es una celebridad antes de poder saber si será una estrella algún día. «Desde tan pequeñito le han sometido a un nivel de exposición mediática tan alto que sólo será feliz si acaba siendo un jugador de los buenos. Le han puesto el listón tan alto, que si no llega a ser el futbolista que desde pequeño han publicado y comunicado, ¿qué va a ser de él? Evidentemente tiene un talento especial y hay que intentar que su salario y valor de mercado se ajusten a lo que es capaz de ofrecer, pero hay que darle normalidad, porque hasta que no se desarrolle del todo físicamente es imposible saber qué nivel alcanzará», explica Javi Cordón.

«Aceleramos el proceso, los tratamos como si fueran adultos en pequeño, se toman atajos y el riesgo que se corre es muy grande», añade este representante que tiene mucha culpa de que Carlos Soler sea uno de los fijos de Marcelino en el Valencia. En su opinión, en el proceso de crecimiento de los niños futbolistas es básico el cómo y el cuándo. «Los agentes no podemos hablarle igual a una familia con un hijo de 14 años que con uno de 25. Evidentemente buscamos los mejores proyectos para nuestros jugadores, pero el foco no se puede poner en el mismo lugar que en el caso de los profesionales. Estos, cuando firman un contrato, salen en redes sociales, cuelgan cosas cada semana, se vende su camiseta... Eso es de los mayores, los niños tienen que seguir comiendo donuts, jugando a la Play Station y al fútbol».

Los clubes cada vez destinan más recursos a las categorías inferiores y las marcas de ropa deportiva tratan de cazar al joven talento antes que nadie. El «efecto Messi»: reclutar a un niño, formarlo y convertirlo en estrella de tu equipo es con lo que sueñan todos los responsables de cantera y ahí es donde el entorno de los niños debe estar bien asesorado y poner unos límites adecuados a cada etapa. «Antes las cosas iban en serio a los 15 años y, en mis inicios, acercarte a un niño de 10 años no estaba bien visto, pero ahora es a esa edad cuando empiezan a reclutarlos. Tener un talento precoz en casa, que juegue bien al fútbol desde temprana edad, es una alegría, pero genera un estrés a la familia. No sabes si lo estás haciendo bien y más si no tienes cultura deportiva. No es lo mismo tratar a un profesional de 20-25 años, donde la prioridad son los contratos, que a un niño de 13, que lo importante es que tenga un desarrollo personal y académico para que no se quede por el camino. ¿Si no alcanza el profesionalismo, qué hacemos?», reflexiona Cordón, preocupado por el cada vez más alto nivel de abandono deportivo de aquellos miles de proyectos que no llegan a la élite y rompen cualquier tipo de relación con su deporte.

Para los que resisten hasta el primer contacto con el profesionalismo, cree Javier que su adaptación a ese complicado ruedo debe ser progresiva, porque la competitividad de un vestuario puede llegar a ser muy cruel. «Desde el punto de vista físico, a los 18 años son capaces de competir con los adultos, pero luego hay otras variables sociales, personales, conocer los códigos del vestuario... Pasas de ser un jugador titular en tu etapa de formación a ser el nuevo, el que no tiene nada que aportar... Debes ser humilde para pasar de ser titular con la sub’19 a convertirte en el último mono. Es una etapa difícil que todos los jugadores pasan y se les debe ayudar», enumera Cordón, convencido de que los clubes no se toman en serio a un futbolista hasta que ven que tiene posibilidades de llegar al primer equipo. Ante eso, hay que proteger a los chicos. «Aunque seas muy bueno, tápate. En un vestuario profesional no te van a dar tiempo ni te van a apoyar, a no ser que vean que eres un chaval majo. Y eso es imposible que con 15 años lo sepas por ti mismo. Me alegra firmar un contrato a un jugador de 16 años, pero debe saber que todavía no ha hecho nada. Los del primer equipo se ríen cuando ven a un niño jugando a ser mayor. Todos los tuits, los comentarios, el pecho que se saque se lo van a partir», finaliza Cordón un discurso que recuerda a muchos cracks imberbes (Bojan, Odegaard, Drenthe...) que nunca llegaron a donde se esperaba o todavía están por hacerlo.