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Nadal no pudo más

Cae en octavos ante Muller tras casi cinco horas de batalla. El español levantó cuatro pelotas de partido en un duelo épico.

Rafael Nadal ante el luxemburgués Gilles Muller
Rafael Nadal ante el luxemburgués Gilles Mullerlarazon

Cae en octavos ante Muller tras casi cinco horas de batalla. El español levantó cuatro pelotas de partido en un duelo épico.

La palabra épica se queda corta para definir el partido que disputaron ayer Muller y Rafa Nadal. Cuatro horas y 47 minutos de batalla, de tenis del bueno, de remontadas, suspense, emoción y golpes imposibles. De vivir en el alambre, sobre todo Nadal ante el poderoso servicio de quien tenía delante, y principalmente en un quinto set memorable que duró más que muchos encuentros (dos horas y cuarto) y que se tuvo que ir hasta los 28 juegos. Cuatro pelotas de derrota levantó el español y alguna oportunidad también se le escapó ante un rival extraordinario con el saque, que, sin mucho que perder, seguramente tuvo la mejor actuación de su vida y que con el 15-13 final levantó los brazos de alivio. El público se puso en pie y la ovación era para los dos jugadores. Contrariamente a lo habitual, ambos se marcharon juntos ante el júbilo de la pista número uno de Wimbledon. Pero el ganador fue Muller por 6-3, 6-4, 3-6, 4-6 y 15-13.

Para llegar ahí, a esa carnicería física, pero sobre todo mental, hubo antes cuatro sets divididos en dos fases. Los dos primeros se los llevó Muller apoyado en su saque. Poco a poco le fue cogiendo el tacto a la bola Rafa y se impuso en los dos siguientes con un «break» en cada uno. Bajó el rival del español un poco y el número dos del mundo fue el de toda la semana pasada en el All England Club, contundente y seguro con el servicio. Agresivo y feroz. La ventaja moral parecía suya ante el parcial definitivo. El quinto set suele ser el terreno preferido de Rafa, pero Muller no había dicho su última palabra. Se serenó y volvió a ser el jugador del principio del duelo. No es un desconocido el luxemburgués y cuando pisa la hierba es un rival a temer. Saca estupendamente (nadie ha hecho más servicios que él en el torneo), pero tiene mucho más: sus golpes cortados apenas se levantan del suelo, lo que resulta ideal para el pasto, se mueve como un gato en la volea y ayer también desde el fondo fue sólido, jugando muy profundo y sacándose algún tiro de la manga que directamente no existe.

Así se afrontó la maratón final. Cada saque, un drama. La vida en un suspiro y las primeras oportunidades para Muller: 15-40 y 4-5 para él. Dos pelotas de partido. La hora de los valientes. «Me apunto», dijo Rafa. Empuñó la raqueta y con cuatro saques devolvió la igualdad. La locura llegó a Londres en ese momento. Una opción de rotura perdida de Rafa y el cuchillo siempre en su cuello: de los 14 juegos que disputó al saque en esa última manga, en todos menos dos empezó con 0-15 y en los últimos el 0-30 era lo habitual. Siempre remando en contra, aunque lo remontaba, como también hizo con otras dos pelotas de partido en contra. Cualquier otro tenista hubiera claudicado antes. La cabeza te estalla en momentos así. A Nadal, no. A Muller, ayer, tampoco. Su momento más delicado llegó en el decimonoveno juego. Tuvo que levantar cuatro bolas de «break». Parecía que podía quebrarse... Pero no. Saque. Volea. Una derecha larga de Rafa –quizá lo único que se le puede achacar en casi cinco horas– y una doble falta del luxemburgués que corrigió el juez de línea de forma acertada. Nueve minutos de juego, pero 10-9 para Muller y vuelta a empezar. Otra vez la presión, las subidas a la red y la resistencia de Rafa, que se quedó en la quinta pelota de partido: empaló mal una derecha que se marchó larga y se despidió de Wimbledon.