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El emotivo momento en el que Marc Márquez se derrumba y empieza a llorar: lágrimas de liberación

Marc no pudo más tras acabar séptimo en su regreso después de la lesión. No lloró por cansancio o dolor, sólo fue por volver a sentirse piloto de nuevo

Marc Márquez se emocionó al volver a su box tras la carrera y recibió el consuelo de su jefe técnico, Santi Hernández
Marc Márquez se emocionó al volver a su box tras la carrera y recibió el consuelo de su jefe técnico, Santi HernándezRepsolmedia

Ni de cansancio ni de alegría, las lágrimas que se le escaparon a Marc Márquez después de completar su primera carrera en nueve meses eran de liberación. De alivio. De una sensación que él mismo reconocía que nunca había sentido y que era algo nuevo en su vida. Venía desde muy abajo, desde un pozo muy negro en el que los deportistas de élite entran cuando notan que su cuerpo está roto y no les responde. Quién sabe cuántas veces en todo este tiempo se le habrá pasado por la cabeza la idea de que el brazo derecho nunca acabase de curar del todo. Seguramente algunas, aunque esa pregunta no fue capaz de contestarla en DAZN. En ese momento ya se había derrumbado y pidió dos minutos para reponerse y regresar ante el micrófono.

«Estoy muy feliz del fin de semana, de volver a sentirme piloto, algo para lo que llevaba nueve meses trabajando. Todavía no piloto como yo quiero, pero he conseguido lo que más deseaba, que era subirme a una MotoGP», reconocía emocionado.

Volver era un gran paso en su recuperación y conseguirlo lo descompuso emocionalmente más que los ocho títulos mundiales que hay en su palmarés. «No soy una persona que muestre en público sus emociones, prefiero guardarlas para mí. Mentalmente me he liberado este fin de semana y cuando lo pienso se me escapan las lágrimas. No he llorado por dolor ni cansancio ni nada. Ha sido una explosión de emociones. Espero que sea el inicio de la vuelta a mi normalidad», continuaba siempre con los ojos brillantes.

Dice también que no ha sentido miedo, porque si no, sería imposible hacer su trabajo, pero... «Cuando vi la caída de mi hermano delante de mí y la de Jorge Martín, que fue muy dura, pues me vino a la cabeza que te puedes hacer daño otra vez», confesaba el protagonista de este fin de semana en Portimao. Su séptimo puesto no sería para presumir en condiciones normales; en cambio, tras todo lo sucedido, se trata de una actuación fantástica. Salió bien y se colocó tercero, un lugar que él mismo sabe que no le corresponde ahora. «Abusaron de mí, porque no tenía el ritmo para estar ahí», explicaba.

Entonces se fue dejando caer y empezó a hacer su carrera escuchando lo que el brazo derecho le iba diciendo. A falta de siete vueltas sintió que ya estaba muy limitado y decidió aguantar sin forzar más. Ya habrá tiempo para alardes. «Ahora estoy como ese futbolista que viene de una lesión y va sumando minutos poco a poco al final de los partidos», comentaba.

Él necesitaría una pretemporada y entrenamientos privados, pero eso está prohibido. Tiene que seguir trabajando con los médicos y el fisio, aprovechando los descansos entre carreras. El trabajo no está terminado, por eso dice que el objetivo este año no es el título. Se trata únicamente de recuperarse del todo. Lo ve más cerca y por eso lloró.