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Sergio Scariolo: «El liderazgo de Pau es generoso, no despótico»

Sergio Scariolo: «El liderazgo de Pau es generoso, no despótico»
Sergio Scariolo: «El liderazgo de Pau es generoso, no despótico»larazon

Líder en la sombra de la tricampeona de Europa. Ha sabido gestionar a España desde el banquillo. Su abrazo con Gasol es una de las imágenes del Eurobasket.

Desde su retiro en Marbella, Sergio Scariolo (1-4-1961, Brescia) trata de recuperar la normalidad. «Espero pasar el fin de semana con la familia, volver a ver un partido de mi hijo, de mi hija, disfrutar de Marbella, de mis amigos y disfrutar de la normalidad. No hay nada que te desconecte más de lo frenético que ha sido el campeonato que la normalidad de todos los días», comenta para LA RAZÓN. El seleccionador tricampeón de Europa hace balance del pasado Eurobasket.

–Empezamos por la más difícil: ¿tiene Pau algún defecto?

–(Risas). Ésta sí que es difícil, sí. Nadie es perfecto, pero... al margen de la capacidad de análisis subjetivo me ciega un cariño que es subjetivo y que me impide contestar. Los tendrá, como todos, pero desde luego no seré yo el que los declare.

–La celebración del título en Madrid estaba plagada de niños. ¿Cómo ve su hijo Alessandro, de 13 años, la figura de Pau?

–Yo le cuento muchas cosas de Pau al margen del talento que se ve. Por ejemplo, antes del Campeonato de España del año pasado mi hijo tiene un esguince de tobillo y luego cuando se recupera y no le duele ya se olvida, ya parece que no tiene que hacer un trabajo de prevención para fortalecer el tobillo. Justo esto es lo que Pau podría enseñar a todo el mundo, que no hace falta que algo se rompa para arreglarlo. Pau identifica los valores de un deportista profesional e inteligente. Todo lo que hace está marcado por matices de inteligencia. Así, sin más.

–Da la impresión de que los halagos y comentarios sobre Pau que ha realizado estaban cargados de sinceridad, nada que ver con contentar a la estrella porque sí...

–Creo que a Pau, francamente, le han dado igual. Está tan acostumbrado a recibir halagos... Creo que lo que le digo lo asimila y es significativo porque nuestra relación viene de hace años y es sincera, directa y muy colaborativa. A mí lo que me vale con Pau, y que es más infrecuente en un jugador de su nivel, es lo que ha dicho de mí. Su forma de comportarse no está condicionada por que alguien le halague más o menos.

–Una de las imágenes del torneo fue su abrazo con Pau antes de sentarse en el banquillo. ¿Qué significado tuvo?

–Sentí un espíritu de colaboración y respeto fantástico por parte de todo el mundo. De mi parte era un abrazo de gratitud. La credibilidad que me da Pau para poder entrenar a este equipo hacia el resto de los jugadores y para poder exigirles por la disciplina y el respeto que me manifiesta, creo que es una de las claves insustituibles para que yo pueda hacer mi trabajo de la mejor forma posible. Sentí que por su parte era un agradecimiento y por la mía, desde luego que era un agradecimiento especial.

–¿Cómo se siente al terminar un trabajo que concluye mejor de lo que la mayoría esperaba?

–Ha sido una sensación parecida a cuando estaba en Unicaja, en el Baskonia o incluso en el Real Madrid cuando ganamos la Liga en el Palau. Tiene un sabor especial porque tiene quizá más ligereza, menos solemnidad; ha tenido un componente de diversión excelente. No creo que sea más complicado que otras veces, por ejemplo en los Juegos, cuando había muchas estrellas, gente con mucha personalidad y hay que cuadrar todos los elementos. Es una dificultad diferente, mucho más a nivel técnico y táctico. Lo de los Juegos era mucho más a nivel de gestión de grupo. Ahora ha sido complicado desde el punto de vista del puro juego, pero me lo han puesto más fácil desde el punto de vista de la gestión.

–Las situaciones críticas de la primera fase, ¿le recordaron a anteriores campeonatos?

–No, porque cada campeonato y cada equipo son distintos. Éramos un equipo con muy poca experiencia internacional, y menos en este tipo de competición en la que hay que jugar cada día. No es lo mismo jugar la Euroliga, que juegas cada semana, que el Eurobasket. Cada día hay que preparar un partido, hay que resetearse emocionalmente, es muy, muy complejo. Y los jugadores debutantes han hecho un buen trabajo, pero han tenido que adaptarse a algo nuevo para ellos. Ha sido diferente, pero con un denominador común y es que la base de cohesión del equipo ha permitido superar los momentos complicados dentro de la competición y dentro de los partidos.

–¿Se pueden conservar las virtudes de este torneo –trabajo, roles asumidos...– añadiendo más talento como se supone que habrá en los Juegos?

–Los triunfos anteriores fueron fruto de la capacidad de los jugadores con un nivel de talento superior de aceptar sus roles, de sacrificarse en momentos determinados. No es que este año no haya habido jugadores que no se han sacrificado. Voy a decir un nombre, Sergio Llull, que, francamente, tiene un lugar privilegiado en mi corazón porque si ha habido uno que en todo momento ha puesto el equipo por encima de su lucimiento personal ha sido él. Sé que hago un feo a otros once, pero quiero nombrarlo porque ha sido un ejemplo. En su club ha tenido un protagonismo ofensivo superior, pero ha entendido que en un equipo con Pau tenía que saberse ajustar a una realidad diferente. Y, volviendo a la pregunta, conservar lo bueno de este Eurobasket va a depender exclusivamente de los jugadores. La idea de que el equipo está por delante del individuo tiene que quedar clara en las caras, en las actitudes, en que si juegas menos de lo que crees o tienes la pelota menos es por el bien de todos...

–Quizá sea más sencillo manejar una rotación de 8-9 piezas, como ha sucedido en este torneo, que un bloque con doce estrellas...

–Depende de quiénes sean las doce estrellas. Si son gente inteligente y con sentido de equipo... Tener ocho o nueve es más complicado en sentido técnico y táctico porque hay menos recursos, pero a nivel de gestión es más sencillo. Hay que ver también quiénes son los que no entran en la rotación. Ahora se han adaptado perfectamente por la edad y por quiénes eran, pero a otros, posiblemente, les costaría más. En un equipo tradicional es imposible pensar en una rotación de 8 jugadores. La prueba son los minutos que tuvieron el año pasado los Sergios o Felipe. Este año ha sido completamente diferente.

–¿Le puede haber «favorecido» a Pau la ausencia de Navarro y Marc para sentirse más líder?

–No. Lo que pasa es que ha reaccionado a una nueva circunstancia con una personalidad, un liderazgo y una clase superiores a lo que había podido expresar en anteriores ocasiones. Ha sido una capacidad de adaptación fantástica a una situación poco favorable.

–¿Se esperaba que Pau ejerciera un papel tan dominador a estas alturas de su carrera?

–Si alguien me podía sorprender positivamente era él. Por cómo se cuida, cómo se prepara, su fortaleza mental, su profesionalidad... Es cierto que para que así fuera ha necesitado la colaboración imprescindible y creo que poco reconocida de sus compañeros. Y no sólo a nivel de renuncia de protagonismo sino a nivel concreto de pases, de bloqueos, de colocación, de ayudas defensivas. En muchos sentidos, sus compañeros han colaborado y él se lo ha agradecido con gran generosidad. Por eso lo han hecho con una gran voluntad y sentido del altruismo. Ellos reconocen su liderazgo porque es un liderazgo generoso, no despótico. Que no se reconozca tanto al resto es natural, pero también injusto. Ellos han hecho muchas cosas para que Pau pudiera aportar su talento.

–En Estados Unidos, ¿habrán tomado nota de que España está otra vez ahí?

–Ha tenido un seguimiento impresionante. Ha habido tres o cuatro entrenadores de la NBA que me han mandado mensajes durante la competición y artículos que me han mandado desde allí. Ha habido un gran seguimiento, más de lo que podíamos esperar nosotros, que estábamos como metidos en una burbuja.

–¿Y por qué acabó la final discutiendo con uno de los árbitros mientras todo el mundo estaba en plena celebración?

–No fue nada. Sencillamente, que el árbitro ucraniano durante la competición había tomado decisiones contrarias a nuestros intereses y le comenté que en tres minutos íbamos a ser campeones de Europa y que ya era el momento de respetarnos. Lamonica ejerció un poco de hermano mayor y me pitó una técnica.