MotoGP

Un hachazo en cada curva

Márquez se impone en la carrera más espectacular de los últimos tiempos en MotoGP. Assen vivió una batalla deliciosa para los aficionados, en la que se superaron los cien adelantamientos

Marc Marquez celebra la victoria/Foto: Ap
Marc Marquez celebra la victoria/Foto: Aplarazon

Márquez se impone en la carrera más espectacular de los últimos tiempos en MotoGP. Assen vivió una batalla deliciosa para los aficionados, en la que se superaron los cien adelantamientos.

Fueron algo más de cuarenta minutos de espectáculo, de motociclismo del bueno. Caviar para el aficionado y para los propios pilotos, que no encontraban palabras para explicar lo que acababan de vivir. «Adrenalina pura», decía Márquez. «Hacía mucho que no me divertía tanto», añadía Viñales, dos de los protagonistas de una carrera que va directa a los libros de historia y al disco duro de los más apasionados. Siete pilotos pegándose a cara descubierta, sin más árbitros que la legalidad y las ganas de ganar. No había lugar para las caídas ni las quejas. Una locura total que acabó como en los viejos tiempos, con felicitaciones, apretones de manos y frases de «bien hecho».

Las cicatrices estaban frescas en la fibra de carbono de los carenados, testigos de una batalla épica en el mejor escenario posible, la Catedral de las dos ruedas. Assen vivió el mayor espectáculo posible en MotoGP, aquello por lo que suspiraban los organizadores cuando la emoción se les escapaba por la ventana de la desigualdad. Sólo unos pocos podían ganar y los demás no eran capaces ni de acercarse a los mejores por mucho que estos fallaran.

Se cambiaron reglamentos y normativas para ver piezas de museo como la de ayer en Assen. Un grupo de ocho pilotos, con varios campeones del mundo incluidos, en el que cualquiera podía ser el vencedor. Lo fue Márquez porque es, a día de hoy, el mejor entre los mejores, el gladiador que siempre queda en pie cuando los demás se rinden. Si hay que presumir de ritmo se hace, pero si toca bajarlo y meterse en harina, ni pestañea. Como cuando se tocó con Rins y se le salió el pie de la estribera. Pudo irse al suelo, sí, pero para eso es el genio de las salvadas. Ni rechistó, equilibró como pudo las pulsaciones y antes de que los jueces determinaran que la acción no merecía sanción, ya se había encargado él de devolverle la puñalada al de Suzuki.

Más de cien adelantamientos se registraron antes de que las calculadoras explotaran y los encargados de las estadísticas decidieran rendirse. Ganó Márquez después de cambiar 21 veces de posición y de ganar plaza un total de 12 ocasiones. Sólo en las dos últimas vueltas pudo escaparse de la jauría y asegurar los 25 puntos que le hacen más líder del Mundial. Porque entre tanta emoción y momentos espectaculares, Marc aprovechó para ganar su cuarta carrera del curso y fortalecer su liderato. Para hacerlo tuvo que ser valiente y aceptar el riesgo que suponía vivir en el grupo de cabeza. Salía desde la «pole», pero no le sirvió de mucho esa ventaja. Lorenzo partía desde la décima posición y antes de terminar la primera vuelta ya estaba delante. Parecía que Jorge podía «tripitir» victoria al verlo liderar giro tras giro, pero su problema fue que otra vez se le volvió a hacer larga la prueba y ni siquiera pudo optar al podio (séptimo). Un pinchazo al globo de reengancharse a la lucha por el campeonato.

El tridente de candidatos a la corona ahora mismo lo forman Márquez y las dos Yamaha, que ni en Assen pudieron romper su sequía. Ya llevan 18 grandes premios sin subir a lo más alto del podio, igualando el peor registro de la fábrica. Con todo, el sabor ayer no era del todo amargo, ya que confirmaron que pueden estar ahí y sus dos pilotos oficiales siguen detrás del dominador. Unos pocos puntos les robó Alex Rins con la mejor actuación de su vida en MotoGP, metiendo a Suzuki entre la élite de la clase reina. Demostró valentía y talento Álex, como todos que lucharon en una guerra preciosa, la mejor en mucho tiempo y que Marc definió en una frase. «Había un hachazo en cada curva». Pues eso.